
Libros hay muchos, pero que puedan matarte (literalmente), no tantos. Esto es lo que puede pasarle a cualquiera que se le ocurra ojear el que aquí os presento. Perteneció a Marie Curie y como muchas de sus pertenencias, sigue siendo muy radiactivo.
Entre otras cosas los Curie descubrieron el radio y el polonio, elementos químicos de los que entonces se desconocían el peligro que representaba su exposición en el ser humano. De hecho, una nota autobiográfica de Marie Curie describe contenta como se iluminaba por la noche su laboratorio con luces color azul y verde.
Una de nuestras alegrías era ir a nuestra sala de trabajo por la noche; luego percibimos por todas partes las siluetas débilmente luminosas de las botellas de cápsulas que contenían nuestros productos. Era realmente una vista encantadora y una siempre nueva para nosotros. Los tubos brillantes parecían como luces débiles, de hadas.
Pierre Curie murió en 1906 en París, atropellado por un carruaje, su mujer, Marie, siguió trabajando veintiocho años más hasta que una anemia aplásica secundaria a la radiación recibida durante años terminó con su vida. Les enterraron juntos en el pequeño cementerio del sur de París, en el pueblo de Sceaux, hasta que la Asamblea Nacional de Francia aprobó el traslado de sus restos al Panteón Nacional el 14 de abril de 1995 junto a otros ilustres franceses como Victor Hugo, Rousseau, Voltaire y Braille.
Durante la exhumación se emplearon todos los medios de protección que podían tomarse y comprobaron que el ataúd de Marie se encontraba muy deteriorado, aunque su cuerpo se encontraba en una caja de plomo de casi tres centímetros de grosor.
Al no tomar ninguna medida durante tantos años de investigación todo en su laboratorio quedó impregnado de radiación: cuadernos, notas, libros, ropa, muebles…. En la década de los años 80, se observó un elevado número de cánceres entre el vecindario donde se encontraban y diez años después se decidió limpiar el edificio y se planteó la opción de destruirlos o almacenarlos de forma segura. Se optó por lo segundo y hoy se guardan como tesoros nacionales en la Biblioteca Nacional de Francia, en París, en un sótano en cajas forradas de plomo.
El radio que contienen tiene una vida media de 1600 años, así que, aún pasarán muchos años hasta que puedan manipularse sin peligro, mientras, de manera justificada y firmando previamente una renuncia de responsabilidad, los investigadores que lo deseen pueden observarlos, eso sí, con un equipo especial protector.

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WellcomeImages; Willem van Valkenburg
Información basada en ABC.es
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