
La enfermedad y su curación se basaba en los mitos. Existían algunos dioses que se ocupaban de órganos concretos y la población les imploraba su sanación mediante rezos y ceremonias. Pero para curarse no solo confiaban en ellos, sino que existían también médicos –sinu o sunu como se les conocía- que estudiaron la anatomía humana y eso les ayudó a tratar sus dolencias. Descubramos algunas enfermedades que aún hoy tratamos de manera muy similar a como lo hacían ellos miles de años atrás en el tiempo.
Dieron nombre a muchos huesos y vísceras visibles tras accidentes y heridas de guerra, pero desconocían sus funciones. Los embalsamadores fueron hábiles diseccionadores y conocían bien los distintos órganos del cuerpo humano, pero se interesaron poco por ellos. Conocían la existencia del hígado, los intestinos, los pulmones, el estómago… y sabían de su importancia para la vida, es por ello que se interesaron en conservarlos para poder vivir en el Más Allá guardándolos celosamente en los vasos canopes, sin embargo, no fue hasta los siglos IV y III a. C. con Herófilo de Calcedonia que se permitió diseccionar a los cadáveres para estudiarlos, y el enciclopedista romano, escritor, tal vez médico, Aulo Cornelio Celso, refiere en su única obra conservada De medicina que se llegaron a realizar vivisecciones en reos.
A pesar de estar equivocados en muchos conceptos, algunos pueden arrancarnos más de una sonrisa como el hecho de pensar que tenían al corazón como fuente de la vida, sede del pensamiento, las emociones y la conciencia, y que era ese órgano el que examina al resto de los miembros a través de sus latidos. El médico del antiguo Egipto recurría a la magia, pero también a la ciencia, esto lo comprobamos en muchos de los remedios que se encuentran en el papiro de Ebers y podemos ver que adquirieron una enorme experiencia práctica mediante la observación. En ese mismo papiro mencionan que los médicos dispusieron de manuales médicos donde registraban dolencias y tratamientos.
Reducían luxaciones de hombro de la misma forma que hoy lo hace el mejor de los traumatólogos, extraían cuerpos extraños del ojo con la pericia de los actuales oftalmólogos y preparaban drogas con las más diversas sustancias que empleaban para aliviar o curar algunos males.
Se desconoce si existían escuelas de medicina, es más probable que transmitieran sus conocimientos de padre a hijo como cualquier otro oficio, pero sí se sabe que existían instituciones junto a los templos o el palacio como la Casa de la Vida, donde perfeccionaban sus conocimientos. Existían médicos dedicados a tratar partes determinadas del cuerpo humano, como los especialistas de nuestro tiempo, y se organizaban de tal forma que los médicos con más prestigio prestaban sus servicios en palacio, mientras que el resto se destinaban a las canteras, las necrópolis o se desplazaban en las batallas, eso sí, con la presencia del mago y de sacerdotes que intervenían en determinadas ocasiones.
Los médicos experimentados eran conscientes del más que probable desenlace de la enfermedad tras su diagnóstico y así lo manifestaban al enfermo y a sus allegados:
«Una enfermedad que yo trataré», en aquellos casos en que se preveía la curación de la persona enferma; «una enfermedad contra la que lucharé», es decir, un caso grave en el que el resultado del tratamiento se adivinaba incierto, y «una enfermedad con la que nada se puede hacer», en el caso de un desenlace fatal.
Desconocemos muchos de los conocimientos médicos que tenían, se perdieron con el paso del tiempo y con la desaparición de la Biblioteca Real de Alejandría, el gran centro del saber de la Antigüedad, víctima de un incendio en época de César, de la hostilidad de los cristianos o de los conquistadores musulmanes, pero aquí os dejo algunos de los tratamientos que realizaron y que poco difieren de los actuales.
Prótesis
Ya fuera por tener que amputar una extremidad al estar infectada o por la amputación directa a consecuencia de una herida de guerra, los egipcios elaboraban prótesis (algunas funcionales) con materiales como cuero, madera o cerámica. También las fabricaban para los muertos, que debían viajar con su cuerpo entero, algo que para ellos era más importante que el hecho de ayudar a alguien en vida.

