Hay que ser muy valiente (o bestia, según se mire) para extraerse uno mismo los cálculos de la vejiga urinaria. Algunos -los menos- podrían justificarlo diciendo que es tanto el dolor que se sufre durante los ataques agudos que en un momento de «locura» uno mismo quiera introducirse un tubo por la uretra y retirarlos. Bueno, la otra posibilidad es que te llames Claude Martin, ahora os explico el porqué…
Historia de la litotricia
La cirugía más antigua realizada con el objetivo de curar un mal específico es el de la presencia de cálculos o piedras en el interior de los riñones o de los uréteres y vejiga (urolitiasis). Excluimos, por tanto, la circuncisión y la trepanación, que antiguamente se realizaban por motivos religiosos. Cerca de Abydos, en una tumba de El Amrah, el catedrático de anatomía de Manchester Grafton Elliot Smith descubrió a principios del siglo XX un cálculo vesical de unos 7.000 años, el objeto más antiguo hasta la fecha encontrado relacionado con la urología.
El dolor que produce en ocasiones (y esto bien lo sabe quien lo padece) se describe como «insoportable». A lo largo de la historia cirujanos osados han intentado eliminarlos con mayor o menor fortuna con los escasos medios que disponían.
Uno de los primeros fue en el siglo I, Aulo Cornelio Celso, que incidía la vejiga -a ciegas- hasta llegar a la piedra (litotomía). A partir de 1520, el cirujano italiano Juan de Romanis de Cremona describe una nueva técnica, publicada dos años después por su discípulo Marianus Sanctus en la obra «Libellus Aureus», que consistía en pasar por la uretra una herramienta para contactar con la piedra, después se introducía hasta el interior de la vejiga y con la ayuda de un fórceps la extraía. La operación requería tantos instrumentos quirúrgicos que terminó por conocerse como «operación Mariana» o «apparatus major».
También se intentaron otras vías de acceso como la suprapúbica o «de aparato alto» por el cirujano Pierre Franco, pero el problema era sobrevivir a la hemorragia y a las infecciones, y si tenías la fortuna de lograrlo, siempre tenías la posibilidad de quedarte incontinente el resto de tu vida o tener que convivir con una fístula perineal.
Será en el siglo XVIII que un joven estudiante de medicina, Jean Civiale, en 1817, experimentó con la posibilidad de extraerlos sin lesionar la vejiga, así, en 1824 llevó a cabo la primera litotricia transuretral en el Hospital Necker de París.
La valentía inconsciente de Claude Martin

Se trata de un personaje de lo más curioso y no solo por la «hazaña» que hizo con su propio cuerpo, sino por su vida en general.
Nació en Lyon, Francia, en 1735, hijo de un fabricante de ataúdes, con 16 años marchó de casa en busca de fortuna y pasó gran parte de su vida trabajando para la Compañía Británica de las Indias Orientales. Tras una exitosa carrera militar, su perspicacia administrativa, sus habilidades financieras y su reputación le hicieron amasar una gran fortuna hasta convertirle en el europeo más rico de la India. Arquitecto, cartógrafo, coleccionista de arte y filántropo, entre sus intereses se incluye el de los globos de aire caliente y esas primeras demostraciones públicas.
Sufría de cálculos en la vejiga y el dolor le resultaba insoportable. Sabía que si acudía a un cirujano le sometería a una dolorosa intervención, con unos resultados que podrían ser peores que la propia enfermedad, así que, en 1782 decidió operarse él mismo… ¿no lo dije?, también era un científico aficionado a la medicina.
Diseñó un instrumento especial hecho con una aguja de tejer e hilos encerados y un mango de ballena que insertó en su propia uretra y de su vejiga, raspó la piedra poco a poco a lo largo de 12 veces al día, durante 6 meses, hasta que los síntomas desaparecieron. Ante el éxito envió detalles de la operación a la Compañía de Cirujanos de Londres, que, reticentes al principio, finalmente la registraron como la primera operación de ese tipo.

La prevalencia de la litiasis urogenital ha aumentado en el último medio siglo y afecta al 10% de la población en los países industrializados. A partir de los 20 años de vida aumenta su incidencia, y es màxima entre los 40 y 60 años (en mujeres persiste esa incidencia después de esta edad). No todos los cálculos tienen la misma composición, siendo las cálcicas las más frecuentes, pero un consejo, si padecéis de alguno, no pretendáis ser tan osados como Claude Martin y acudid a un especialista, seguro que os dará una solución mucho menos dolorosa.
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