El euskera, código secreto de la Segunda Guerra Mundial (o quizá no)

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Marines estadounidenses descansan en el campo durante la campaña de Guadalcanal. noviembre de 1942

El euskera es una lengua inclasificable dentro de las familias lingüísticas conocidas. De origen remoto en el tiempo, algunos defienden que proviene de los habitantes de las cuevas prehistóricas de Altamira, Ekain o Lascaux. Este idioma es la lengua viva más antigua de Europa y es hablada con competencia plena por casi 400 000 habitantes principalmente en Navarra y País Vasco, en el norte de España, y el suroeste de Francia. Su rareza hizo que se pensara en ella durante la Segunda Guerra Mundial para transmitir mensajes secretos para evitar que pudieran se traducidos por los japoneses, como aquél 7 de agosto de 1942 en Guadalcanal. Pero, ¿fue realmente así?

La criptografía

Lejos de ser un método nuevo, la escritura oculta mediante técnicas de cifrado ya fue utilizada por los babilonios en su escritura cuneiforme y los sacerdotes egipcios en los jeroglíficos. Según Plutarco, durante la guerra entre atenienses y espartanos se utilizó la escítala, un palo cilíndrico en el que se enrollaba una cinta de cuero con un mensaje escrito longitudinalmente que, al desenrollarlo no podía leerse. Para descifrar su contenido el receptor debía enrollarlo en otro cilindro con el mismo diámetro. Tiempo después, Julio César utilizó una técnica de codificación más simple, pero eficaz, consistente en sustituir cada letra del texto que se quería enviar por un número de posiciones fija hacia adelante en el alfabeto (la «a» por la «d» y la «b» por la «e»). Siglos después, el rey Fernando «el Católico» y el Gran Capitán se enviaban sus mensajes encriptados para evitar caer en manos de los numerosos espías que habían en la corte, y así muchos otros. Con la Primera Guerra Mundial siguieron utilizándose sistemas de codificación con la sustitución de letras o palabras por otras letras o números, pero ya se comenzó a utilizar procedimientos con aparatos que fueron los orígenes de las técnicas de criptografía que se emplearían en la Segunda Guerra Mundial, con máquinas de cifrado que permitían mecanizar el proceso de cifrado aumentando el número de posibilidades de encriptación.

La Campaña de Guadalcanal

Fue la primera gran ofensiva de los aliados contra las fuerzas japonesas en el frente del Pacífico en el marco de la Segunda Guerra Mundial. El principal objetivo era impedir que las islas de Guadalcanal y Tulagi, en el sur de las islas Salomón, fueran utilizadas como bases que amenazaran las rutas de suministro entre los Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, además de permitirles atacar desde allí las bases niponas. Conocida por los aliados como Operación Watchtower, se inició tras recibir las tropas aliadas (o al menos eso se pensaba) el siguiente mensaje encriptado en euskera: «Sagarra eragintza zazpi», que significa «La operación ‘Manzana’ comenzará a las siete».

Las unidades de inteligencia japonesa que interceptaron el mensaje no supieron descifrarlo y el factor sorpresa de los aliados resultó ser decisivo para ocupar las islas de Guadalcanal, Tulagi y Florida. Lejos de rendirse las fuerzas niponas realizaron varios intentos para recuperarlas entre agosto y noviembre de 1942, hasta que finalmente se retiraron el 9 de febrero de 1943. La victoria aliada de Guadalcanal resultó decisiva. Fue la primera victoria importante en el Pacífico y cambió el rumbo de la guerra en el Pacífico al pasar los aliados de la defensa, al ataque.

Los «code-talkers»

No hay duda de la importancia que tiene conocer los planes de tu enemigo para ganarle en la batalla, ejemplo de ello es el hallazgo de la máquina de criptografía Enigma encontrada en el interior de un submarino alemán capturado y que ayudó a acortar la guerra. También hay que reconocer la importancia que tuvieron las personas que desde el anonimato de una oficina o desde el campo de batalla descifraban mensajes ocultos. Los criptoanalistas norteamericanos de la Unidad de Radio de la Flota del Pacífico (FRUPAC) desde su base en Hawái fueron capaces de desencriptar unos 75 códigos navales japoneses. Uno de ellos, conocido como el código S, permitió a partir de 1943 conocer datos tan importantes como las rutas y fechas de los convoyes enemigos.