Caries
Vivir en el desierto no debió de resultar nada fácil. Los problemas bucales a consecuencia de la arena que se encontraba en los granos para hacer harina a pesar de limpiarlos y molerlos concienzudamente provocaban el desgaste de los dientes, caries e infecciones. Para solucionarlo tenían dentistas que obturaban la muela infectada con una pócima antibacteriana y después la tapaban con vendas.
Los primeros dentistas del mundo tuvieron su origen en el antiguo Egipto, médicos especializados que trataban los dientes con procedimientos similares a los de la actualidad. En primer lugar obturaban la muela infectada para tratarla individualmente por medio de una pócima antibacteriana que tenía la finalidad de desinfectarla, algunas incluían miel por sus características antisépticas. Posteriormente, el diente se tapaba con vendas o con lino para que sanase de la forma más rápida posible.
Sutura de heridas
Ya dediqué hace tiempo (¡años ya!) un artículo sobre los materiales de sutura utilizados en la Historia. Comentamos entonces que en el año 1000 a. C. los hindús empleaban una curiosa forma para suturar las heridas empleando la mordedura de hormigas gigantes o escarabajos para que cerraran la piel de la herida con sus mandíbulas y después les cortaban sus cuerpos que se desechaban, de tal forma que la cabeza quedaba unida a los bordes de la herida, a modo de sutura quirúrgica. En el papiro de Edwin Smith (3000-1750 a. C.) se detalla el uso de cintas de lino, tendones de animales para suturar las heridas de guerra, y sabemos que era una práctica habitual utilizar cabello humano.

Anestésicos
Los médicos del faraón elaboraban una papilla basada en la planta de la amapola real o adormidera con un alto contenido en alcaloides, cuyo uso se documenta ya en el IV milenio a. C. usados para la fabricación de opio, como potente anestésico. Utilizaron numerosas drogas opioides que fueron utilizadas por las civilizaciones que le siguieron como la mandrágora, que contenía escopolamina, como inductor de la analgesia, y así se lo aplicó el médico cirujano griego Dioscórides al emperador Nerón, empapando su raíz en vino.
Circuncisión
Se trata de una práctica que se remonta al Neolítico. Se vinculaba con la limpieza, pero el motivo más frecuente para realizarla era el religioso, siendo un requisito para contraer matrimonio. La circuncisión se realizaba durante la adolescencia y en un principio era el sacerdote, con sus uñas, a veces impregnadas de oro, quienes la realizaban. Durante el Imperio Antiguo usaron hojas de obsidiana, y durante el Imperio Nuevo bisturís de metal a los que se les aplicaba miel con aceite para ayudar a su cicatrización y evitar su infección.
Encontramos en momias egipcias y en jeroglíficos del año 4000 a. C. pruebas de su realización, de hecho, era una práctica generalizada y ver un pene no circuncidado resultaba algo curioso, así se describe en los escritos el asombro de los soldados egipcios al ver los penes de los libios sin circuncidar.

Otras patologías
Comentaba al principio que el desierto provocaba lesiones bucales, y cómo no, también lesiones oculares que se agravaban con las inclemencias del Sol produciendo cegueras. Muestra de sus conocimientos oftalmológicos son los papiros de Londres, de Calsberg y de Ebers, donde se describen diversas enfermedades oculares y se refieren a las cataratas con el descriptivo nombre de «manantial de agua» de los ojos. Ante la ceguera todos los remedios resultaban inútiles y recurrían a la diosa serpiente de Teba, Meretseger. Y ya que hablamos de nombres curiosos mencionar que se referían a los párpados como «la espalda de los ojos» y a la pupila, como «muchacha del ojo», misma denominación que utilizamos hoy popularmente «niña de los ojos». Por cierto, el primer oculista de la historia del que se conoce su nombre es el egipcio del Imperio Antiguo, Ni- ankh- Dwaw.
Para terminar mencionar que los egipcios diagnosticaron muchos problemas del organismo estudiando el pulso y la presión sanguínea, algo que los chinos después aprendieron y desarrollaron.
Para saber más:
La medicina en el antiguo Egipto, de la Dra. Aixa Müller. Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina Vol 68, Nº 1-2 (2019)
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