La risa, ¡qué buena es la risa! Al reír se contraen más de 12 músculos faciales y otros 400 músculos incluidos el estómago, que solo se puede ejercitar con ella, además se desencadenan procesos bioquímicos que nos producen una sensación de bienestar tanto física como psicológica. Se calcula que los niños ríen unas 400 veces al día, mientras que los adultos tan solo 17 (los hay que no lo hacen nunca), así que, os animo a intentar acercarse a las cifras de los chavales, porque todos al nacer ya sabemos llorar, pero necesitamos aprender a reír y qué mejor forma que con un buen chiste.
La palabra chiste proviene del verbo «chistar», que significa hablar en voz baja, y el porqué de ese origen lo encontramos en el hecho de que antiguamente las ocurrencias que se explicaban para hacer reír eran obscenas, vaya, en eso no hemos cambiado tanto, y cuando alguien quería contar alguna se explicaba susurrando al oído para que nadie pudiera escucharla.
Un estudio realizado en 2008 por especialistas del Reino Unido de la Universidad de Wolverhampton recogió los que se consideran los chistes más antiguos de la humanidad. Como comprobaréis, los chistes son universales, atemporales y están presentes en todas las culturas.
Los más antiguos
El primero de la lista está escrito en unas tablillas sumerias del año 1900 a. C. (algunos piensan que son más antiguas) y hace referencia a las flatulencias de una mujer ante su marido.
Algo que no ocurre desde tiempos inmemoriales: Una joven mujer que no se haya tirado un pedo en el regazo de su esposo.
Como podréis comprobar la temática no difiere mucho de cualquier otro chiste de nuestros tiempos y aunque puede que hoy no nos haga demasiada gracia -ciertamente los hay mejores-, en aquellos tiempos debió de ser motivo de carcajadas a raudales.
Le sigue uno egipcio encontrado en el Papiro de Westcar, un texto escrito aproximadamente en 1650 a. C. y que podemos encontrar en el Museo Egipcio de Berlín.
¿Cómo entretienes a un faraón aburrido? Haces navegar sobre el Nilo una barca cargada de mujeres jóvenes vestidas solo con redes de pesca y le pides al faraón que vaya a atrapar un pescado.
El siguiente a mí no es que me haga mucha gracia, pero merece estar aquí por contarse en el año 1200 a. C.
Tres vaqueros de Adab estaban sedientos. Uno era dueño de un toro, otro de una vaca y otro de una carreta. El dueño del toro no quiso ir a buscar agua porque temía que un león se comiese a su toro. El dueño de la vaca tampoco quiso ir porque temía que su animal se perdiese en el desierto. El dueño de la carreta no quiso ir porque temía que le robasen su cargamento. Así los tres juntos se pusieron en camino a buscar agua. Durante la búsqueda, la vaca quedó preñada del toro y cuando nació un ternero, este se comió toda la carga de la carreta. Problema: ¿Quién es el dueño del ternero?
Año 1100 a. C. ¿Qué puedo decir? Estoy sin palabras…
Una mujer que es ciega de un ojo, ya tiene 20 años de casada. Un día su esposo dice: “Me divorcio, estás ciega de un ojo”. Ella responde: “¿Y eso lo descubres después de veinte años de matrimonio?
Los griegos en el año 800 a. C. se reían de sus propios mitos.
Odiseo le dice al Cíclope que su verdadero nombre es ‘nadie’. Cuando Odiseo ordena a sus hombres que ataquen al Cíclope, el Cíclope grita: ‘¡Ayuda, nadie me está atacando!’ Nadie acude en su ayuda.
El siguiente que le sigue en el tiempo es del año 429 a. C. y se contaba en la antigua Grecia.
Pregunta: ¿Qué animal camina a cuatro patas por la mañana, a dos al mediodía y a tres por la tarde? Respuesta: el hombre. A cuatro patas como bebé, a dos como hombre y usa bastón en la vejez”.
Que sí, que sí, que los romanos también se reían hasta del mismísmo emperador Augusto.
El emperador Augusto estaba de gira por el Imperio cuando vio a un hombre en la multitud que tenía un parecido sorprendente consigo mismo. Intrigado, preguntó: ‘¿Tu madre estuvo alguna vez en el servicio de Palacio?’ ‘No, alteza’, respondió, ‘pero mi padre sí’.
Imagino que no os hicieron mucha gracia, pero seguro que en aquellos tiempos se volvieron virales. Os dejo uno un poco más actual, sin dejar de lado la Historia.
-¿Y dice que sabe de historia del arte?
-Sí, soy un experto.
-¿Y qué opina del Renacimiento?
-¡Que es imposible! Si te mueres, te mueres.
Si os quedásteis con ganas de más chistes históricos os recomiendo que entréis en este otro artículo del blog El Philogelos, la más antigua recopilación de chistes.
Si es que el que ríe el último, probablemente no entendió el chiste. 😉
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