Siete de sus obras están consideradas Patrimonio de la Humanidad -nadie puede decir lo mismo- apoyándose su genio en una vida sencilla y austera que practicaría incluso cuando el 7 de junio de 1926, en la intersección de la calle Gran Vía de les Corts Catalanes y la calle Bailén de Barcelona le atropellara un fatídico tranvía que acabaría por conducirle a la muerte. Gaudí falleció tres días después.
Hace 90 años de su muerte y todavía muchos le lloran. El día de su entierro miles de personas salieron a la calle en señal de duelo y admiración, uno de los pocos ciudadanos universales que dio la ciudad. Dispuso en vida que su funeral no tuviera carácter oficial, no quería honores, por no querer, no quiso ni coronas de flores, pero el camino que hizo el féretro entre el Hospital de la Santa Creu i sant Pau hasta la catedral y después a la Sagrada Familia, no lo haría solo, sino acompañado por amigos, discípulos, admiradores y toda una ciudad que no dejó de arrojarle flores a su paso, reuniéndose más de 5.000 personas frente al templo para despedirle.
El atropello
Ese fatídico 7 de junio Gaudí se dirigía a la iglesia de San Felipe Neri como cada día, no es que tuviera una predilección especial por ir allí pero era la parroquia de su confesor personal. Mientras caminaba, como siempre abstraído en su trabajo y apoyado en su bastón con taco de goma, y pasando cinco minutos de las seis de la tarde, esquivó como pudo un tranvía de la línea 30 que circulaba en la Gran Vía a 10 km/h, pero al hacerlo la fatalidad quiso que coincidiera con otro que realizaba el mismo trayecto en dirección contraria resultando este choque fatal. El impacto en las costillas, en la pierna derecha y en la cabeza le hirieron de gravedad y quedó inconsciente en el suelo.
El traslado
Su desaliñado aspecto con las ropas gastadas y abrochadas con imperdibles, así como sus gastadas zapatillas que dejaban entrever unas tiras de tela que envolvían sus pies, le daban la apariencia de un mendigo al que pocos quisieron auxiliar. Solo dos tocayos de nombre, Antonio Roig y Antonio Noria, intentan sin éxito parar uno, dos, tres y hasta cuatro taxis para que le trasladaran a un centro sanitario. Solo hasta que un guardia civil de nombre Ramón Pérez se acercó a la gente que lo rodeaba, se pondría orden y obligó a un taxista a trasladarlo. El mismo agente acompañó a Gaudí al dispensario más cercano situado en la Ronda de San Pere, 37, donde le examinarían comprobando la gravedad de las lesiones:
Se aprecia un traumatismo a la altura de la oreja derecha y conmoción general del paciente, dice llamarse Antonio Gaudí (…).
En los bolsillos llevaba solo un libro de los Evangelios, un rosario, un pañuelo y una pequeña llave de su escritorio, nada más, ningún documento que le identificara.
A pesar de que en algún momento recobró la conciencia, el médico que le atendió pudo comprobar que presentaba una grave hemorragia interna y tras aplicarle un espasmódico, requirió que se le trasladara al Hospital Clínic, sin embargo, terminó ingresando en el Hospital de la Santa Creu, que se encontraba un poco más alejado.
Al día siguiente, un amigo, mosén Gil Parés, capellán de la Sagrada Familia, acaba reconociéndole en el hospital y propuso trasladarle a un centro privado donde no estuviera rodeado de otros mendigos, a lo que Gaudí respondió que no, su lugar era ese, entre la gente necesitada. Pero ya era demasiado tarde y murió poco después, el 10 de junio con 73 años.
Gaudí ¿Santo?
El Parc Güell, la iglesia de la colonia Güell, el Capricho de Comillas, el Palacio Episcopal de Astorga, la Casa Batlló, la Casa Milà… todas obras universales pero ninguna como la Sagrada Familia. Ya dediqué un artículo en el blog sobre los inicios de su construcción, pero en la vida y obra de Gaudí existe un antes y un después desde que se propuso su nombramiento para el proyecto, no exento de controversia al principio al no ser católico practicante pero que a medida que el templo se levantaba comenzaría a vivir ascéticamente, acudiendo a misa a diario, transformándose su interior.
Las voces que claman por su santidad son cada vez más fuertes. Su gran obra, la Sagrada Familia, es conocida como «la catedral de los pobres» y Gaudí trabajó en ella en sus últimos cuarenta años de vida, fervorosamente, pidiendo él mismo limosnas para financiar su construcción, llegando incluso a dormir en sus últimos años de vida en un pequeño cubículo del templo para no tener que desplazarse.
Se acostaba pensando en su construcción y su primer pensamiento al día siguiente seguía siendo para ella. Rechazaría multimillonarios proyectos en Nueva York y París para dedicarse en cuerpo y alma a la construcción del Templo, arruinándose y empeñando sus ahorros para ello.
Pero la Iglesia exige un milagro para hacerle santo, algo de lo que no se tiene constancia. Y me pregunto yo… todos los que visitan la Sagrada Familia se quedan maravillados ante tanta belleza, la iluminación que desprende en su interior invita a la meditación, millones de turistas se extasían al verla, ¿no será el propio Templo el milagro que se necesita?
Santo o no, Gaudí está enterrado en la capilla del Carmen, en el primer nicho de la cripta de templo de la Sagrada Familia, precisamente en la única parte que pudo ver construir junto a la Fachada del Nacimiento, y su lápida reza sencillamente su nombre, nada más, reposando como vivió, de forma humilde.
Antonio Gaudí i Cornet (A. C. S.)
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