Reliquias del mundo, una cuestión de Fe

Relicario del Santo Clavo en el tesoro de la Catedral de Trier, Alemania. Contiene un clavo de la Santa Cruz.

La lengua de San Antonio, los dedos de Galileo, el pene de Napoleón, el dedo del gatillo de Pancho Villa… y hasta el «último aliento» de Thomas Edison, estas son solo algunas de las extrañas reliquias que hay dispersas por el mundo. En el ámbito religioso el culto a las reliquias se remonta a los principios del cristianismo tras las persecuciones que sufrieron, y los primeros restos recogidos y documentados son los de san Esteban, considerado el primer mártir de la Iglesia católica.

Las reliquias pueden tratarse de los restos físicos de un santo, sus efectos personales o los objetos que han estado en contacto con él. No son algo exclusivo del cristianismo, también de otras religiones como el islam, el budismo y el hinduismo tienen las suyas, incluso antes, en la Antigua Grecia, se guardaban los restos de sus héroes venerados, aunque generalmente no se les atribuían sanaciones ni milagros, más bien una función de protección de la ciudad donde se encontraban.

Objetos deseados por los cristianos

Muchos son los que han puesto en peligro sus propias vidas para conseguir reliquias de santos, como cuando bajo el mandato del emperador Trajano, en el año 107, el obispo de Antioquía, San Ignacio, murió devorado por las fieras en la arena del anfiteatro de Roma, y según se documenta en las actas de su pasión los cristianos que allí se encontraban saltaron a la arena para recoger sus restos y llevarlos a Antioquía. Otras veces, recogían la sangre derramada con paños o esponjas (sangre de los mártires) o las compraban directamente con plata.

También han sido motivo de disputa, como en el caso de la devoción a San Martín. De hecho, tras Jerusalén, Roma y Santiago, el lugar con más peregrinaciones durante la Edad Media ha sido la tumba de este santo en Poitiers y Tours, cuyos habitantes mantuvieron una larga reyerta por la posesión de su cuerpo.

En el inicio del cristianismo los altares se levantaban sobre el enterramiento de un santo, en esos lugares se construyeron las primeras basílicas, hasta que con el tiempo algunos de los cuerpos se trasladaron a las ciudades, comenzando a fragmentar los cuerpos de los santos en la segunda mitad del siglo IV para poder abastecer a todas las iglesias con alguna reliquia, sobre todo tras el Concilio de Cartago, que estableció que para poder consagrar una iglesia debía tener una reliquia en su altar.

Esto dio lugar a numerosas falsificaciones, en el siglo XIII, en el IV Concilio de Letrán, se prohibió venerar cualquier reliquia que no dispusiera de un «certificado de autenticidad». Y es que solo con la Cruz de Cristo los caballeros templarios repartieron numerosos restos, tantos como para llenar varias catedrales, algo que no me negaréis que es muy sospechoso…

En la Alta Edad Media, las catacumbas romanas proporcionaron abundante material a los coleccionistas de reliquias y durante el expolio de los templos de Constantinopla en la cuarta cruzada, se llevaron tal como documenta Roberto de Clarí en 1204 :

«dos fragmentos de la Vera Cruz, tan gruesos como la pierna de un hombre y tan largos como una media toesa. Y se encontró también el hierro de la lanza con la que fue herido el costado de Nuestro Señor y los dos clavos con que clavaron sus manos y sus pies. Y se encontró también la túnica que había llevado y de la que fue despojado cuando lo llevaron al Calvario. Y se encontró también la corona bendita con la que fue coronado, que era de juncos marinos, tan puntiagudos como hierros de leznas. Y se encontró también el vestido de Nuestra Señora y la cabeza de monseñor san Juan Bautista, y tantas otras reliquias que no podría describirlas».

