La «pena del saco» el terrible castigo de la Antigua Roma

No os dejéis engañar por la ilustración que aquí os muestro, puede parecer que ese muchacho vestido únicamente con unos calcetines esté tranquilo, meditando, incluso da la sensación de estar algo resfriado, pero no, está siendo sometido a uno de los castigos más crueles que se aplicaron en la Antigua Roma: la «pena del saco».

El más terrible asesinato

El acto de parricidio siempre ha sido considerado una de las formas más atroces de homicidio. Los registros históricos indican que en el antiguo Egipto, los parricidas eran sometidos a una brutal tortura con cañas puntiagudas, seguida de desmembramiento y colocación sobre espinos ardiendo. En la antigua Grecia, las leyes de Atenas decretaban que dichos perpetradores podían ser ejecutados por cualquier ciudadano y no recibían asilo de nadie.

La «pena del saco»

Conocido en latín como «Poena Cullei» o «Culleum», este castigo resultó ser extremadamente severo, reservado exclusivamente para los casos de parricidio. Curiosamente, el derecho romano eximía a los padres de matar a sus hijos, dado que el padre romano ejercía un control absoluto sobre su familia.

El reo era sometido a golpes y latigazos hasta hacerle sangrar por todo el cuerpo, después se le metía en un saco de cuero con una víbora (que simbolizaba al parricida), un gallo (valiente y capaz de enfrentarse a un león), una mona (caricatura del hombre) y un perro (considerado como animal inmundo). Al reo se le ponía un gorro de piel de lobo y se le calzaba con zapatos de madera (no, no eran calcetines). El saco se metía en un contenedor de cuero con cerradura para evitar que se escapara como si de Houdini se tratara y se le llevaba al río Tíber o al mar donde moriría ahogado si es que aún seguía vivo. Podéis imaginaros el sufrimiento al que se le sometía durante los minutos o incluso la hora que podía durar el trayecto hasta llegar al mar.

El Derecho Romano primitivo equiparaba el parricidio al homicidio voluntario, pero a mediados del siglo V a. C., con la elaboración de la Ley de las XII Tablas, se vinculó únicamente con el asesinato de los padres por parte de sus hijos. El caso más antiguo documentado se remonta al siglo I a. C. (según muchos estudiosos, incluso antes). De hecho, encontramos que el rey etrusco Tarquino ordenó «el culleum» para castigar al decenviro M. Atino, acusado de divulgar los secretos de los ritos civiles sagrados. Se entendía que la «profanación» de los dioses y de los padres debía expiarse de la misma manera. Por lo tanto, el castigo representaba una especie de ceremonia en la que el agua purificaba y los animales tenían la función de torturar al reo y derretir sus restos hasta no poder distinguirlos de los de los propios animales.

En varias fuentes, se ha hecho referencia a esta pena, como en los escritos del político y orador Marco Tulio Cicerón, y está debidamente documentada en las leyes romanas. La Lex Pompeia de Parricidio la invalidaría, aunque ampliaría la pena del parricidio a otros parientes. Según ciertas fuentes, el emperador Adriano (aunque otras fuentes sugieren que fue César Augusto) reinstauró el «culleum» especificando qué animales debían ser introducidos en el saco. Inicialmente se introducía en el saco junto al condenado una serpiente, para luego agregar un gallo, un perro, un mono y una víbora, todos vivos. En el siglo II, se ofrecía al reo una alternativa que, según la perspectiva, podría considerarse menos cruel: ser arrojado en un anfiteatro para ser devorado por animales salvajes.

En la Edad Media

En los años subsiguientes, el uso de este castigo cayó en desuso hasta que el emperador Constantino, quien legalizó la religión cristiana, lo reinstauró mediante un edicto en el año 318 d.C. En esta ocasión, el castigo sólo involucraba serpientes. Tres siglos más tarde, el emperador Justiniano reintrodujo a los demás animales, los cuales se utilizaron hasta que, a finales del siglo IX, fueron eliminados según lo establecido en la ley Basilika, siendo sustituido el castigo por la muerte en la hoguera.

El parricidio, al igual que en el antiguo Egipto, Grecia y Roma, continuó siendo considerado en los siglos posteriores como uno de los crímenes más atroces que podía cometer una persona. Este castigo se mantuvo vigente en algunas instituciones, como se evidencia en las Partidas redactadas en la Castilla del rey Alfonso X. Sin embargo, en lugar de exponer al reo junto a animales vivos, se optaba por colocar su cadáver en un gran recipiente, donde era pintado y simulaban arrojarlo al río antes de otorgarle sepultura. A pesar de ello, se tiene constancia de la aplicación de este castigo tal como se llevaba a cabo en la Antigua Roma en la Alemania moderna, hasta su abolición en Sajonia mediante un decreto del 17 de junio de 1761.

Después de leer esto, es evidente que nadie cuestionaría que la «pena del saco» constituía un castigo extremadamente cruel tanto para el condenado como para los pobres animales que carecían de culpa alguna, ¿no os parece?

Información basada en el artículo de cienciahistorica.com

2 respuestas a “La «pena del saco» el terrible castigo de la Antigua Roma”

  1. Avatar de wichiluca

    …si se trata de castigar, los romanos tenían su estilo. Recuerdo haber leído sobre esto hace mucho, en «Yo, Claudio»

    1. Avatar de franciscojaviertostado

      Hola Wichiluca,
      mítica serie, sin lugar a dudas.
      Un saludo

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