Hoy comenzaremos el post preparando un refresco pero que no os extrañe, también hablaré de historia con su dosis de medicina. Lo primero que hay que saber es que el Gin-tonic, aunque ligeramente amargo, contiene azúcares o edulcorantes, así que cuidado los diabéticos. El recipiente ideal será la copa de balón (esa más grande y con gran abertura) a una temperatura entre 2 y 4 ºC (bueno, si está a 5 tampoco pasa nada 😉 ) y como regla general la proporción será una parte de ginebra por cada cuatro de tónica. Deberá verterse primero la ginebra y la tónica después ya que el gas carbónico produce una remolino que mezcla los líquidos haciendo innecesario agitarlo y removerlo, es decir, lo mismo que decía James Bond sobre el Martini «mezclado, no agitado». Si hablamos del hielo no os penséis que se puede utilizar cualquiera sino que el más indicado es el de agua osmotizada que tarda más tiempo en fundirse, y no más de 4 o 5 cubitos. Ya solo queda degustarlo lentamente y en buena compañía, aunque para disfrutarlo con amigos podéis hacerlo ahora, leyendo el artículo que os propongo. Venga, ir a la cocina y preparaos uno, os espero…
… no penséis que soy ningún experto en preparar cócteles -lo leí en un artículo que por casualidad pasó entre mis manos- pero el Gin-tonic tiene una historia de lo más curiosa y muy alejada de la creatividad de un barman. La leyenda sitúa su origen en el siglo XVI, concretamente en la batalla de Amberes, donde la fiereza de los tercios españoles causaba terror a los soldados ingleses, quienes para calmarse la consumían. Pero suele atribuirse su invención dos o tres siglos después, concretamente a los oficiales de la British East India Company destinados en la India, una región azotada por la malaria.
También se la conoce como paludismo y está causada por la picadura de mosquitos infectados con un parásito denominado Plasmodium. Estos oportunistas encuentran en el hígado del pobre infectado el lugar idóneo para multiplicarse para después pasar a los glóbulos rojos y de allí a todo el organismo. Los síntomas que ocasiona son fiebre, cefaleas y vómitos que provocan mal estado general a la persona afecta poniendo en peligro su vida.
Los soldados británicos combatían la malaria con la quinina obtenida de la corteza del quino, que diluían en agua carbonatada, aunque resultaba excesivamente amarga. Surgió entonces la idea de mezclarla con ginebra de tipo London Dry y algún que otro ingrediente. El sabor resultó ser todo un éxito, extendiéndose no solo como medicamento sino como cóctel por todo el mundo.

Y no nos olvidemos de la ginebra, un aguardiente inglés derivado del jenever (genever) holandés, utilizado como diurético destilado desde que el catedrático de química Franciscus de la Boe lo elaborara en la Universidad de Leiden en el siglo XVI a partir de la malta aplastada, fermentada y mezclada con bayas de enebro con alcoholes de baja graduación. Los distintos aromas que puede tener se obtienen tras añadir fórmulas concentradas de especias o flores, siendo los ingleses quienes le dieron el nombre de gin tras elaborarla con alcohol etílico, la London Dry que mencionaba antes.
Pero el Gin-tonic no sería tal sin la tónica, por supuesto. Es en esta donde se encuentran los extractos de frutas y de quinina que le dan su sabor amargo. Las tónicas de hoy en día llevan una cantidad de sulfato de quinina insignificante aunque visible y brillante bajo luz ultravioleta debido a su fluorescencia natural.
Siendo una bebida consumida en las barras de cócteles su afición no ha hecho otra cosa que aumentar, acompañando las comidas: si se trata de mariscos o pescados la ginebra debería tener un sabor más frutal; con tapas y quesos, más floral; con arroces, ligeramente especiada y con carnes más… «inglesa».
Permitidme acabar diciendo que la tónica, además de aportar energía por su contenido en quinina, refuerza el apetito y mejora la digestión al inducir la secreción en las glándulas salivares y gástricas, aumentando la vascularización en la mucosa gástrica y la actividad muscular del estómago. Así pues, disfrutadla pero con prudencia, y si en alguna ocasión contraéis la malaria (Dios no lo quiera) no os atiborréis de Gin-tonic que actualmente existen otros tratamientos más eficaces para combatirla.
Para saber más:
Os recomiendo este otro artículo de Jesús G. Barcala en cienciahistorica.com
Tipos de copas y vasos para cócteles
Links imágenes:
Información basada en el artículo de Francisco Gaspar, redactor de Abbott & Mc Callan Publishers
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