Pero tan importante era conocer el contenido de los mensajes del enemigo como que este no descifrara los tuyos propios. Los altos mandos del Ejército tuvieron en cuenta la idea de un ingeniero de Los Ángeles que de pequeño creció entre indios navajos en una reserva. Pensó que la enorme dificultad de comprensión del idioma navajo y que tan solo unas pocas personas en el mundo tenían algún conocimiento del mismo, sería una buena opción para enviar sus mensajes en este idioma. Para hacerlo aún más complicado, los navajos reclutados crearon una clave secreta en base a su idioma. En mayo de 1942 se incorporaron 29 nativos navajos (cifra que aumentó a 400 en los años posteriores) cumpliendo eficazmente su labor, fueron conocidos como «code-talkers» (locutores de claves).

El navajo fue de lejos la lengua más utilizada en la Guerra del Pacífico, pero no la única empleada para desconcertar a los japoneses. Comanches, hopis, chéroqui… fueron otras empleadas para tal fin. En cuanto al euskera la idea llegó del capitán Ernesto D. Carranza, un mexicano hijo de vizcaínos, que fue el encargado del 10º Regimiento de Transmisiones años atrás, y que se percató de que en el cuartel de San Francisco llegaron 60 muchachos jóvenes, hijos de vascos emigrados que hablaban el castellano y el inglés de forma regular, en cambio se comunicaban entre ellos muy bien en lengua vasca.

Al principio se enviaron en euskera comunicados de poca importancia, concretamente los lunes y los viernes. Los martes y los domingos utilizaron el oswego, los miércoles el iroqués, los jueves el lacota y el sábado un código especial. El motivo de que ese 7 de agosto de 1942 se utilizara el euskera no fue otro que coincidía en viernes.

El primer mensaje en euskera que se escuchó por radio en aquella campaña decía así, el 1 de agosto de 1942: «Egon, arretaz, X egunari«, es decir, «atención al día X».

«Gabaumba gudari-talde asko 100.000»; es decir, «las tropas japonesas que guarnecen Guadalcanal ascienden a 100.000 hombres».

«Lurrepaira idarrepaira indartsuak»; poseen fuertes trincheras y fortificaciones.

«Aurreta zugaitzari»; atención a los árboles, enemigos en sus copas.

«Hondartzak aurreratu»; imprescindible remontar las playas.

 Daniel Arasa en su libro Los españoles en la Guerra del Pacífico (Laia Libros, 2001)

A las dos y media de la mañana del 7 de agosto de 1942 comunicaron la orden más importante: «Sagarra eragintza zazpi»: «La operación Manzana empezará a las siete»

¿Un mito popular?

La controversia del uso del Euskera durante la Segunda Guerra Mundial llegó recientemente tras la investigación de Pedro J. Oiarzabal, doctor investigador del Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe de la Universidad de Deusto, especializado en la diáspora vasca, y titular de la Cátedra Jon Bilbao de la Universidad de Nevada en Reno, y Guillermo Tabernilla, especializado en historia militar y secretario de la Asociación Sancho de Beurko Elkartea, de la cual Saibigain es su revista digital, que publican en ella en 2017 Basque code talkersen la Segunda Guerra MundialEl enigma del mito y la historia, donde afirman que la utilización del idioma vasco, el Euskera, por parte del U.S. Army en la SGM es un mito posiblemente diseñado para favorecer el acercamiento entre los vascos del exilio y la Inteligencia norteamericana. Su conclusión fue tomada tras estudiar miles de documentos de los servicios de inteligencia y los archivos nacionales del País Vasco, Reino Unido y de los Estados Unidos, en los que no encuentran nombres ni pruebas de ninguno de los «basque code talkers». Tampoco ninguno de los expertos del Centro para la Historia de la Criptología de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos tuvieron noticia que en Guadalcanal se utilizara el euskera, ni tan siquiera hay evidencia de que Ernesto D. Carranza trabajara en las filas norteamericanas durante la guerra.

En fin, cierta o no, es una historia apasionante.

Para saber más:

Códigos secretos en la Primera Guerra Mundial

Una película:

La delgada línea roja (1998)

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