
¿Por qué es blanco el traje de novia? La cultura popular respondería que el blanco simboliza la pureza e inocencia propios de la novia (los hay que dirían que es porque es el día más importante y alegre de su vida), sin embargo, la tradición de vestir ese color la encontramos no muy lejana a nuestros tiempos, concretamente con la reina Victoria del Reino Unido como protagonista, a mediados del siglo XIX.
En otros tiempos…

Ya fuera por supersticiones, creencias, símbolos de poder y ostentación, encontramos los primeros indicios de los vestidos de boda en la antigua Mesopotamia del tercer milenio antes de Cristo. En la sociedad de entonces exhibían a las jóvenes, futuras esposas, en un «mercado de solteras» donde esperaban ser compradas. Para ser elegida se vestían con sus mejores ropas y se acicalaban con bellos adornos. Así lo describe el historiador griego Heródoto en el siglo V a. C. durante su estancia en Babilonia en el «Libro 1» de su Historias:
Trataré ahora de sus costumbres, la más razonable de los cuales, en mi opinión, es también practicada, según he oído, por la tribu de los Ilirios. Esto es lo que acostumbran a hacer una vez al año en toda población: reúnen a todas las jóvenes de edad suficiente como para casarse y las llevan a todas juntas a cierto lugar. Una multitud de hombres formaba un círculo en torno a ellas. El subastador presentaba entonces a cada una de las mujeres una por una, y las ponía a la venta. Solía comenzar por la muchacha más atractiva, y solo después, una vez había alcanzado un buen precio y había sido comprada, escogía a la más atractiva de las que aún quedaban. Eran vendidas para ser esposas, no esclavas. Todos los hombres ricos de Babilonia que deseaban una esposa pujaban fuerte para llevarse a las muchachas más agraciadas, mientras que los hombres del pueblo llano que deseaban una esposa y no estaban interesados en su aspecto físico, solían acabar con algún dinero en el bolsillo, así como con las mujeres menos atractivas.
Los chinos -otra vez ellos- fueron los primeros en elaborar un traje específico para el enlace, debiendo seguir unas normas determinadas como vestir batas negras con metidos rojos sobre una prenda interior blanca visible. Tras la Dinastía Han, la segunda dinastía imperial china (206 a. C. hasta el 220 d. C) se añadieron colores según las estaciones del año: negro en invierno; verde en la primavera; rojo en verano y amarillo durante el otoño. Hoy en día, algunos de los vestidos de boda en China son rojos como signo de buena suerte, y una superstición que perdura es el del vestido conocido como «traje fénix», en este enlace os dejo una muestra de él, aunque las novias chinas modernas optan más por el vestido blanco o cambian de un vestido rojo a otro blanco a lo largo de ese día.
Las costumbres mayas esperaban que la novia llegara virgen al matrimonio, pero el cronista y sacerdote español Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias documenta cómo dependiendo del lugar que nos refiramos diferían las costumbres al respecto. Era casi generalizado que los hombres prefirieran que sus mujeres no llegaran vírgenes al enlace ya que de esta forma se aseguraban su «experiencia», en caso contrario se llegaban a ofrecer antes de la boda para que se la «corrompiese», en Venezuela era el sacerdote quien se encargaba de ello para asegurar la buenaventura del matrimonio. En Nicaragua, a pesar de que es frecuente que los hombres tuvieran varias mujeres, algunas veces eran ellas las que escogían al marido. En las culturas de la América precolombina las novias se adornaban con joyas de oro y se pintaban el cuerpo en un rito que pedían fecundidad al Sol y a la Luna.
Durante el Medievo, en Europa los matrimonios se consideraban más contratos de intercambio y transmisión de propiedades que por simple amor, y solía elegirse la fecha de la boda por un motivo higiénico. Ya hablamos en diversas ocasiones en este blog que incluso los propios médicos desaconsejaban los baños al pensar que el agua ablandaba el cuerpo y abría los poros, puerta de entrada de las enfermedades (al menos eso era lo que pensaban), así pues, elegían la fecha de la boda cerca del primer baño de mayo, de esta forma mejoraban sus olores corporales. En cuanto al color, las mujeres que se lo podían permitir vestían con terciopelo, seda en tonos oscuros y llamativos con el azul, rojo y verde como preferidos.
Durante el Renacimiento los vestidos de novia seguían las modas vigentes. Las familias humildes se conformaban con estrenar un traje que reutilizarían para poder realizar sus tareas diarias, mientras que las de clase alta lucían telas de oro y plata
El color del vestido
Tenía su sentido simbólico: el azul representaba el amor verdadero imperecedero y la pureza; el rojo prosperidad y felicidad, especialmente en los países asiáticos, ya que en occidente se le relacionaba con la prostitución; el amarillo manifestaba el pesar por quien la desposa; el color gris significaba que se iría muy lejos; el color café que siempre vivirá en la ciudad donde residía y el color verde, a pesar de tener muchas variantes según el país, manifestaba la pena de ser vista, aunque para algunas culturas significa promiscuidad. Y, claro, en Europa la novia nunca se vestía de negro, color reservado al luto desde los tiempos de la antigua Roma, excepto cuando en 1660, la infanta María Teresa de España usó ese color el día de su enlace matrimonial con Luis XIV de Francia, toda una declaración de intereses. Eran primos-hermanos por doble línea, y su entrega como prometida del rey se formalizó en Irún (Isla de los Faisanes). Ciertamente, la reina María Teresa llevó una vida de aislamiento y de tristeza durante todo su reinado…

