
En el siglo XVII nació en Alemania un artista sin igual. Mago, músico y calígrafo, su destreza y fama trascendieron fronteras, tanto por sus logros y vida personal, como por su peculiar físico al no tener piernas, ni manos. Su nombre, Matthias Buchinger.
Al nacer, sus padres comprobaron que no tenía piernas ni pies, y sus brazos se desarrollaron parcialmente sin manos. Vergonzosos, sus padres lo ocultaron hasta que con 20 años de edad comenzó a aparecer en ferias realizando con sus muñones «actos artísticos». De adulto midió tan solo 74 centímetros, pero lejos de vivir una desgraciada existencia por su impedimento físico, desarrolló una destreza sin igual en todo lo que se proponía. Mago consumado, imbatible en la manipulación de dados y cartas, fue capaz de tocar hasta media docena de instrumentos musicales, algunos de su propia invención. Puede parecer imposible pero si en algo fue apreciado era en su calidad como dibujante y calígrafo. Desarrolló un antiguo arte tradicional judío del siglo IX en el que utilizaba unas diminutas líneas de texto para crear formas o patrones, conocido como micrografía, y construyó figuritas de madera que hábilmente colocaba en el interior de botellas. Sus obras las firmaba al revés y en espejo, agregando «nacido sin manos ni pies».
Su fama no dejó de crecer y viajó por todo el norte de Europa entreteniendo a nobles y reyes. Se tiene constancia de una entrada de 1717 en el libro de cuentas real francés que menciona la paga que recibió por divertir al joven rey Luis XV en el Palacio de las Tullerías cuando contaba siete años de edad.
Se hablaba de su destreza por todo el continente europeo, así como de su fama de mujeriego al casarse cuatro veces y tener al menos 14 hijos de ocho mujeres. En aquella época se acuñó en Inglaterra el término «bota de Buckinger» para referirse a la vagina, ya que el único «miembro» que tenía Matthias Buckinger era su pene.
Sus hazañas fueron protagonistas en muchos poemas y baladas que se escribieron sobre él, y hoy sus obras forman parte de la colecciónThe Metropolitan Museum of Art
Focomelia
Se trata de una enfermedad muy rara que afecta a uno de cada 20 000 recién nacidos, que provoca un insuficiente desarrollo de los huesos de las extremidades, que en su forma más grave hace que las manos y los pies estén enganchados al tronco. La causa un defecto en la diferenciación celular debida a mutaciones en un gen como consecuencia de diversos teratógenos.
En nuestros días aún se recuerda el uso de la talidomida a finales de los años 50 del siglo pasado, un fármaco novedoso entonces que se comercializó por sus efectos sedantes sin los riesgos de los barbitúricos, además de ser eficaz en el tratamiento de las náuseas y los vómitos de las gestantes. En menos de una década se asoció al incremento de niños nacidos con focomelia y otras alteraciones genéticas, retirándose del mercado. Contrariamente a lo que pudiéramos pensar, en la actualidad la talidomida se sigue administrando como tratamiento de algunas enfermedades de la piel, inmunológicas, hematológicas e infecciosas, siempre teniendo en cuenta de que si se trata de una mujer debe usar algún metodo eficaz anticonceptivo.
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