
Desde que Betty Boop hiciera su primera aparición en 1926 se convirtió en todo un fenómeno social. Con su vestido corto, pechos prominentes y su pronunciado escote, es el primer personaje de dibujos animados que representa completamente una mujer sexual y el primero en representar una chica flapper.
En los felices años veinte del siglo pasado, tras la Primera Guerra Mundial, en un período de liberalismo social y turbulencias políticas, surgió un nuevo estilo de vida entre algunas mujeres jóvenes que escuchaban jazz y bebían alcohol, fumaban, aspiraban cocaína, tenían citas y hasta conducían automóviles.
Fácilmente identificadas por su aspecto físico llevaban lápiz de labios a prueba de besos, llamativos maquillajes, el pelo corto con un corte bob cut teñido de negro o rubio platino, pulseras y grandes collares, y faldas cortas que dejaban ver las rodillas, eso sí, cuando bailaban.
Pues de las rodillas de estas chicas flappers quería explicaros una curiosidad, y es que se puso de moda entre ellas (y también entre alguna que otra joven) pintarse en esa parte de su anatomía unos dibujos que las hacían sentirse más bellas y atractivas. Al principio no eran más que simples colores y con el tiempo elaboraron dibujos cada vez más complejos dependiendo de la habilidad y del tiempo que disponían para arreglarse.


Por desgracia el Crack del 29 y la posterior Gran Depresión terminaron en pocos años con esta moda, y sí, puede que hoy nos parezca poca cosa eso de pintarse las rodillas si comparamos con los tatuajes que se hacen en la actualidad, pero es que… eran otros tiempos.
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