
Adolf Hitler fue objetivo de múltiples intentos de asesinato. Se estima que sufrió al menos 42 intentos de asesinato, siendo recordados históricamente seis de ellos, ya fuera mediante bombas o ingiriendo algún tipo de veneno. Para evitar que terminaran con su vida se rodeó permanentemente de hombres fieles pertenecientes al escuadrón de protección Schutzstaff, conocido por su abreviatura SS, y variaba sin previo aviso su agenda diaria y las rutas que realizaba para llegar a sus destinos.
Durante años tuvo muchos guardias que le protegieron, agentes que gozaron de su total confianza y con acceso directo y cercano al Führer. Cuando viajaba, entre cuatro y seis guardias le acompañaban en un segundo coche y al llegar a su despacho en la Cancillería realizaban otras funciones. Uno de ellos fue el suboficial Rochus Misch, el último soldado que abandonó el búnker ese 2 de mayo de 1945 y desde el año 2008 se convirtió en la última persona viva que conoció personalmente a Hitler.
Los últimos instantes de Hitler (según Rochus Misch)
Rochus Misch se unió a las tropas de combate de las SS en 1937 y participó en la invasión de Polonia dos años después. Tras ser herido fue enviado a retaguardia donde el jefe de su compañía lo recomendó a la guardia personal SS en 1940, en aquél momento compuesta por 20 hombres, permaneciendo en ese cargo hasta los últimos días de la guerra. Entre sus cometidos encontramos el de ejercer de enlace, mensajero, guardaespaldas y especialmente operador de radio, lo que le permitió conocer de primera mano la personalidad del Führer.
En el año 2006 publicó Yo fui el guardaespaldas de Hitler, y se dio a conocer en conferencias, entrevistas y tras la publicación en 2008 de sus memorias El último testigo de Hitler, escritas por Nurkhard Nachtigall, donde relata cómo fueron los últimos días de Hitler en el búnker de Berlín.
Aunque condenaba los crímenes, manifestó seguir siendo fiel a Hitler como soldado y siempre declaró desconocer lo que pasaba en los campos de concentración y los horrores que allí se vivieron, algo que parece difícil de creer al estar tantos años cerca de Hitler. Tampoco podemos dar veracidad a su testimonio porque nunca gozó de tanta confianza por parte del dictador como sí tuvieron otros hombres como Emil Maurice, Julius Schreck, Ernest Hanfstaengl o Julius Schaub, este último, tras la muerte del Führer rindió su último servicio dirigiéndose a su apartamento en Múnich y al Obersalzberg para quemar toda la documentación relacionada con la vida íntima de su amigo.
Misch recuerda a Hitler como la persona que quiso salvar a Europa de los comunistas y que jamás habló delante de él del exterminio de los judíos, pero es especialmente interesante (y controvertido) el relato que hace de los últimos días del Führer en el bunker. Según él, su «jefe» pudo haber escapado de la Cancillería y dio libertad a todos para huir, también a Misch, quien rechazó la propuesta. Refiere que Hitler no quería que su cuerpo fuera capturado por el enemigo y relata que vio a Hitler y a Eva Braun muertos. Ella sentada con las piernas estiradas y su cabeza inclinada hacia Hitler. Este con los ojos abiertos y su cabeza inclinada levemente hacia adelante. Según cuenta se negó a ayudar en la incineración de los cadáveres. En su libro dice que fue la última persona que habló con Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda, poco antes de que se suicidara junto a su esposa.
Misch fue capturado entre las ruinas de Berlín por los soviéticos y condenado a muerte en 1949, sentencia conmutada por 25 años de trabajos forzosos en Siberia y Kazajistán, condena que se redujo finalmente a nueve años. Regresó a Berlín donde abrió una tienda de pinturas junto a su mujer, Gerda, por cierto, judía. Falleció a los 96 años de edad en Berlín en septiembre de 2013, con problemas de memoria y muy deteriorado físicamente, pero gracias a que en sus últimos años de vida dio a conocer su participación en la guerra sabemos que se mantuvo leal al Führer, a quien se refería como un «jefe extraordinario».
Otro relato muy interesante, FJT.
No sé si será cosa mía, pero toda historia que se refiere a la decadencia de la alemania de Hitler, siempre me ha interesado, por lo que me mantengo en la afirmación que hago cada vez que te leo: «Solo sé que no sé nada y que aprendo mucho contigo», como ha sido hoy con la historia de Misch.
Gracias.
Hola Enrique,
ciertamente todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial es algo que atrae e interesa. Desgraciadamente en las guerras no hay ganadores, solo perdedores, y pongo en mi boca las palabras del general del Ejército de los Estados Unidos, George S, Patton «Ningún bastardo ganó jamás una guerra muriendo por su patria. La ganó haciendo que otro estúpido bastardo muera por la suya». Esperemos que no volvamos a repetir los errores de la Historia reciente, aunque al paso que vamos no será por bastardos en el mundo…
Abrazos
Reblogueó esto en Mi cajón de sastre en WordPressy comentado:
Muy interesante.
Gracias, FJT
Cuán difícil es juzgar, pero también cuán siniestros parecen los personajes que salen en este relato.
Hola libreoyente,
en el caso de los políticos puede que erremos a la hora de juzgarles por sus intenciones y por sus programas electorales, quizá habría que hacerlo por los resultados de sus propias actuaciones. No obstante, en el caso de Hitler y el nazismo todos conocemos los terribles resultados de su poder y quizá juzgarles sea tarea más fácil.
Un abrazo
obviamente que nada tiene que ver con este hecho, pero la quema de documentos me recuerda a Pascalina, la religiosa que trabajó fielmente para Pio XII y sus actos luego del fallecimiento de éste, al quemar documentos. Documentos que como consecuencia de la muerte de Pío habían pasado a ser propiedad del Vaticano.