Me alargaría demasiado si enumerara todas las reliquias que hay repartidas por todo el mundo y solo mencionaré algunas relacionadas con el Cristianismo, como las Reliquias de la Pasión (Vera Cruz, la lanza sagrada, el Santo Grial, la Corona de espinas, la Sábana Santa, el Velo de la Verónica, el Santo Sudario, los clavos de la Cruz, el letrero de la Cruz, la esponja con la que dieron de beber y la columna de la flagelación). Otras hacen referencia a las vestiduras de Cristo (sandalias, pesebre y pañales) e incluso al Santo prepucio y la Santísima Sangre. Otras corresponden a la Virgen María, como su túnica, su velo, su cíngulo, sus cabellos, su leche materna y su anillo nupcial. Y las de los santos no enumeraré por ser una lista interminable.

Por supuesto el fraude estaba a la orden del día y muchas de las reliquias son improbables, como la leche de la Virgen, el prepucio de Jesús, el cordón umbilical, las monedas por las que se vendió Judas, una pluma del Espíritu Santo (Oviedo) o el suspiro de san José (actualmente en el Vaticano).

Reliquias de otras religiones

  • En el islam, muchos teólogos han denunciado el conflicto entre la veneración de reliquias con las enseñanzas de Mahoma, pero siglos atrás la veneración era permisible. En este enlace podéis ver la huella del profeta preservada en la Mezquita Eyüp Sultan, en Estambul, y en la Mezquita Aljama de Kandahar, Afganistán, se encuentra una capa que según se piensa le perteneció. Se encuentra bajo llave y solo se saca en situaciones excepcionales de gran crisis.
  • En el budismo, se afirma en el Nirvana Sutra que Buda se incineró y sus restos se repartieron entre las ocho tribus indias que los reclamaron. La tradición dice que siete huesos no se quemaron, y hoy la más famosa de estas reliquias es su diente canino izquierdo, que puede venerarse en el templo Sri Dalada Maligawa en Kandy, Sri Lanka, en una cámara rodeada por siete estupas de oro grabadas con piedras preciosas.

La colección de Felipe II

A finales del siglo VI, la emperatriz Constantina, hija del emperador Tiberio II pidió al papa Gregorio Magno que le enviase la cabeza o alguna otra parte del cuerpo del apóstol san Pablo para colocarla en la capilla que estaba construyendo en su palacio de Constantinopla. Pero si hay un rey, reina, emperador o emperatriz que reunió una gran colección de reliquias fue el rey de España Felipe II. Entre los años 1569 y 1599 acumuló  7422 reliquias, entre las que se incluían doce cuerpos enteros, 144 cabezas y 306 miembros de santos y santas, previo permiso concedido por el papa Pío V para coleccionarlas a título personal en el Monasterio de El Escorial, en Madrid.

Por cierto, si os quedó la duda de saber dónde se encuentra la lengua de San Antonio os diré que se encuentra en un relicario en la Basílica de San Antonio en Padua, Italia, siendo invocado por los cristianos cuando se les ha perdido algo; el pene de Napoleón, se cree que podría estar en la colección de un argentino que la adquirió hace cinco años tras la muerte de su anterior propietario, un urólogo estadounidense; el dedo del gatillo de Pancho Villa se encuentra en venta en una tienda de empeños de Texas y el «último aliento» de Thomas Edison, en un tubo de ensayo en el Museo Henry Ford de Michigan, después de que su médico le pusiera una botella abierta junto a su boca tras exhalar su último suspiro.

Al final, todo es cuestión de creer y de Fe.

Link foto:

Vitold Muratov

Información basada en el artículo de wikipedia LCC 3.0

2 respuestas a “Reliquias del mundo, una cuestión de Fe”

  1. Avatar de Entre bordoneros y galloferos en el Camino de Santiago –

    […] cinco conventos de monjas venerando el prepucio de Jesús, obviamente, resultaba imposible. Otras reliquias eran difíciles de creer como las plumas de los arcángeles San Miguel y San Rafael, el suspiro de […]

  2. Avatar de Los Caballos de la Basílica de San Marcos –

    […] en Constantinopla en 976 con añadidos posteriores compuesto de 250 paneles, con 1927 gemas; reliquias conseguidas en las conquistas venecianas en Oriente, entre ellas restos de la Santa Cruz, el clavo […]

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