Los Caballos de la Basílica de San Marcos

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Venecia, ciudad romántica como pocas, todos los calificativos se quedan cortos para describirla. Gloriosos atardeceres en la laguna, palacios renacentistas, góndolas deslizantes, iglesias majestuosas, máscaras de carnaval. El tiempo se detiene para quien la visita, y entre todas las bellezas que encontramos y la Historia que se respira paseando entre sus callejuelas abrazadas por cientos de canales, me centraré en una, bueno, en realidad en cuatro: los Caballos de la Basílica de San Marcos.

Situada en el noreste de Italia, la ciudad se erige sobre un conjunto de islas en medio de una pantanosa laguna de escasa profundidad a orillas del Mar Adriático. Fundada el 25 de abril del 421 d. C. (día de san Marcos), su geografía le daba protección contra los ataques de los godos que saqueaban la región al sur de Roma. Allí se erigió Venecia desde la cenizas del pasado romano. Inicialmente se encontraba bajo el gobierno del Imperio romano de Oriente, hasta que se independizó y se constituyó en ciudad-estado. Su privilegiada ubicación en la encrucijada entre grandes imperios le permitió comerciar con los reinos de India y China. La sal, las especias exóticas y los tejidos orientales la enriquecieron y se erigió como capital de la República de Venecia (La Serenissima) hasta la invasión de la ciudad por las tropas napoleónicas en 1797.

Piazza San Marco

El propio Napoleón Bonaparte definió la Plaza de San Marcos como el «salón más bello de Europa» y no le faltó razón. Inicialmente fue el jardín de un monasterio atravesado por un arroyo y en el siglo IX se trazó como una explanada frente a la Basílica, adquiriendo su forma actual tras una ampliación en 1177. Rodeándola encontramos la Basílica, el Palacio Ducal, la Torre dell’Orologio, el Campanile y el Caffè Florian, entre otros edificios. Por cierto, este último es célebre por ser el primer café de Europa y por ser de los primeros en permitir la entrada a las mujeres, algo de lo que se aprovechó el libertino seductor Giacomo Casanova para realizar alguna que otra conquista. En su interior encontramos decoración original de 1720 con paneles de madera, mesas de mármol y espejos de marcos dorados, eso sí, barato no es.

La Basílica de San Marcos

La basílica original se construyó dentro del complejo del Palacio Ducal y alberga las reliquias de San Marcos Evangelista. Gótico, renacimiento y neoclasicismo conviven con la influencia bizantina. Técnicamente es la única plaza de la ciudad, y al encontrarse en la parte más baja, la primera en inundarse cuando se da el fenómeno del aqua alta.

Imponente tanto por fuera como por dentro, contiene más de 4000 m² de mosaicos, tesoros orientales y 500 columnas, algunas del siglo III. Las obras comenzaron en 829, pero fue incendiado durante una revuelta en 976. De cruz latina y cinco cúpulas, data de 1071. Erigida como exponente del poder de la República veneciana, ha sido escenario de coronaciones, funerales y procesiones.

Imagen de Nino Barbieri

En la fachada occidental una sucesión de cúpulas, columnas, arcos y agujas se alternan con estatuas de mármol y deslumbrantes mosaicos del siglo XIII y posteriores. Una vez en el interior encontramos espléndidos mosaicos; la Pala d´Oro, un retablo de oro encargado en Constantinopla en 976 con añadidos posteriores compuesto de 250 paneles, con 1927 gemas; reliquias conseguidas en las conquistas venecianas en Oriente, entre ellas restos de la Santa Cruz, el clavo de la Santa Cruz, la espina de la corona de Cristo, tres piedras de la lapidación de san Esteban, el Cráneo de san Juan Bautista, la Pierna de san Jorge, el pie de santa Catalina de Siena, Sangre de Cristo y el cuerpo de san Marcos.

Después de que el emperador bizantino nombrara protector de Venecia al santo de Bizancio, san Teodoro, la República quiso tener un patrón propio. La leyenda cuenta que en 828 d. C, dos mercaderes venecianos robaron el cuerpo de san Marcos de un monasterio de Alejandría, ocultándolo de los guardas musulmanes bajo varias capas de grasa de cerdo. La reliquia fue recibida en Venecia con vítores, y pasó a protagonizar pinturas y mosaicos. El cuerpo se extravió hasta que uno de los brazos se abrió paso milagrosamente a través de una columna en 1094 en atención a una plegaria. San Marcos se encuentra actualmente bajo el altar mayor de la basílica.

Los Caballos de San Marcos

Réplicas de los caballos en el frontón anterior de la basílica. Imagen de Alejandro

En el balcón abierto a la Plaza de San Marcos encontramos las réplicas de los caballos desde comienzos de la década de 1980. Los originales se encuentran en el interior del museo que alberga la basílica. Las esculturas de los cuatro caballos corresponden a la única cuadriga de bronce que queda de la Antigüedad y son más antiguas que la propia basílica. En realidad, contienen poco bronce al presentar un 97 % de cobre -este material es más satisfactorio para conseguir un color dorado-, un 1 % de estaño y otro 1 % de plomo. Se aplicó en su superficie también mercurio para realzar su color dorado y en los cascos y cabestros hay grabados números romanos de los que se desconoce su función.

Caballos originales en el museo de la Basílica

A día de hoy se desconoce quién fue el escultor de estos caballos, puede que un griego del siglo IV a. C., sin descartarse que sean de los siglos I y III d. C., lo que sí se sabe con certeza es que estuvieron expuestos durante siglos en el Hipódromo de Constantinopla con un auriga.

Tras el saqueo de la capital en 1204 por parte de un contingente de 10 000 soldados venecianos bajo la orden del dux de Venecia Enrico Dandolo durante la Cuarta Cruzada, entre el botín se enviaron los caballos a Venecia, y medio siglo después los instalaron en el privilegiado lugar que hoy ocupan sus réplicas. Cada caballo pesa 900 kilogramos y tiene una altura de 2,33 metros por 2,53 metros de largo, y para facilitar el traslado en las galeras se cortaron las estatuas a la altura del cuello, añadiendo después el collar que tienen para ocultar los cortes.

En 1797 Napoleón se llevó el tesoro veneciano, unas 30 000 obras de arte (muchas se vendieron o simplemente desaparecieron) y trasladó los caballos a París para adornar el Arco de Triunfo del Carrusel, siendo retornados a Venecia en 1815 por el emperdor austríaco tras la derrota de Napoleón en Waterloo.

Aquí os dejo algunas imágenes de la Basílica de San Marcos y de lo que podemos encontrar en su interior.

Para saber más:

Historia de la construcción de Venecia

2 comentarios

  1. ¡Venecia es única y fascinante! He estado tres veces ¡y no he entrado en San Marcos por las colas de gente! Algún día lo haré. ¡Quiero ver esos caballos dorados!
    ¡Muchísimas gracias por descubrírselos a esta viajera comodona!

    1. Hola Silvia,
      cierto, pienso que si se puede lo ideal es visitarla fuera del Carnaval, del verano y días festivos. Debo reconocerte que fui en marzo después del Carnaval y aunque había cola, no hice más de quince minutos. Si tienes la oportunidad de entrar en la Catedral te merecerá la pena, su interior es aún más magnífico que su fachada.
      Saludos y gracias a ti 😉

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