
Imaginaros la cara de sorpresa que se les debió de quedar a todos los que presenciaron la primera película sonora, porque no me negaréis que ver una película muda… como que no despierta mucho interés actualmente.
El productor de cine Harry Morris Warner, cofundador de la productora y distribuidora cinematográfica Warner Brothers, dijo en 1927: ¿cine hablado? Pero, ¿quién diablos querría escuchar a los actores hablar? Por supuesto, se equivocó 😉
El incorporar sonido a las imágenes proyectadas es algo que ya en el año 1920 el inventor estadounidense Lee De Forest desarrolló con el Phonofilm, también conocido con el nombre de cinefón. A fin de atraer al público y a la industria de Hollywood realizó 18 cortometrajes experimentales con sonido sincrónico. Estas películas buscaban probar este nuevo sistema y en ellas se grababan musicales, discursos y ópera.

Una de estas películas cortas fue el cortometraje de once minutos en el que participaba la joven artista española Conchita Piquer con tan solo quince años de edad, aquí dejo el link para los más curiosos, aunque debo decir que estos films no tuvieron el éxito que podríamos esperar por parte de la industria cinematográfica. Debemos esperar unos años más, muy pocos en realidad, para encontrar la novedosa técnica de grabar el sonido sobre un disco (Vitaphone), ahora sí, el cine cambiaría para siempre.

The Jazz Singer
La tecnología Vitaphone fue introducida públicamente el 6 de agosto de 1926, con el estreno del film de casi tres horas de duración, Don Juan; el primer largometraje en emplear un sistema de sonido sincronizado durante toda la película. Incluía una banda sonora con música y efectos de sonido, pero no diálogo grabado.

Tras el éxito en Broadway de la obra teatral El cantor del jazz en 1925, se decidió llevar a la gran pantalla con el mismo título. Es una película silente durante la mayor parte de su metraje, pero sus doce minutos con diálogos con sonido sincronizado la convierten oficialmente como el primer largometraje sonoro de la Historia del cine.
Le ofrecieron el papel protagonista a Al Jolson, un actor y cantante estadounidense de origen ruso que entusiasmaba a la audiencia del momento. No deja de ser curioso el hecho de que en la película se le pintó la cara de negro y los labios en blanco para asemejarse a una persona negra. Y es que en aquellos tiempos la audiencia blanca iba a entretenerse a locales para escuchar música como el jazz, interpretada por personas negras, pero no consideraban que fuesen adecuados para actuar, así pues, maquillaban a personas blancas para asemejarse a ellas interpretando estos géneros musicales y no ofender la sensibilidad de los blancos.
Dirigida por Alan Crosland, fue estrenada el 6 de octubre de 1927 en el teatro Warner de Nueva York y resultó todo un éxito, recibiendo un Premio Oscar honorífico por revolucionar la industria del cine. Os dejo un fragmento de la película en cuestión.
Durante la película podemos escuchar a su protagonista decir una frase que quedaría para la inmortalidad cinematográfica: «¡Aún no han oído nada!», que parece dirigir más a los espectadores que a los personajes del film.
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