Ser una de las ciudades del mundo con mayor número de rascacielos tiene sus riesgos. Todos recordamos los terribles atentados del 11-S en los que en Nueva York unos miembros de Al Qaeda secuestraron un avión comercial para impactarlo contra las Torres Gemelas, y aunque los Estados Unidos ya habían sufrido otros atentados por el terrorismo islámico (recordemos los perpetrados contra los cuarteles en Beirut en 1983 o los del World Trade Center de 1993, así como los de las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania en 1998, así como el atentado contra el USS Cole en el año 2000), ninguno quedaría grabado en nuestras mentes como el ocurrido ese fatídico día del 2001 en la ciudad que nunca duerme.
Otros accidentes aéreos en NY
Tampoco debemos pensar que era la primera vez que un avión se estrellaba contra un rascacielos de Nueva York, de hecho, este triste suceso ya había ocurrido en más de una ocasión. En octubre de 2006 el jugador de béisbol Cory Lidle estrelló su propio avión por problemas de carburante contra unos apartamentos en Manhattan. También algún que otro helicóptero y avioneta que realiza vuelos turísticos por encima de Manhattan sufriría alguno, incluso el 20 de mayo de 1946, un avión militar impactaría debido a la densa niebla contra el piso 58 del Manhattan Company Building, en el 40 Wall Street (actual Trump Building).
La tragedia del Empire State
Pero el que más nos recuerda al 11-S será el ocurrido el sábado 28 de julio de 1945 contra el Empire State Building. Exceptuando el hecho que no se trató de ningún atentado, sino un fatal accidente, y que el final no sería tan trágico como el ocurrido el 11-S, las imágenes no pueden hacer otra cosa que recordarnos la similitud de los hechos.
William Franklin Smith, Jr. experimentado teniente coronel de 27 años de edad que a pesar de su juventud ya era un condecorado veterano de la Segunda Guerra Mundial, en la que había participado en más de cincuenta misiones en Europa, sería el piloto del bombardero B-25 Mitchell que ese día realizaba una misión rutinaria de transporte de personal desde la Base Aérea de Bedford del Ejército de los Estados Unidos en Boston al aeropuerto de Newark (Nueva Jersey). Ese día una densa niebla reducía la visibilidad del piloto, quien confiando en su experiencia, hizo caso omiso a los repetidos avisos de la torre de control para que no atravesara la ciudad.
Se supone que se desorientó al acercarse a Manhattan, tomando como referencia de manera equivocada algún edificio que le hizo pensar que se aproximaba al aeropuerto y bajó el tren de aterrizaje para horror de los neoyorquinos que observaron como pasaba a tan solo 150 metros de altura de la Quinta Avenida. A las 9:49 am y a una velocidad de 360 kilómetros por hora, terminaría por estrellarse en la fachada norte entre los pisos 78 y 79 del Empire State Building a 278 metros de altura. El impacto originaría un agujero de 5,5 por 6 metros que haría temblar todo el edificio provocando un incendio que sería la causa del fallecimiento de 14 personas: los tres tripulantes del avión, 9 empleados de la Conferencia Nacional de Asistencia Social Católica que se encontraban en la planta 79, y dos hombres más, uno de los cuales, Paul Dearing, que saltó por la ventana intentando escapar de las llamas (si entráis en el link de su nombre podréis ver una imagen al respecto. Abstenerse los más sensibles)
Normalmente en el edificio solían haber unas 15 000 personas, pero el hecho de ser fin de semana hizo que solo se encontraran 1500. Uno de los motores y parte del tren de aterrizaje salieron por la pared opuesta cayendo sobre el ático del edificio Waldorf en la planta 13 provocando un incendio tal como puede verse en la fotografía. El otro motor cayó por el hueco de uno de los ascensores hasta el sótano dejando tras de sí un rastro de combustible ardiendo hasta la planta 75.
A pesar de la espectacularidad del accidente, los trabajadores y los visitantes que se encontraban en ese momento en el resto de plantas del edificio, fueron rescatados ilesos por la escalera de incendios y, sorprendentemente, el lunes siguiente algunas oficinas volvieron al trabajo.
Esta tragedia contribuiría a mejorar el diseño de los rascacielos frente a grandes impactos, pero no evitaría que las Torres Gemelas no se hundieran por la colisión de los aviones, sino que serían las temperaturas extremas debidas a la explosión y la enorme cantidad de combustible en llamas las que desintegrarían las estructuras de hormigón.
Dos videos:
No dejéis de ver este video de la intervención de los bomberos y el posterior rescate de los heridos
Links fotos:
Deja un comentario