
En Castrillo de Murcia, un pueblecito de Burgos, en España, se celebra desde hace cuatro siglos, el domingo siguiente al Corpus Christi, una fiesta de lo más curiosa. En ella se colocan unos colchones en el suelo sobre los cuales se tumban a los niños nacidos ese año. Es entonces que hace su aparición El Colacho, un burlesco personaje tapado por una máscara y con vivos colores en su ropaje, que salta por encima de ellos. Es el mismísimo diablo, que con una cola de caballo fustiga a las gentes del pueblo que le reprenden con insultos. Tras esta farsa se reparte comida entre los asistentes y se celebra una Eucaristía para representar que la fe vence el mal, así también, el diablo, al saltar sobre los bebés les libera del pecado original.
En todo el mundo y en todas las culturas se celebran ritos o fiestas curiosas con el objetivo de proteger al recién nacido en su vida. La que os acabo de explicar es solo una de tantas y tantas otras tradiciones que encontramos. A ojos de muchos puede que algunas sean extrañas e inverosímiles, probablemente imposibles de creer, pero para otros, son anheladas e importantes en sus vidas.
Nos trasladaremos a Indonesia, concretamente en la isla de Bali, donde los bebés que nacen no pueden tocar el suelo antes de los tres meses de vida. El porqué lo encontramos en el hecho de que el recién nacido es un ser puro y podría contaminarse al contacto con el suelo.
En la India los bebés son lanzados en el templo de Sir Santeswar desde una altura de 15 metros, pero tranquilos, caen sobre sábanas, lo que no creo que pueda evitar alguna lesión. Y en Japón celebran el Nakizumo, un festival donde ponen un recién nacido frente al otro, el que llora antes será el más sano (o al menos eso piensan).
También las madres japonesas guardan con esmero el cordón umbilical en una pequeña caja de madera, el cual se embala en un pequeño kimono que puede plegarse. Se cree que así se aseguran una relación positiva entre el niño y la madre, y que el niño crecerá bondadoso, compasivo y respetuoso hacia sus padres.
En Irlanda existe otra curiosa costumbre. Las parejas recién casadas guardan un poco del pastel de boda para repartirlo entre los asistentes al bautizo de su primer hijo. Ya podéis imaginar que si pasan unos meses (o incluso años) no puede ser muy comestible…
En China, el día del primer mes lunar completo, amigos y familiares asisten al festejo con regalos, entre ellos, huevos teñidos de rojo, que simbolizan el proceso de cambio en la vida. El color rojo es símbolo de felicidad y la forma ovalada, la vida armoniosa.
Lo de afeitar la cabeza a los recién nacidos es algo común en muchas culturas, aunque con motivaciones distintas. Los hindúes piensan que así se elimina la mala suerte acumulada en vidas previas; los musulmanes, siete días después del parto les afeitan para mostrar que es un siervo de Alá y donan a los pobres el equivalente en oro y plata del peso del pelo cortado (Aqiqah); las mujeres malayas, tras afeitar al recién nacido en un baño de limas kafir, observan cómo caen al agua los pedazos de pelo, eso marcará el comportamiento del niño el resto de su vida y los monjes budistas, realizan la ceremonia de purificación con el «afeitado de fuego» cuando cumple un mes y un día.
El humo y el fuego se utilizan para proteger al nonato y a la madre. En Tailandia, las mujeres realizan un ritual llamado jufaj, en el que pasan un número de días impar, tumbadas junto a un fuego para espantar los malos espíritus y ayudar en la cicatrización del útero después del parto. En Camboya, encienden un fuego junto a su cama durante tres días (siete, si son primerizas) y algunas aborígenes, colocan a los bebés en pozos de follaje verde recogido de arbustos emu durante unos segundos, así inhalan algo de ese humo para hacerles más fuertes y sanos.
Estos son solo algunos ejemplos que encontré, pero hay muchos más. Os invito a que compartáis en los comentarios otros que incluso conozcáis de primera mano.
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¡Que cosas! 😮
Hola AlmaLeonor,
costumbres curiosas arraigadas todavía en nuestras sociedades y nuestros tiempos.
Un saludo