Jorge Juan, el espía de tres reyes

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Retrato del marino español Jorge Juan y Santacilia (1828), de Rafael Tejeo. Museo Naval de Madrid

Todos hemos escuchado aquella gran verdad que dice que la información es oro. Sin duda, esta afirmación es cierta y fue bien conocida por los monarcas europeos en tiempos de la IIustración que se gastaron ingentes cantidades de dinero y recursos en mantener una complicada red de espías articulada en sus embajadores. España, Francia y Gran Bretaña se espiaban mutuamente y si hubo un profesional en esto de espiar y que bien pudo cambiar el rumbo de la historia evitando la derrota de España en Trafalgar, este fue Jorge Juan, un James Bond de la época, pero al servicio de la Corona Española.

Científico aventurero

Ciertamente deberíamos escribir tres biografías y no una para explicar su vida. Científico, considerado sabio en Europa, y el más importante de los espías españoles del siglo XVIII, su nombre completo es Jorge Juan y Santacilia. Nació en Novelda, su padre descendía de los condes de Peñalba, y su madre procedía de una rica familia ilicitana. A los 14 años profesa en Malta y dos años después pide el ingreso en la Real Compañía de Guardias Marinas, graduándose con 21 años. Durante tres años participaría en las campañas de Orán, en la escuadra que acompañó al futuro Carlos III para asumir el Trono de Nápoles y navegó bajo las órdenes del defensor de Cartagena de Indias, Blas de Lezo.

Tras la Guerra de Sucesión Española y con Felipe V como monarca de un país que desconfiaba del progreso, se comienzan a crear centros de estudio donde se enseñaba la ciencia más moderna, algo de lo que se aprovechó y destacó Jorge Juan.

El rey Luis XV solicitó al monarca español que permitiera enviar a académicos franceses a viajar a Quito para medir un arco de Meridiano bajo el Ecuador y obtener el valor de un grado terrestre. Felipe V, aunque receloso, lo permitió con la condición de que Jorge Juan y otro científico, Antonio de Ulloa, les acompañara. El primero se haría cargo de la matemática y la astronomía, mientras que el segundo sería el naturalista. Aprovechando el viaje deberían también encargarse de recoger información tanto cartográfica, como histórica y de otras áreas científicas, aunque la misión más importante sería secreta: conocer de primera mano el estado real de sus pueblos de ultramar y tener bien vigilados a los franceses en la expedición para impedir que llevaran información  considerada vital al monarca de Francia.

Fueron nueve largos y duros años de travesías interminables, luchando contra la climatología y la orografía del terreno, pero los informes que envió a Felipe V resultaron ser de gran valor. Confirmó que tanto los gobernantes, religiosos y corregidores de esas tierras tiranizaban o hacían la vista gorda de los abusos que recibían los Indios.

El regreso a España

Jorge Juan comprobó en su regreso que Felipe V murió y ni los académicos franceses le nombraron en sus logros, ni fue reconocido en España. Sin embargo, en el trayecto de vuelta pudo comprobar de primera mano que los buques ingleses eran más rápidos, maniobrables y poderosos que los franceses, algo que le hizo reflexionar y le alertó del peligro que representaba para mantener los dominios de España en América.

Por aquél entonces el servicio secreto británico era el mejor del mundo y en España, Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, era quien dirigía directamente la red de espionaje. Jorge Juan se entrevistó con él y le hizo llegar sus informes secretos al rey Fernando VI.

El marqués de la Ensenada se propuso rearmar militarmente a España, especialmente su obsoleta flota. Los barcos tenían mala maniobrabilidad y la madera utilizada en su construcción les hacían pesados y lentos, es decir, malos para la guerra. Decidió enviar a técnicos y científicos a formarse en el extranjero, así como a espías que recabaran toda la información que pudieran al respecto.

Bond, James Bond, perdón, Juan, Jorge Juan

Enviado por el marqués -del que fue sin duda su mejor amigo con el tiempo-, Jorge Juan llegó a Londres en 1749, bajo el falso nombre de Mr. Joshua. El embajador español en Londres, Ricardo Wall, incapaz de grandes audacias, comprobó in situ como el espía enviado por el marqués conseguía en una semana lo que él no pudo en meses: Informó de la construcción naval, de los modernos astilleros ingleses, se hizo con copias de los diseños de barcos y de las primeras aplicaciones de máquinas a vapor para limpiar puertos y con el tiempo descubrió los planes de los ingleses para atacar América.

Propuso trabajar en España a ingenieros navales ingleses de renombre, a maestros y obreros que envió en el navío Dorotea. Esta fuga de profesionales fue descubierta -aunque tarde- por los ingleses, obligando a Jorge Juan a cambiarse el nombre por Mr. Sublevant. No solo envió a España a estos especialistas e ingenieros, sino que sacó de Inglaterra a sus mujeres. En abril de 1750 huyó disfrazado de marinero en el mercante Santa Ana de Santoña y cruzó el Canal hacia París, mientras los ingleses le pisaban los talones.

El marqués de Ensenada reformó los astilleros españoles y se propuso construir una flota superior a la inglesa, hechos que despertaron las envidias e intrigas en la corte, que, con el empeño del embajador británico en Madrid lograron la destitución del marqués y su destierro tras el motín contra Esquilache.

Cuadro sobre la batalla de Trafalgar de Juan Vallejo. Batalla de las guerras Napoleónicas donde se enfrentó la escuadra hispano-francesa contra la británica y que acabó en desastre con la derrota de la flota combinada

Su caída perjudicó a España y a sus intereses en las Indias, para mayor suerte de los ingleses, ya que, la Armada inglesa terminaría por derrotar a la flota española en la batalla de Trafalgar el 21 de octubre de 1805, otorgó a los británicos el dominio absoluto de los mares  y la flota española quedó fuertemente debilitada. Se dificultó el tráfico comercial y militar, así como el control de las colonias españolas en América.

En el título del artículo menciono que Jorge Juan fue espía de tres reyes, y ya hablé de Felipe V y Fernando VI, nos queda el tercero, Carlos III. Este monarca intentó modernizar la sociedad bajo un programa ilustrado y reservaría a Jorge Juan su última misión, una de las más difíciles: informar secretamente de todo lo ocurrido en la embajada de Marruecos. El monarca le nombró en 1766 embajador extraordinario en Marruecos, su última misión, que resultó ser agotadora para ya un cansado Jorge Juan, pero su trabajo fue reconocido por el propio rey y dio lugar al primer Tratado hispano-marroquí que propición las primeras relaciones institucionales entre ambos países. Poco después, murió en Madrid.

Jorge Juan sirvió toda su vida a la Corona desde que juró lealtad en la Academia de Guardiamarinas.  No sé si algún director de cine de renombre leerá este artículo (venga, Bayona, anímate) pero le invito a que investigue acerca de la figura de este personaje, seguro que se convertiría en buen competidor de ese otro agente que está al servicio de su Majestad, el 007, vamos, Bond, James Bond.

Link foto:

Franco310397

Información basada en los artículos Espías del siglo XVIII, de José Luis Gómez Urdáñez. National Geographic Historia Número 194; El ilustrado Jorge Juan, espía y diplomático, de José Luis Gómez Urdáñez pp. 106-127 cervantesvirtual.com

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