
El hipo es un movimiento involuntario del diafragma. Es normal tenerlo y todos lo hemos experimentado en más de una ocasión, de hecho lo presentamos antes de nacer, algo que comprobamos cuando hacemos una ecografía fetal a partir de la decimoséptima o decimoctava semana de gestación. Lo que no es tan normal es tenerlo durante 68 años seguidos como fue el caso del norteamericano Charles Osborne.
La palabra hipo es casi idéntica tanto fonética como gramaticalmente en casi todos los países y se presenta por igual en todas las razas. Es relativamente habitual durante la infancia, disminuyendo a lo largo de la vida. No queda claro porqué lo tenemos, algunos apuntan que el hipo prepara en el feto los músculos respiratorios para realizar su función tras el nacimiento, otros, que es una reminiscencia de un reflejo primitivo similar proveniente de los anfibios.
Descrito en el siglo V a. C. por Hipócrates en sus aforismos, Galeno en el siglo II afirmó que estaba causado por «emociones violentas del estómago, cerca del diafragma», pero no fue hasta 1833 que Thomas Shortt describiera la importancia de la estimulación del nervio frénico en su aparición y en 1943, el médico y cirujano británico Hamilton Bailey lo consideró un movimiento reflejo.
El hipo puede desencadenarse tras ingerir una comida copiosa que distiende el estómago, que se encuentra debajo del diafragma, estimulando los nervios que desencadenan el arco reflejo, pero también tras comer rápidamente, beber bebidas carbonatadas, por estrés o por falta de sueño. Casi siempre no dura más de unos minutos, horas a lo sumo, no obstante, hay situaciones que pueden cronificarlo y dificultar la vida diaria de quien lo sufre, incluso puede alterar el sueño y la alimentación, como en algunas enfermedades neurológicas, diabetes, tumores y en los adictos a opiáceos. Este hipo persistente se conoce con el término latino singultus que se puede traducir como jadeo o sollozo.
Para controlar el hipo crónico hay que tratar la causa que lo origina, pero en ocasiones el hipo resulta muy difícil de tratar y requiere administrar fármacos sedantes, relajantes musculares o antiepilépticos, terapias que resultaron inútiles en el caso de Charles Osborne.
Charles Osborne, un caso único
Tiene el triste récord de ser la persona con el hipo constante más largo de la historia (al menos que se sepa) ¡68 años!
Nació en 1893 en el estado norteamericano de Iowa donde trabajó como granjero con su padre. Una tarde de primavera, con 29 años de edad, mientras colgaba un cerdo para la carnicería se cayó al suelo, y un médico que le atendió después le dijo que «se le rompió un vaso sanguíneo del tamaño de un alfiler en el cerebro». Al regresar a casa tuvo un ataque de hipo que no consiguió aliviar con ningún remedio casero. Pasaron las horas, los días, las semanas, los meses y los años, pero el hipo aparecía de manera ininterrumpida cada tres segundos durante la vigilia, disminuyendo a menudo mientras dormía. Las primeras décadas presentó hipo hasta 40 veces por minuto, disminuyendo a la mitad en los años posteriores.
Todas las consultas y las curas recibidas fueron en vano, nada consiguió frenar el hipo. Su caso llegó a la opinión pública y consiguió cierta fama tras su aparición en algunos programas de televisión haciéndose un lugar en The Guinness Book of World Records.
A pesar del incómodo hipo consiguió llevar una vida relativamente normal, se casó dos veces y tuvo ocho hijos, falleciendo por causas naturales a la edad de 97 años. Un año antes el hipo se detuvo por completo pudiendo librarse de él durante su último año de vida.
Bien, para terminar comentaré que aunque hay algunas maniobras bien conocidas por muchos de vosotros para interrumpir el hipo como el beber agua a pequeños sorbos, colocar hielo sobre la nariz, garganta u oído, doblar las piernas sobre el pecho… ninguna tan curiosa (o estimulante) como la publicada en 1990 por el médico de Emergencias Francis Fesmire en la revista Annals of Emergency Medicine en la que recomendaba un masaje rectal y la publicada por unos médicos israelíes en la revista Canadian Family Physician en el año 2000: eyacular tras el coito.
Aquí lo dejo. 😉
Link imagen:
Cuanto tiempo, FJT, sigues igual de brillante que siempre.
Un abrazo.
Hola Enrique,
¡cuánto me alegra saber de ti! Espero que estés bien y poder contar con tu presencia nuevamente.
Un abrazo
Enrique, bueno verte or aquí. Saludos.
Sinceramente,las dos últimas recomendaciones…las dejaré pasar,jajajajajajajajajaja
Como dice el dicho… No hay mal que dure 100 años… Pobre hombre… Las recomendaciones suenan algo extrañas, y tú ¿coincides con ellas? 😉Un 😘 beso desde San Juan de Puerto Rico.