… y por fin llegó el blanco
La princesa Philippa de Inglaterra fue la primera dama de la realeza europea en usar el color blanco en su matrimonio con el Rey Eric de Escandinavia en 1406, y cien años después, la Reina de los Escoceses, María, lo usó para su boda con el futuro Rey de Francia en un acto de rebeldía al considerarse el blanco color de luto en Francia.
La princesa Carlota llevó ese color en su enlace en 1816, pero no fue hasta la boda el 10 de febrero de 1840 del príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha con su prima Victoria de Hannover que se popularizaría. Nieta de Jorge III e hija única del duque de Kent, contrajo matrimonio en la Capilla Real del palacio de Saint James y se casó por amor, de eso no hay ninguna duda y así lo refleja en sus diarios personales.
La reina Victoria del Reino Unido quería apoyar a la industria británica y encargó el encaje al director de la Escuela de Diseño del Gobierno, William Dyce, confeccionado con seda satinada color crema de Spitalfields por Mary Bettans, un volante de encaje de Honiton en el cuello y las mangas y una cola de cinco metros.

Todavía faltaba una década para que la fotografía estuviese lo bastante avanzada para cubrir eventos así y no existen fotografías de la boda, sin embargo, los periódicos de la época, las ilustraciones y grabados ayudaron a popularizar el vestido. Catorce años después de aquel día la reina Victoria y el príncipe Alberto recrearon la boda delante de la cámara de un fotógrafo, ante la envidia de todas las novias. Su largo reinado, impregnado de puritarismo, asociaron aún más si cabe el color blanco con la inocencia y la moralidad, y cuando Victoria murió en enero de 1901, fue enterrada con su velo de boda sobre el rostro.
En España, fueron las bodas retransmitidas por televisión de Grace Kelly con Rainiero de Mónaco y la de Fabiola de Mora y Aragón con el rey de Bélgica las que lanzaron esta moda hasta nuestros días.
Para saber más:
Vestido de novia de Grace Kelly
Link imagen:
El color blanco en las mujeres japonesas es el luto ¿no?
Hola Astolgus,
según tengo conocimiento el blanco en Japón es el color de las bodas y de otros eventos de la vida alegre, pero también lo utilizan en el luto al identificarlo como símbolo de la palidez de la muerte y la pureza del alma. Los colores más comunes que identifican el luto en general son el negro y el blanco, aunque en los países orientales el color que predomina para el luto es el blanco.
Saludos