
Tontolaba, tonto del culo, tonto de la baba, tonto de la polla… En fin, podría seguir enumerando las distintas maneras con las que nombramos a un «gilipollas», sin embargo, la Real Academia Española de la Lengua (RAE) lo define como una persona necia o estúpida. Haber, los hay, y muchos, por todas partes, puede que incluso nosotros lo hayamos sido en alguna ocasión, pero, ¿alguien se ha preguntado cuál es el origen de esta palabra?
Los árabes nos dejaron muchas cosas como herencia de su pasado, una de ellas es la palabra «yahil», «yihil» o «gihil», que significa «bobo», sin embargo, el Diccionario de la RAE relaciona esta palabra como una vulgarización del adjetivo «gilí», que procede del lenguaje de los gitanos españoles vocablo «jilí», cuyo significado es «inocente o cándido».
Pues bien, existe una versión más popular y jocosa de este término, y para encontrarla hemos de trasladarnos al Madrid de finales del siglo XVI. Su protagonista, Baltasar Gilimón de la Mota con sus dos pollas, me explico…
Este personaje, que en la actualidad tiene una calle con su nombre en Madrid, dispuso de altos cargos en la corte durante el reinado de Felipe III y Felipe IV, gozando de la total confianza del duque de Lerma y del Conde-Duque de Olivares, vamos, que no era precisamente un cualquiera. Entre sus ocho vástagos tuvo dos hijas, Feliciana y Fabiana, poco agraciadas físicamente y, además, no muy listas. En aquellos tiempos, las mujeres tenían cuatro opciones de vida: el matrimonio, prostituirse, ir a un convento o permanecer solteras. La peor de ellas era esta última, ya que representaba un fracaso vital, además quedaban desprotegidas y a ojos de la sociedad se veían como mujeres desvalidas.
Don Gil estaba dispuesto a todo para que sus dos hijas encontraran marido y acudía a todas las fiestas y eventos con ellas. Está claro que llamaba la atención por su pertinaz insistencia, hasta el punto de que cada vez que aparecía con ellas todos murmuraban de forma burlesca… «Ya ha llegado Gil y sus pollas». Huelga decir que entonces el término pollas se utilizaba para denominar a las mujeres jóvenes, al igual que el término pollos se refería a los hombres.
Esta expresión se convirtió en Madrid -como diríamos actualmente- en viral, y con el tiempo pasó a convertirse en nuestro actual «gilipollas». Dicho esto me pregunto: ¿Conseguiría don Gil el objetivo de casar a sus dos pollas? 😉
Información basada en Secretosdemadrid.es
jajajajaa qué bueno!
Historia, curiosidades, leyendas, humor… este sitio es un lujazo.
Feliz semana, un saludo afectuoso!
Hola bisílaba,
cierta o no cierta, sin duda es una curiosidad divertida.
Otro saludo para ti y agradecido como siempre de tenerte por el blog 😉