La sorpresa fue mayúscula y no era para menos. En la segunda mitad del siglo XVIII, el director de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, Jan Jacob Hartsinck, encontraría un grupo de esclavos africanos que iban a ser llevados a la Guayana Holandesa, y reparó en sus pies. Sus ojos no daban crédito a lo que veía: tenían pies de… avestruz.
En lugar de cinco dedos presentaban la ausencia de los tres dedos centrales, sobresaliendo dos garras similares a las que tienen estas aves. Hoy, a esta anomalía la conocemos como en «tenaza de langosta» por su similitud con las pinzas de este crustáceo marino. Estos hombres pertenecían a la tribu vadoma, un pueblo de un idílico valle situado entre el río Zambeze, las cataratas Victoria y el río Limpopo, conocido como el valle del Zambeze, en Zimbabue. Con el tiempo también se supo que no era una anomalía exclusiva de ellos, sino que la cercana tribu talaunda también la presentaba, mostrándola varios miembros de la misma familia.
Su existencia pasó a convertirse en leyenda, ya que Hartsinck no dispuso de pruebas de este fenómeno desde que lo diera a conocer en 1770. No fue hasta el año 1960 que se dio a conocer la malformación de esta tribu entre la comunidad científica. El mito se convirtió en realidad.
Una enfermedad genética
La alteración se conoce como ectrodactilia y no es exclusiva de estas tribus africanas, sino que aparece en todo el mundo, presente normalmente en 1 de cada 90 000 nacimientos, mientras que en esta tribu ocurre en aproximadamente 1 de cada 1000 nacimientos. Puede presentarse aislada o asociarse a otras malformaciones como paladar hendido, alteraciones oftálmicas o del sistema urogenital, entre otras, dando lugar a síndromes como el de Karsch-Neugebauer. Cuando se da aislado puede ser ocasionado por el uso de fármacos como la warfarina -un anticoagulante oral- o antiepilépticos, como la fenitoína o el ácido valproico.
Actualmente se sabe que se trata de una alteración genética autosómico dominante debida a una alteración -deleciones o translocaciones- en los cromosomas 7 y 9, lo que explica que afecte a varios miembros de una misma familia al heredarse la mutación.
Es una enfermedad invalidante para quienes la sufren, no solo físicamente sino psicológicamente, aunque algunos dicen que en esas tribus africanas sus pies en «garras de avestruz» resultan muy útiles para trepar los árboles. Por cierto, muchos recuerdan aún al octavo campeón del mundo de ajedrez, Mijaíl Tal, fallecido hace unos veinte años y que también la padeció.
Recordemos a esta olvidada tribu con un video:
Para saber más
Displasia ectodérmica y mutación gen p63
Links fotos:
Thfk; Thfk (I); epixirimatias.gr; GFHund
Información basada en ABC
Deja una respuesta