
La vida en el Más Allá en el antiguo Egipto era una creencia religiosa que consideraba la muerte como una prolongación de la vida terrenal, por tanto, una vez muertos seguiríamos gozando de los bienes materiales, pero también implicaba en algunos casos tener que seguir trabajando. Listos como eran, los egipcios se las ingeniaron para que una vez muertos trabajaran otros por ellos, así, se hicieron acompañar de unas diminutas figuras humanas conocidas como ushebtis que vendría a significar «los que responden».
Su función y origen
Durante la dinastía I, el faraón Dyer fue inhumado junto a su mujer, y en las inmediaciones de su tumba se encontraron más de trescientos sirvientes. Aunque a su señor le diera igual no les debieron de hacer ninguna gracia que les enterraran junto a él si todavía no había llegado su hora. Sin embargo, puede que no fuera un rito tan cruel como parece al considerarse los sirvientes unos privilegiados por asegurarse la vida en el Más Allá. Además, cuanto más importante eras en vida, más cerca de tu señor te enterraban y eso te daba un «plus». A finales de la dinastía II se sustituyeron estos sacrificios por reproducciones simbólicas grabadas en los muros de las tumbas y a partir del Imperio Medio por estatuillas sirvientes.
El término ushebtis (shabtis durante el Imperio Medio, shauabtis en el Imperio Nuevo y ushebtis a partir del Periodo tardío) vendría a traducirse como «los que responden». Su cometido era servir al difunto en el paraíso de la mitología egipcia (Aaru) a través de los espíritus de estas estatuillas.
Una pieza importante de las tumbas
Los primeros prototipos son de finales del Primer Periodo Intermedio y estaban hechas de cera sin ninguna inscripción. Encontramos los primeros ushebtis con el inicio de la dinastía XII, concretamente los más antiguos proceden de la tumba de Gua en Deir El Bersha.
Su tamaño varía entre los diez y los treinta centímetros, algunos, los menos, podían medir hasta sesenta centímetros de altura. Entre los materiales utilizados en su elaboración encontramos la madera, la piedra, la loza, el marfil y la fayenza, estos últimos más numerosos. Los que podían permitírselo los elaboraban con maderas caras como el cedro y el ébano o con metales preciosos como el oro, estos reservados para los miembros de la realeza.
Fabricados en talleres conectados con los templos se convirtieron en una auténtica industria manufacturera. Generalmente se decoraban con vivos colores hechos con pigmentos de hierro, cobre, manganeso o cobalto para conseguir el verde, que representaba la regeneración y la resurrección; el azul, que representaba el agua, la vida, el Nilo; el rojo, más escaso, asociado con la protección; y el negro, asociado con la fertilidad y también con la regeneración.
Estas figurillas no eran exclusivas de una determinada clase social, sino que cualquiera podía tenerlas. Al principio podían enterrarse con unos pocos, pero con el paso de los siglos se incrementó su número exponencialmente hasta los más de 1000 ejemplares que encontramos en la tumba del rey nubio Taharqa de la dinastía XXV, así como en la de Seti I (vaya, que muchas ganas de trabajar en el Más Allá no tenían). El primer ushebtis perteneciente a un soberano es el de Ahmose I de la dinastía XVIII (Reino Nuevo) y durante el Reino Nuevo los faraones podían acompañarse con un verdadero ejército de ellos, frecuentemente representados con útiles agrícolas, guardados en cajas especialmente elaboradas para ellos.
En la tumba deTutankamón se encontraron 413 ushabitw, de ellos 365 obreros; 36 capataces y 12 jefes.

Inicialmente el ushebtis era una figura momiforme «tipo palo»; con Ramsés IV, V, VII, IX y X del Imperio Nuevo son tipo «contorno perdido», de aspecto también momiforme, pero sin manos ni brazos en relieve; y a finales de la dinastía XVIII surgen los «ushebtis dobles», que probablemente son una simple variante en la representación de los de tipo obrero, pero con la misma función servil. En este caso suelen ser una figura masculina y femenina unidas en un mismo bloque, portando azadas y sacos de arena. Será con el Imperio Nuevo que se encuentren ushebtis en posición de escuchar, otros con cabeza de babuino en tumbas de altos funcionarios, ushebtis sin cabeza y ushebtis «supervisor o capataz». Ya en el periodo Ptolemaico dejan de fabricarse.
El conjuro mágico
Para que realizaran su misión era imprescindible un hechizo con una fórmula que se escribía en una columna de texto vertical o en la parte centro-inferior de la figura, en líneas horizontales y a menudo también en la espalda. Este texto religioso procedía de los Textos de los sarcófagos (conjuro 472) y más tarde del Libro de los Muertos (capítulos VI y XXV).
Sin lugar a dudas, el ushebtis es una muestra de la sociedad del antiguo Egipto en la que cualquier persona, hombre o mujer, rico o pobre, podía tener acceso a la vida en el Más Allá.
Para saber más:
Los Shabtys: síntesis analítica de su origen, funcionalidad y evolución. Artículo de Fco. J. Martín Valentín, director del Instituto de estudios del Antiguo Egipto
Shabtis, de Agusti Torres (pdf)
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