El virus o bacteria que acabe con la especie humana no ha surgido todavía, o quizás sí, puede que permanezca escondido en alguna aldea, en alguna ciudad, latente, esperando despertar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva décadas alertando que antes o después aparecerá y cuando lo haga provocará una pandemia que diezmará la población. Sin embargo, como seres humanos «inteligentes» que somos, podemos evitar que lo haga, y si lo hace, no tenemos excusa para estar preparados y tener un sistema sanitario mundial que lo pueda controlar, porque al final lo importante es la salud y si morimos, ¿de qué sirve todo lo demás?
No será que no nos avisaron…
Las menciones históricas de plagas son continuas a lo largo de la historia. Las epidemias nos han acompañado siempre y si hay algo que hemos aprendido es que son hijas de los tiempos en que aparecieron. Antiguamente se creía que las epidemias se debían a castigos divinos por nuestras conducta pecaminosas,es posible que más de uno lo piense en pleno siglo XXI y no digo que no nos lo merezcamos por lo estúpidos que somos en ocasiones, pero siempre acaban pagando justos por pecadores y esta visión se convierte en obstáculo para su control y su prevención.
La OMS lleva mucho tiempo insistiendo en que hay que acelerar la investigación de vacunas y medicamentos para enfermedades como el coronavirus del síndrome respiratorio del Medio Oriente, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, el Ébola, la fiebre de Lassa, el Zika… y entre todas estas incluye la «enfermedad X», una enfermedad causada por un patógeno desconocido todavía. Puede que esta enfermedad se origine no tanto por una bacteria o un virus, sino por el preocupante incremento en la resistencia a los antibióticos, sin embargo, lo más probable es que el origen tengamos que buscarlo en una enfermedad infecciosa de los animales y que salte a los humanos (zoonosis), una probabilidad que aumenta a medida que cambiamos el ecosistema y los hábitats humanos. Así fue con la epidemias antiguas y otras más modernas como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), las gripes aviar y porcina e incluso el VIH.
Alrededor del 60% de las enfermedades infecciosas emergentes a nivel mundial son zoonosis, y en los últimos treinta años se han detectado más de 30 nuevos patógenos humanos, el 75% de los cuales tuvieron un origen animal. Se cree que hay más de un millón y medio de virus capaces de infectarnos y que se desconocen, variantes de virus antiguos que en alguna ocasión ya lo hicieron, solo del SARS causado por coronavirus hay 50 variantes peligrosas. Si a esto añadimos que vivimos en un mundo global en el que los medios de transporte permiten desplazarnos grandes distancias en pocas horas, el caldo de cultivo para los virus está servido.
Hace poco más de dos décadas que en la localidad malaya de Sungai Nipah, en el sur de Asia, un virus más letal que el Ébola mató en pocos meses a los granjeros que estaban en contacto con animales enfermos, especialmente cerdos infectados. La mortalidad se cifró entre el 40-90% a consecuencia de neumonía y encefalitis. No fue el único brote, se repitieron periódicamente en Bangladesh y en Malasia. La comunidad científica comenzó a alertar de la enfermedad de Nipah hace poco más de tres meses para encontrar una vacuna que en caso necesario se pudiera aplicar, alerta que quedó en nada debido a la actual pandemia de COVID-19.
¿Qué podemos hacer a partir de ahora?
Deben formularse protocolos capaces de cumplirse a nivel mundial, no sirve que unos pocos países lo hagan y el resto no, es una guerra que para ganar unidos y los sistemas sanitarios deben tener los medios y el material adecuado para hacerle frente, con equipos multidisciplinares formados por epidemiólogos, médicos especialistas en enfermedades infecciosas, microbiólogos, entre otros. La descoordinación entre países que estamos viviendo estas semanas me desconcierta. ¿Cómo puede ser que los gobiernos actúen tarde y mal ante una pandemia que esta a las puertas de sus respectivos países? ¿De qué sirve cerrar una frontera, aislar a una población dos, tres, cuatro o no sé cuantas semanas más, cuando nuestros vecinos no lo hacen? No sé, llamadme ingenuo, pero no tonto, la actual pandemia por COVID-19 obligará a cambiar el sistema sanitario no solo de algún país, sino a nivel mundial.
