En 1973 el psicólogo David Rosenhan publicó en la revista Science «On being sane in insane places» (en castellano, sobre estar cuerdo en sitios de locos) un experimento sobre la validez del diagnóstico psiquiátrico que, a pesar de las críticas recibidas tuvo un importante impacto, me refiero al conocido como experimento de Rosenhan.
Todos recordaremos la película «alguien voló sobre el nido del cuco» protagonizada magistralmente por Jack Nicholson en la que interpreta a un hombre condenado por asalto y que es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible disciplina del centro acentúa su conducta y acabará desencadenando una guerra entre los pacientes y comprobamos como los trabajadores del centro actúan de manera fría y severa. Sí, la medicina ha avanzado mucho, sin embargo, las enfermedades mentales son una de las áreas que más problemas tienen a la hora de ser diagnosticadas y tratadas correctamente.
Un poco de historia…
Los hospitales psiquiátricos, conocidos antes como manicomios, tiene su orígen en los templos griegos. Hasta el siglo XV las personas consideradas locas se recluían en instituciones en condiciones deplorables, incluso encadenadas. Después, aunque también se les aislaba y encerraba para mantener el orden público y alejarles del contexto que les hacía daño, comenzaba a existir una cierta preocupación para tratarlos mejor. En España, se fundó uno de los primeros hospitales psiquiátricos en Valencia en el año 1410, el Hospital de los Inocentes, y no será hasta principios del siglo XIX que comienza a propugnarse la humanización de estos pacientes con el médico francés Philippe Pinel. En 1887, Nellie Bly, una reportera que se hizo pasar por loca a fin de ser ingresada en el hospital psiquiátrico neoyorquino de Blackwell’s Island para denunciar las condiciones de estos centros, publicó su desagradable experiencia teniendo una gran repercusión mediática. Su caso obligó a las administraciones estadounidenses a iniciar reformas, aunque con poco éxito. A mediados del siglo XIX comenzarán a surgir centros benéficos públicos o privados para tratarlos, pero tampoco se mejoró mucho a la hora de tratarlos.
Será en la década de los años 60 del pasado siglo que comienza a haber un cambio de mentalidad a nivel internacional y se enfocó el tratamiento no tanto desde su aislamiento, sino desde la propia comunidad. Hoy, la OMS recomienda los centros de atención comunitaria con el apoyo de camas psiquiátricas hospitalarias en el caso que fuera necesario ingresar.
El experimento de Rosenhan
El psicólogo estadounidense David Rosenhan llevó a cabo entre los años 1968 y 1972 un estudio sorprendente similar al de Nellie Bly. Contó con la colaboración de personas sanas («pseudopacientes») que simularon alucinaciones auditivas para ser internados en distintos hospitales psiquiátricos de cinco estados norteamericanos. Entre los pacientes se encontraba el propio Rosenhan, un estudiante de psicología, tres psicólogos, un pediatra, un pintor, un psiquiatra y una ama de casa, utilizando nombres y profesiones falsas.
Simularon tener alucinaciones auditivas y tras ingresar todos ellos se comportaron normalmente y comunicaron a los responsables médicos de los distintos centros que dejaron de sufrirlas. Sin embargo, todos fueron obligados a reconocer que seguían teniendo una enfermedad mental debiendo medicarse con antipsicóticos y permanecer recluidos, algunos, hasta varios meses.
En una segunda fase del experimento, uno de estos centros psiquiátricos desafió a Rosenhan a enviar pacientes sanos mentalmente a su hospital que simularan una enfermedad psiquiátrica, para así demostrar la fiabilidad de sus diagnósticos. Tras aceptar el reto, en las semanas siguientes el hospital atendió a 193 pacientes de los cuales identificó 41 como posibles pseudopacientes (19 sospechados por al menos un psiquiatra y otro miembro del centro) La sorpresa vino cuando David Rosenhan informó que no había enviado a ningún paciente.
El estudio de Rosenhan concluyó que en los hospitales psiquiátricos no se pueden distinguir a los cuerdos de los locos, algo que sin duda generó gran controversia y representó una dura crítica a los hospitales públicos. Muchos criticaron que engañar con síntomas falsos a un profesional de la medicina no puede poner en duda el diagnóstico que se hace en base a los síntomas, pero Rosenhan no criticaba que se admitieran a los simuladores de enfermedades, sino que una vez en el centro, a pesar de manifestar aparentemente una buena salud mental, el diagnóstico no podía mantenerse. Sin duda, el experimento influyó en la posterior reorganización y desinstitucionalización del tratamiento de los enfermos mentales.
David Rosenhan fue pionero a la hora de utilizar la psicología en los procesos judiciales e investigó el área de la psicología educacional, además de ser conocido por su extraordinario, osado e influyente experimento. Puede que sigan habiendo muchas personas cuerdas en los hospitales psiquiátricos, y es que tal como decía el genio de Salvador Dalí…
El payaso no soy yo, sino esa sociedad tan monstruosamente cínica e inconscientemente ingenua que interpreta un papel de seria para disfrazar su locura.
Una película:
Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), de Milos Forman y protagonizada por Jack Nicholson
Para saber más:
Sobre estar sano en lugares insanos, por David L. Rosenhan. Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (1973)
El debate en torno a los manicomios entre los siglos XIX y XX: el caso de Nellie Bly. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.37 no.131 Madrid ene./jun. 2017
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Muy intersante este articulo
Hola Jose,
gracias por leerlo.
Saludos