
Entre leyenda, anécdota y realidad, hace años que circula una curiosa relación entre la anchura de los primeros transbordadores espaciales y las muescas ocasionadas por los carros de la antigua Roma. A pesar de los avances tecnológicos de este último siglo, la antigua Roma -otra vez ellos- siguen influyendo en nuestras vidas de una forma u otra. Puede ser cierta, puede que no, pero nadie podrá decir que como mínimo es sorprendente.
Para explicarla empezaré por el principio, retrocediendo 2000 años atrás en el tiempo. La gran extensión del Imperio romano se vertebró gracias a los más de 120 000 kilómetros de calzadas, una red viaria importantísima tanto en el transporte de mercancías como en el traslado de tropas. Construyeron calzadas públicas (a cargo del Estado), calzadas militares (construidas por el ejército), calzadas vecinales (equivalentes a las provinciales) y calzadas particulares. Y como listos eran un rato los romanos construyeron los carros que circulaban por estas calzadas con una misma anchura y distancia entre las ruedas, determinada a su vez por la distancia de los culos de los dos caballos que galopaban en paralelo tirando del carro, concretamente 4 pies y 8,5 pulgadas (1,435 metros).

Siglos después quedaron estos caminos por toda Europa y siguieron construyendo carros para desplazarse por ellos con esa misma anchura para aprovechar los surcos de las rodadas que se habían formado con el paso del tiempo.
¿Qué tiene que ver todo esto con la NASA?
Para responder a esta pregunta debemos trasladarnos a los Estados Unidos, concretamente durante la construcción del ferrocarril. La mayoría de los ingenieros que participaron eran ingleses expatriados que no se lo pensaron mucho y utilizaron el mismo ancho de vías utilizado en Inglaterra desde que en 1825 el inglés George Stephenson construyera la primera línea de ferrocarril del mundo, entre Darlington y Stockton utilizando la medida de los carruajes que circulaban entonces. Además, esto permitía utilizar las locomotoras inglesas, algo que resultaba ser un negocio de lo más rentable. Entonces, ¿de dónde viene la relación con la NASA?
Modelo inicial de la empresa Thiokol Acelerador más moderno
Durante los años 1960 la NASA ideó una serie de proyectos sobre vehículos espaciales reusables para remplazar los sistemas de uso único empleados en los Proyectos Mercury y Gemini, así como en el proyecto Apolo, dotando a la agencia de un programa espacial tripulado en los años 1980. Para abaratar los costes necesitaba que fuera una nave reutilizable y uno de los escollos de diseño fueron los propulsores.
El primer transbordador espacial que utilizó la NASA en 1981 dispuso de tres fuentes de propulsión de combustible sólido, el principal, y otros dos auxiliares que tras ser utilizados los dos primeros minutos de vuelo con motor caían al océano y se recuperaban para volver a ser utilizados. Estos aceleradores se conocían con las siglas SRB (Solid Rocket Boosters) y la empresa encargada de construirlos fue Thiokol, en su factoría de Utah. Desde allí se transportaron al Norte de Cabo Cañaveral en Florida por un túnel perforado en las Montañas Rocosas. Pues bien, dicho túnel es ligeramente más ancho que la vía que mide «dos culos de caballo», de ahí la curiosa relación entre la agencia espacial y el culo de estos equinos.
Para saber más:
Imágenes sorprendentes de la NASA
Link imagen:
Información basada en el artículo publicado por Didier Nordon en la revista Pour la Science (Sep, 2020)
Muy curiosos este articulo, como todo lo que publicas
Hola Jose,
sin duda que lo es. Muchas gracias por seguir el blog.
Saludos