Si hay un pintor enigmático este el Bosco. Sus cuadros reflejan esa Humanidad pecadora, condenada al infierno, representando en muchas ocasiones a santos en actitudes grotescas, caricaturas de simples personas. Puede que quisiera dar mensajes morales con sus pinturas, pero los símbolos que utiliza son frecuentemente de difícil comprensión. Una de sus obras más conocidas, El jardín de las delicias, es buena muestra de ello y las interpretaciones que se dan de cada una de sus figuras son de lo más diversas. No haré un análisis de todas ellas, sino que me centraré en una, solo en una, no la más llamativa del cuadro pero podría tener cierta relación con una doctrina herética surgida entre los siglos II-III en el norte de África, el adamismo.
Sus seguidores (ahora me refiero al adamismo, no a el Bosco) practicaban el nudismo y vivían en una anarquía absoluta para así poder regresar a esa inocencia del Edén que nos relata el Génesis. Consideraban el matrimonio una consecuencia del pecado original y por eso lo rechazaban, siguiendo además una estricta abstinencia sexual. Su origen no está claro. Unos piensan que pudo surgir de la unión de distintas doctrinas ascéticas y gnósticas, mientras que otros dicen que eran ascetas descarriados, sin embargo, fuera como fuera, nunca fueron muy numerosos.
Encontramos la primera reseña histórica de esta secta en una obra de Epifanio de Salamis, el Panarión y en los escritos de San Agustín. Desapareció en el siglo IV para resurgir nueve siglos después en los Países Bajos como los Hermanos y Hermanas del Espíritu Libre. Después, en el siglo XIV, surgieron los Begardos en Alemania, ocupando una isla en el río Nezarka en Bohemia para poder vivir en paz. Solo perduraron dos siglos más a consecuencia de las persecuciones que sufrieron. Hubo posteriormente otros conatos de resurgimiento en los siglos XVIII y XIX, siendo todos ellos reprimidos a la fuerza. Más cercano a nuestro tiempo, en 1985, apareció un movimiento similar conocido como la Iglesia Nudista Cristiana del Santo Doncel Jesús.
¿Dónde está la relación de los adamitas con el Bosco?
Como decía antes el rastro de los adamitas llega hasta la época del pintor. En el año 1411, un siglo antes de que pintara en la ciudad francesa de Cambrai, muy cerca de Flandes, El jardín de las delicias, el obispado de la zona abrió un proceso contra esta secta condenando a la hoguera a algunos de sus máximos responsables. A raíz de los interrogatorios que se hicieron se sabe que practicaban sus ritos en cavernas esperando la llegada del fin de los tiempos. Así pues, confiando que estaba próximo, ese día demostrarían a todo el mundo que eran los verdaderos hijos de Adán.
No consideraban que el ir desnudos fuera un pecado ni fruto de la lujuria, todo lo contrario, defendían la idea del amor platónico espiritualizando la erótica del desnudo. Ahora mirad el extremo inferior derecho del panel central, ¿lo veis en el cuadro de arriba? No os preocupéis que lo amplio…
Se ve un corrillo de personas y una especie de cueva de la que asoma un muchacho y una mujer. El hombre está vestido y mira descaradamente al espectador. Esto hace pensar que quiso retratar a Dios (que solo aparece con ropa en la tabla izquierda) representado como el maestro del Espíritu Libre.
Hay autores, entre los que destaca el historiador de arte alemán Wilhelm Fraenger, que defienden que el Bosco fue un adepto a esta secta y su cuadro, El jardín de las delicias, un encargo para ilustrar la Biblia Adamita. Algunos piensan que el Bosco conocía muy bien el culto de esa secta por los contactos que tuvo con alguno de sus líderes, y algunos aventuran a especular dando un nombre, Enrique III de Nassau (o quizá su tío Engelberto), quien bien pudo regalar el cuadro a su mujer como regalo de bodas. Puede que incluso quedara retratado (como era costumbre entonces hacer con los mecenas que encargaban los cuadros) como ese maestro del Espíritu Libre.
Seguid mirando la escena ampliada. El hombre vestido señala con su índice a una mujer desnuda que sostiene una manzana, está claro que se trata de Eva en su Edén. Pero no se acaba aquí. Apoyado en su hombro derecho, en la sombra, sumiso, se entrevé una cara, ¿quizá la del propio el Bosco?
El hecho de no disponer de un retrato contemporáneo al pintor (el más cercano se pintó cincuenta años después de su muerte) hace difícil identificarlo, pero lo curioso del caso es que se pintó en la misma actitud, con la mano derecha haciendo el mismo signo que el maestro del Espíritu Libre (no es el de la foto adjunta pero aquí podéis verlo).
Lo que acabo de explicar es una teoría que tiene sus adeptos, aunque no deja de ser eso, una teoría. De el Bosco no sabemos mucho. Nació en Aquisgrán y en su familia le precedían tres generaciones de pintores. De su formación artística todo son suposiciones, gracias a su posición social (en 1481 se casó con la hija de un rico comerciante burgués) tuvo la libertad de elegir sobre qué pintar. En 1486 ingresa en la «Ilustre Hermandad de Nuestra Señora», una cofradía de laicos dedicados al culto de la Virgen y a obras de caridad de donde, tanto social como culturalmente, se cultivó en esa corriente mística prerreformista. Será a partir de 1490 que empieza a llamarse a sí mismo «Jheronimus Bosch», nunca fechó ninguno de sus cuadros y el que os presento hoy es el único que no firmó, ¿o quizá sí?
Su obra influyó en Pieter Brueghel el Viejo quien pintó varios cuadros que recuerdan a el Bosco, como El triunfo de la Muerte, y en nuestro más reciente Dalí.
Que este cuadro se encuentre en el Museo del Prado se debe al rey Felipe II de España, quien compró muchos de sus obras tras la muerte del pintor, motivo por el que en la actualidad cuenta con gran número de sus obras. Y me permito recomendaros la novela de Javier Sierra El Maestro del Prado en la que nos enseña algunas de las claves para resolver esos misterios ocultos en algunas de las grandes obras de esa pinacoteca, entre ellas, la que os acabo de explicar.
Un video:
Una novela:
El Maestro del Prado (2013) Ed. Planeta
Para saber más:
El jardín de las delicias (míralo en detalle)
Hieronymus Bosch, de Wilhelm Fraenger (en inglés)
Un artículo curioso sobre los artrópodos en la obra de El Bosco
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