
Paseando por el distrito de Ciutat Vella de Barcelona encontramos en pleno centro de la ciudad el Palau de la Generalitat. Si os fijáis en su fachada podréis apreciar cuatro columnas. Bien, pues ellas son las protagonistas de la curiosidad que os quiero mostrar.
La Generalitat tiene sus orígenes en las antiguas Corts catalanes, que era la asamblea de representación parlamentaria que compartía el poder con el rey. Su primer presidente fue Berenguer de Cruïlles, nombrado en las Cortes de Cervera a mediados del siglo XIV. Para su sede adquirieron en el año 1400 un inmueble en la judería mayor de Barcelona, concretamente en la calle Sant Honorat, que había pertenecido sucesivamente a un poeta, un cirujano, un tesorero y un cambista y a sus respectivos herederos. Hoy no queda prácticamente nada de esa primera edificación y a partir del siglo XVI fue levantándose el actual edificio de estilo gótico, bajo la dirección del arquitecto Marc Safont. Desde entonces se fue ampliando y transformando según las necesidades del momento.
Sus columnas milenarias
Su fachada principal, inspirada en el Renacimiento italiano, es obra de Pere Blai, y es en ella donde encontramos las cuatro columnas de 6 metros de altura y un peso de 20 toneladas cada una. Las investigaciones llevadas a cabo por el Institut Català d´Arqueologia Clàssica apuntan a que provienen de la región de Troya (la Tróade), en la actual Turquía y tienen una antigüedad de… ¡dos mil años!

Los romanos consideraban el granito como uno de los mejores materiales y de mayor calidad, en concreto el procedente de la Tróade. Con motivo de la estancia del emperador Adriano a Tarraco durante el invierno del 122 – 123 d. C. no escatimaron en esfuerzos y transportaron por mar desde esa región los 45 fustes de granito de los que se tiene constancia hasta la fecha localizados en la ciudad de Tarraco, capital de la provincia de la Hispania Citerior, actual Tarragona. Al ser todas de dimensiones similares se piensa que su emplazamiento sería el foro provincial, probablemente el templo dedicado al emperador Augusto.


Tras la caída del Imperio romano, algunas de estas columnas se utilizaron en la construcción de la hoy desparecida iglesia de Sant Pere Sescelades, a unos kilómetros de Tarragona, y Pere Blai, buen conocedor de las comarcas tarraconenses al haber trabajado allí la mayor parte de su carrera, sabía de su existencia. En 1582 ya había sacado dos de sus columnas romanas para trasladarlas a la capilla del Santíssim de la catedral de Tarragona, y fue el 9 de diciembre de 1598, durante la construcción de la fachada del Palau de la Generalitat, que decidió trasladar cuatro columnas más, tras la solicitud de los diputados por carta y su posterior autorización por parte del Consejo Municial de Tarragona.
Hoy solo quedan de esas columnas troyanas cuatro fragmentos en una rotonda delante del anfiteatro de Tarraco, en el Passeig Arqueològic y en la Capilla del Santísimo Sacramento en la catedral de Tarragona, además de las cuatro columnas de la entrada al Palau de la Generalitat de Barcelona.
Un comentario