La genética nos ayudará a combartir las epidemias. Desde el año 2016 la OMS creó el plan Blueprint para desarrollar proyectos de investigación que ayuden a combatir las futuras epidemias, y el ambicioso proyecto Viroma Global promovido por la Agencia de los EE. UU. para el Desarrollo Internacional, financiado por varias agencias y gobiernos, que pretende en diez años secuenciar el genoma de la mayor cantidad posible de virus susceptibles de infectar a las personas. Esto representaría un paso de gigante al acercarnos a conseguir vacunas universales, no solo contra los coronavirus, sino contra el Ébola, la gripe…
Tampoco debemos olvidarnos que la gran mayoría de las pandemias que nos asolan se originan de virus que primero afectan a animales de granjas o de bosques. Es la acción del ser humano con la deforestación, la técnicas de ganadería sin ningún tipo de control, la ingesta de animales salvajes y sin las condiciones higiénicas adecuadas las que potencian estas infecciones, y es aquí donde también podemos actuar para prevenirlas.
En fin, perdonar si tras leer el artículo os agobié un poco, entiendo que provocara este sentimiento a más de uno en los tiempos que corren, pero necesitaba escribirlo, no solo como catarsis personal -que también-, sino porque hemos de ser conscientes de las cosas importantes de este mundo, la vida. Si no hacemos todo lo que está en nuestras manos y si no invertimos en sanidad e investigación lo suficiente, no conseguiremos los medios adecuados para hacer frente la «enfermedad X» cuando llegue, que llegará, porque, claro, por muchas bombas que tengamos, por mucha fibra óptica de última generación, por muy rápido que se desplacen los trenes, esto no nos servirá de nada.
El ser humano nace inteligente, pero debe aprender a pensar, y sin vida para hacerlo… lo demás no importa. Las epidemias hay que prevenirlas antes de que nos infecten ¿Cuándo será la próxima? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que aparecerá, más pronto que tarde.
Para saber más:
Mi bisabuelo murió d la gripe española, y a pesar d todo lo q hemos avanzado en un siglo, parece ser q no es, ni de lejos suficiente.. Pero estoy segura q d esto sacaremos muchas cosas positivas a nivel humano😉😘🤗❤🌟
Hola Mamen,
estamos tratando una enfermedad del siglo XX con los medios del siglo XX, en lugar del siglo en que estamos, el XXI. La genética y las vacunas serán las que nos salven, pero claro, hay que invertir en investigación y desarrollo. Esperemos que la actual pandemia haga recapacitar a los gobiernos de todo el mundo y salgamos más fuertes tras ella.
Abrazos
Entiendo lo que dices sobre tu desconcierto ante la actitud de los gobiernos como si esta pandemia no fuera a tocarnos. Estados Unidos será grande otra vez, quizá la actitud arrogante de nuestro mandatario acabe con más vidas que las de ningún otro país. Que Dios nos ayude.
Hola Melbag,
no esperéis que el gobierno de Trump (al igual que pasó en Europa estas semanas) actúe rápido y bien. Imagino que él, como empresario que también es, intentará retrasar lo que pueda el confinamiento total de la población. Un consejo que te doy es que lo iniciéis a modo particular antes de lo que digan los políticos, y sobre todo, tened mascarillas, guantes y desinfectante para las manos.
Un abrazo y a cuidarse
No salgo hace 2 semanas. Ver como la pasan en otras partes del mundo fue mi aviso. Gracias por tus recomendaciones y gracias por tu servicio a tu país. Un abrazo sin COVID.
Tienes mucha razón la enfermedad ya va con más fuerza y es casi imposible detenerla
Hola Pascual,
esperemos que países como Brasil y otros reculen en sus políticas para afrontarla porque si no la mortalidad será inasumible. Parece mentira que los gobernantes sean tan inconscientes y no se dejen asesorar por los expertos. Es intolerable y deberán depurarse responsabilidades cuando todo esto pase, porque pasará.
Un saludo