Valladolid, el Pisuerga y la primera inmersión

Ilustraciones de Pesca de perlas y busca de galeones, manuscrito de Pedro de Ledesma (1623). NAVAL

Atravesando la ciudad española de Valladolid se encuentra el río Pisuerga, afluente del Duero. Hoy, podemos recorrer su ribera con un agradable paseo en el que gracias a una inscripción pintada en el techo de un pequeño túnel adyacente, recordamos lo que allí ocurrió hace ya más de cuatro siglos.

Corría el octavo mes del 1602, cuando un valeroso hombre se dispuso a sumergirse en las profundidades del Pisuerga, ante los atónitos ojos del rey Felipe III y su corte. Permaneció a tres metros de profundidad durante más de una hora con el propósito de poner a prueba lo que hoy es el primer traje de buzo operativo de la historia, inventado por Jerónimo De Ayanz y Beaumont.

El joven rey de veinticuatro años no quiso perderse la hazaña. Con sus galeras se acercó por el río Pisuerga al jardín de don Antonio de Toledo, cercano al desaparecido Palacio de la Ribera. En el ambiente se respiraba alegría entremezclada con mucha teatralidad, el pueblo se agolpaba alrededor y ante la mirada atónita de Su Majestad, su séquito y gente de alcurnia, el valiente en cuestión solo salió a la superficie cuando se lo ordenó el monarca. Al encontrarse perfectamente le dijo a su rey: «podría estar debajo del agua todo el tiempo que pudiera sufrir y sustentar la frialdad de ella y el hambre».

Esta gesta fue posible al ingenio de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, quien se adelantó dos siglos antes que el sajón Augustus Siebe patentara su escafandra estanca. Un visionario, que, además de diseñar uno de los primeros equipos de buceo de la época moderna, adquirirá cuatro años después el privilegio de invención por parte del rey, algo así como las patentes, reconociéndosele cuarenta y ocho inventos distintos.

El buceo submarino

Hemos de pensar que en culturas antiguas el buceo en apnea era la opción para poder recolectar alimentos o perlas y corales preciosos. En alguna ocasión, y siempre en aguas poco profundas, se usaron tubos de caña para poder respirar, y Platón ya menciona el buceo submarino con fines comerciales en la antigua Grecia en busca de unas esponjas que se cosechaban en el fondo del mar en la isla de Kálimnos, utilizando pesos de hasta 15 kilogramos para acelerar el descenso (skandalopetra), que podía ser de hasta 30 metros y durar hasta cinco minutos. En Japón, las buzos «amas» recolectaban también perlas hace más de dos mil años -por cierto, una tradición que sigue practicándose-, al igual que en el Golfo Pérsico hasta mediados del siglo XX como principal fuente de ingresos para muchos.

Su uso ya fue descrito por el sabio Aristóteles y Alejandro Magno exploró el Mediterráneo bajo la autoridad del astrónomo Ethicus. Los asirios tenían nadadores que respiraban a través de odres de piel de cabra, y los romanos disponían de «submarinistas» llamados urinatores.

(…) permiten a los buzos respirar igualmente bien al dejar caer un caldero, porque este no se llena de agua, sino que retiene el aire, ya que se empuja directamente hacia abajo dentro del agua.

Aristóteles en el siglo IV a. C.

La Corona española, entre otras, mostró gran interés en recuperar los cargamentos de los galeones que se perdían por la acción de tormentas y huracanes, y durante los siglos XVI y XVII se desarrollaron campanas de buceo, que eran cámaras rígidas que se sumergían en el agua y se hundían cuando estaban llenas de aire. El primer uso registrado de este mecanismo fue por Guglielmo de Lorena en 1535 para explorar las barcazas de Calígula en el lago Nemi. Posteriormente se fueron mejorando y en 1658 se utilizaron para salvar el buque de guerra Vasa, hundido frente al puerto de Estocolmo a unos 32 metros de la superficie en su viaje inaugural. La moderna escafandra de buzo con casco rígido la inventó en 1818 el inglés Augustus Siebe, y los trajes continuaron siendo de lona cauchutada hasta que en la década del siglo XX el francés Jacques-Yves Cousteau y el italiano Borelli experimentaron con los primeros trajes enteramente realizados en caucho. Después, con la aparición del neopreno en 1951 fueron progresivamente sustituidos por este material.

