
Si hablamos de coches exclusivos seguro que nos vienen a la mente los Rolls-Royce. Desde que Charles Rolls y Sir Henry Royce se asociaron en 1904 tomaron lo mejor que existía entonces y lo hicieron mejor. Pero no hablaré de sus excelencias como automóviles, sino de la historia de amor que hay detrás de esa pequeña escultura que sirve de adorno en su capó, “The Spirit of Ectasy” (El espíritu del Éxtasis).
Una historia de amor
John Walter Edward Scott-Montagu, político británico y promotor del automovilismo, se enamoró de su joven secretaria, Eleanor Velasco Thornton, la relación se ocultó al proceder ella de una familia de origen humilde. Poco tiempo después Montagu cedió a las presiones familiares para casarse con Lady Cecil Victoria Constance. A pesar del enlace mantuvo su amor por Eleanor y tuvo una hija con ella que sería entregada en adopción. El 30 de diciembre de 1915 se dirigieron ambos a la India en el barco SS Persia y en el trayecto fue torpedeado sin previo aviso por un submarino alemán. Montagu sobrevivió, Eleanor no.

Unos años antes Montagu había encargado a su amigo y joven escultor inglés, Charles Robinson Sykes una escultura para el capó de su Rolls-Royce Silver Ghost con la imagen de Eleanor como modelo. Originalmente creó una figurita basada en ella con su ropa en movimiento y con el dedo izquierdo contra sus labios, una forma de simbolizar su amor secreto, y le dio el nombre «The Whisper» (El susurro).
Los primeros Rolls-Royce no tenían ninguna mascota sobre su radiador, simplemente el emblema de la compañía. Sus exclusivos clientes pensaron que un coche de esa categoría debía de tener una mascota que les identificara y hacia 1910 comenzaron a fijar ornamentos que en algunos casos no resultaron ser los más apropiados.

Fue así que Rolls-Royce ordenó crear un logo de su marca que estuviera a su altura y el director de la empresa, Claude Johnson, se lo propondría a Sykes indicándole que debía transmitir el espíritu de la empresa: velocidad con silencio, energía, belleza y armonía. Sykes decidió modificar la escultura que hizo para el Rolls-Royce de Montagu y presentó en febrero de 1911 la estatuilla “The Spirit of Ectasy”, conocida también como “Emily”, con la forma de una mujer inclinada hacia adelante con sus brazos extendidos sobre ella hacia atrás, mientras una ondulada tela atravesaba su espalda y brazos a modo de alas.
Chapada en plata hasta 1914, se fabricaría después con una aleación de cromo o níquel para disuadir a los amigos de lo ajeno. Desde entonces ha sufrido un total de 11 modificaciones para adaptarse a los cambios de sus carrocerías.
Henry Royce no pensó nunca que esa figurita mejorara el aspecto de sus coches, incluso lo vio como un gran inconveniente al pensar que empeoraría la visión del conductor, sin embargo, se convirtió en marca de la empresa con gran éxito y ha permanecido en el frontal de todos los Rolls-Royce hasta ahora. El actual diseño es de 7,5 cm. de altura y podemos encontrarla en acero inoxidable, plata de ley u oro, estas dos últimas opciones se pagan a parte, aunque imagino que a sus propietarios no les vendrá de esto…
Un video The House of Rolls-Royce, Chapter I: The Spirit of Ecstasy
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