
A finales del siglo XIX tener una larga melena era signo de buena salud, y si hubo alguien que pudo presumir de cabello esas fueron las hermanas «Rapunzel».
Nacieron entre 1851 y 1865 en el estado de Nueva York. Su padre, un predicador perezoso, y su madre, que murió joven, con la manía de que sus hijas tuvieran un largo cabello. Tanto empeño mostró para conseguirlo que les aplicaba un maloliente ungüento en sus cabezas que ella misma preparaba y que provocaba las burlas de los compañeros de clase.
Las niñas en cuestión se llamaban Sarah, Victoria, Isabella, Grace, Naomi, Mary y Dora. Cinco de ellas eran hijas biológicas del matrimonio, las otras dos, adoptadas tras el fallecimiento de su tía. Vivieron en la pobreza, sin embargo, todas poseían habilidades musicales y largas cabelleras, algo que su padre supo explotar para beneficio de la familia. El mundo del espectáculo buscaba personas que destacaran con alguna habilidad o simplemente por su aspecto físico, así fue como las introdujo en el circo.
Desde su primera actuación en Broadway en 1880 causaron sensación, no tan solo por sus voces, sino por sus cabellos que medían entre 1´5 metros y 2´10 metros.
El éxito de su tónico para el pelo
Como decía antes, tener una larga cabellera se asociaba a buena salud al ser una época donde la malnutrición y las enfermedades estaban a la orden del día, es así que se les ocurrió crear una línea de cosméticos y crecepelos que tuvieron más éxito que sus propias actuaciones. Con el nombre The Seven Sutherland Sisters Hair Grower y con la leyenda «A nuestros patrocinadores: la preparación es manufacturada y utilizada por nosotros mismos y la recomendamos como la mejor del mundo». Lo cierto es que el producto en cuestión estaba elaborado por agua de Hamamelis (56%), ron (44%), sal, magnesio y ácido clorhídrico.

Vendieron en sus giras promocionales más de 2,5 millones de botellas obteniendo más de 3 millones de dólares de beneficios en tan solo 4 años. Fueron portada de revistas y periódicos de primer orden, e invirtieron parte del dinero conseguido en una gran mansión con 14 habitaciones y todo tipo de lujos y detalles.
… y vinieron las desgracias
En 1885 se casó Naomi con J. Hernoy Bailey, sobrino del copropietario del circo donde actuaban y este fue quien comenzó a vender el tónico a partir de la receta de la madre. Las otras hermanas seguían solteras y su dinero atrajo a más de un pretendiente, como Frederick Castlemaine, que se casó con Isabella. Este, adicto a la morfina, terminó suicidándose en 1897.
Naomi murió joven y mantuvieron su cuerpo en casa durante semanas hasta que finalmente la enterraron. Desde su muerte el comportamiento de sus hermanas comenzó a volverse inusual y cuando murió Frederick también hicieron lo mismo con su cuerpo conservando el ataúd en una habitación de la mansión donde se reunían alrededor para cantarle, hasta que las autoridades las obligó a enterrarlo por una cuestión de salud pública.
Tras la muerte de su marido, Isabella volvió a casarse con un muchacho más joven que ella, Alonzo Swain. Con él los negocios no hicieron más que empeorar y la llevaron a la bancarrota, momento que él la abandonó. Uno de los motivos que ocasionaron el fracaso de sus productos para el cabello fue la moda que se impuso en los años 20 del siglo pasado de peinarse con el cabello corto.
Victoria se casó a los 50 años con un joven de tan solo 19 años, unión que el resto de hermanas desaprobó y la alejó de ellas hasta el día de su muerte. El resto de hermanas no se casaron y tampoco pudieron vivir en paz. Mary sufrió episodios de locura que requirieron diversos ingresos y las otras tres hermanas visitaron Hollywood en 1926 para filmar una película sobre sus vidas, pero no se llegó a realizar por el accidente de coche que sufrió Dora allí mismo, falleciendo. Desde entonces, el resto de hermanas volvieron a su mansión viviendo pobremente hasta que la vendieron y posteriormente un incendio la arrasó.
Información basada en discover.hubpages.com
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