Izquierda: campanas de buceo diseñadas por Girolamo da Treviso (primera mitad del siglo XVI). Derecha: campana de Giuseppe Bono (1582). Imagen de Galerias Temáticas

Jerónimo de Ayanz y Beaumont

Es considerado el precursor del buceo moderno, aunque ya antes se habían intentado en Lisboa y Toledo algún intento de inmersión con personas dentro de una campana. El ingenio de este navarro de nacimiento hizo que construyera la primera máquina de vapor moderna, un rudimentario sistema de aire acondicionado y un método de desagüe para las minas que puso en práctica en la mina de plata de Guadalcanal, en Sevilla, desahuciada precisamente por las inundaciones cuando él se hizo cargo de su explotación aplicando el principio de la presión atmosférica, que no iba a ser determinado científicamente hasta medio siglo después. Otros inventos suyos son las balanzas «que pesaban la pata de una mosca», un horno para destilar agua marina a bordo de los barcos y así un largo etcétera de inventos adelantados a su época.

Según sus propios apuntes, conservados en el Archivo General de Simancas, el traje que utilizó era de vacuno con dos conductos que permitían la entrada y la expulsión de aire, poniendo solución al sistema de campanas y permitiendo prolongar el tiempo del buzo sumergido. Los conductos partían de una rudimentaria escafandra y se conectaban un fuelle que impulsaba el aire. Aquí os dejo una imagen de la recreación que se hizo de aquella hazaña en 2016 en las aguas del río Pisuerga.

En el círculo, boceto del escultor Juan Villar del primer buzo de la historia. / HENAR SASTRE

7 respuestas a “Valladolid, el Pisuerga y la primera inmersión”

  1. Avatar de etarrago - etfreixes

    Siempre interesante y aleccionador.
    Gracias FJT

  2. Avatar de etarrago - etfreixes

    Reblogueó esto en Mi cajón de sastre en WordPressy comentado:
    Siempre aleccionador:

    1. Avatar de franciscojaviertostado

      Hola Enrique,
      no sé si conoces Valladolid, pero es una gran tierra, y claro, con muy buenos vinos, además de anécdotas como esta.
      Un abrazo

  3. Avatar de AlmaLeonor_LP

    ¡Hola! Me ha encantado tu artículo. Ya lo traté yo en mi blog hace tiempo. Te dejo el enlace por si te interesa echar un vistazo. Y gracias por las palabras hacia mi ciudad, Valladolid 🙂 https://franciscojaviertostado.com/2022/12/07/valladolid-el-pisuerga-y-la-primera-inmersion/

    1. Avatar de AlmaLeonor_LP

      Huy, he copiado tu enlace en lugar del mío, jajajaja, te dejo el correcto… https://almaleonor.wordpress.com/2018/08/02/el-submarino-un-invento-patrio/

      1. Avatar de franciscojaviertostado

        Hola AlmaLeonor,
        pues yo disfruté tu artículo doblemente, primero por lo documentado que está y porque es un placer leerte. Permíteme hacer extensa tu invitación a todo aquél que quiera ampliar la información al respecto.
        Saludos y gracias a ti

  4. Avatar de El origen de ser «gilipollas» –

    […] tiene una calle con su nombre en Madrid, dispuso de altos cargos en la corte durante el reinado de Felipe III y Felipe IV, gozando de la total confianza del duque de Lerma y del Conde-Duque de Olivares, vamos, […]

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