
Los Pactos de Letrán firmados por el cardenal Pietro Gasparri, en representación del papa Pío XI, y por el primer ministro de Italia, Benito Mussolini, en representación del rey Víctor Manuel III, acordaron crear la Ciudad del Vaticano, el Estado más pequeño del mundo. Representó la independencia política de la Santa Sede del Reino de Italia y para representarlos como Estado soberano adoptaron en 1929 la bandera que hoy en día todos conocemos. Descubramos la historia que hay detrás de ella.
El significado de la bandera
Según una antigua tradición, Jesús dio las llaves del Reino de los Cielos a San Pedro, como signo de su supremacía sobre los demás apóstoles. Desde el siglo XIII el oro y la plata han sido elementos muy significativos de la Santa Sede, las llaves simbolizan el poder de atar y desatar, y en la antigüedad eran entregadas al Pontífice cuando accedía al cargo en la «Archibasílica lateranense», catedral de la diócesis de Roma, donde se encuentra la sede episcopal del papa. En la bandera el color amarillo representa las llaves de oro, y el color blanco el cielo y la Gracia de Cristo, donde están dibujadas las llaves del Reino de los Cielos y la Tiara Papal. La llave dorada apunta hacia la derecha y la plateada hacia la izquierda, ambas unidas con un cordón de gules.
La invasión francesa
Tras convertirse en el hombre fuerte de la República francesa, Napoleón Bonaparte quiso emular la gesta del cartaginés Aníbal siglos atrás y decidió cruzar la cordillera de los Alpes por la ruta más directa, pero también la más difícil, el paso del Gran San Bernardo, para conquistar Roma junto a un ejército de 50 000 hombres. A pesar de la oposición que encontró por parte de los austríacos en Italia, su victoria en Marengo resultó decisiva y en 1805 Napoleón transformó la República Italiana en Reino de Italia, autoproclamándose rey y coronándose en la catedral de Milán.
En enero de 1808, prácticamente toda Italia estaba bajo dominio de Napoleón, tan solo el papa, como soberano de los Estados Pontificios, mantenía su independencia, de hecho, fueron los territorios en la península itálica que se encontraban bajo la autoridad directa del papa desde el año 756 hasta 1870.
El 2 de febrero de 1808 las tropas imperiales entraron en la Ciudad Eterna, tomándola por sorpresa y sin apenas oposición. Pío VII se retiró al palacio del Quirinal y lo fortificó con las escasas tropas que le seguían siendo fieles, la Guardia Noble y la Guardia Suiza. El 27 de mayo de 1809 Napoleón decretó la anexión a Francia del territorio papal restante. El papa decidió excomulgarlo y este respondió arrestando a Pío VII confinándolo en Francia hasta 1814, año en que fue liberado por los austríacos. Tiempo después y tras la abdicación de Napoleón, el 24 de mayo de 1823 el papa regresó a Roma y falleció ese mismo año.

La bandera antes de 1808 era roja y amarilla, colores tradicionales del Senado y el Pueblo Romano. Tras la toma ese año de la Ciudad del Vaticano por el ejército francés, el general Miollis, en nombre de Napoleón, obliga al papa Pío VII a incorporar en sus tropas a soldados franceses, pero el Pontífice sospecha desde el primer momento que era un paso previo para hacerse con Roma. Como Roma y la Santa Sede compartían colores, el papa ordena por escrito que los soldados que aún le eran fieles sustituyeran la insignia con los colores romanos por una amarilla y blanca. La primera vez que se enarboló esta bandera fue en 1824 por un barco mercante, aunque los campos estaban dispuestos diagonalmente.
En febrero de 1849, una revuelta en los Estados Pontificios devino en la pérdida del poder papal y la huida del papa Pío IX, se proclamó la República Romana durante apenas cinco meses, adoptando la bandera con tres franjas verticales de igual tamaño de color verde, blanco y rojo, junto con el lema Dio e Popolo (Dios y Pueblo). El papa solicitó ayuda a los estados católicos de Europa y en julio de ese mismo año los Estados Pontificios recuperaron el poder papal tras una expedición francesa aprobada por la Asamblea Nacional francesa y con el apoyo de Napoleón III. Tras regresar del exilio, el papa dispuso que se representaran las dos bandas en vertical e incorporó el escudo papal en la bandera.
En 1870 se disolvieron los Estados Pontificios tras la anexión de Roma por las fuerzas que habían unido al resto de Italia, y la bandera amarilla y blanca perdió su oficialidad. El Palacio Quirinal fue confiscado por el nuevo rey de Italia y se reconvirtió en palacio real, debiendo residir los papas en el interior del Vaticano. Los papas nunca reconocieron el derecho italiano de gobernar en Roma y rehusaron dejar el Vaticano, hasta que en 1929 la Santa Sede y el estado italiano firmaron los Pactos de Letrán y la bandera pontificia actual pasó a representar oficialmente la Ciudad del Vaticano.
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