Jabón de Marsella, jabón de brea, jabón para afeitar, jabón de glicerina, azul y blanco portugués, jabón de Castilla… la lista de los distintos tipos de jabones que han existido y siguen existiendo es interminable. Es un producto que hoy utilizamos a diario -algunos más que otros, claro-, sin embargo, en otras épocas era un artículo de lujo al alcance de muy pocos, y su origen se remonta tres mil años atrás, en Mesopotamia, o al menos eso se piensa…
No es un tema baladí, si no que se lo pregunten (es un decir) a alguno de los tres fabricantes de jabones del siglo XVII que murieron en la guillotina por haber irritado una mañana la piel del rey Luis XIV, y más si tenemos en cuenta que el aseo personal reduce la expansión de enfermedades, tal como demostró Luis Pasteur. Según una leyenda romana el jabón fue descubierto por la observación de los propios esclavos que advirtieron las propiedades que tenía para limpiar sus manos y las prendas de vestir, el agua de la lluvia al mezclarse con la grasa de los sacrificios animales y las cenizas de madera de los fuegos ceremoniales que se producían a los lados del monte Sapo, junto al río Tíber. Pero esto no es más que una leyenda, se utilizó mucho antes.
Un poco de su historia…
En tablillas de arcilla sumerias y en inscripciones de tarros de arcilla de origen babilónico, se menciona el uso medicinal de la mezcla de aceites con potasio, resinas y sal.
Los fenicios, lo fabricaban con aceite de oliva y soda cáustica obtenida de las cenizas de la combustión de plantas como la salicornia o la salsola. Incluso en la actualidad se sigue fabricando el jabón sirio, en Alepo -antiguo territorio fenicio- de forma tradicional con aceite de oliva y de laurel. Probablemente, el comercio de los fenicios introduciría el jabón a Cartagena, Marsella y otras ciudades costeras.
Los egipcios se frotaban la piel con una mezcla del natrón extraído de los lagos salados tras evaporarse el agua, tierra de batán (un tipo de arcilla) y altramuces remojados en agua de lluvia.
Con la antigua Roma se extendería su uso. Ya entonces celtas y germanos lo fabricaban con cenizas de abedul y grasa de cabra, además, los galos lo usaban para teñirse el pelo de rubio o pelirrojo, así lo describe el historiador Plinio. Galeno, el gran médico romano, ya advertía que el uso del jabón servía para curar algunas enfermedades de la piel al mantener esta limpia. Pero con la caída del Imperio dejaría de utilizarse e incluso su uso prohibido por la Iglesia, favoreciendo la aparición de las temidas epidemias como la peste negra.
Jabón de Castilla, apreciado por su calidad
Mientras que en el resto de Europa la higiene no era bien recibida, los árabes de Al-Ándalus construirían la primera gran jabonería (almona) europea en el siglo X, concretamente en el barrio de Triana, en Sevilla, activa durante cuatro siglos. Rodeados de olivares y marismas, en el valle del Guadalquivir, la materia prima obtenida era de gran calidad y así se elaboró el famoso jabón de Castilla. El hecho de utilizar aceites vegetales en lugar de la grasa animal, hizo que el jabón pudiera utilizarse en la higiene personal, y durante el siglo XVI, los marqueses de Tarifa, que tenían el monopolio del jabón sevillano, extendería su uso en América. Así, en Ciudad de México se construyó en 1575 una fábrica de jabón que lo elaboraba a partir de un mineral rico en sosa, el tequesquite, mezclado con plantas de la región.
También hay que mencionar los centros de jabonería de Marsella (a partir del siglo IX) y el de Venecia (siglo XIV), siendo privilegio real hasta el siglo XVIII el conceder licencias para construir y explotarlos.
Llegan los avances científicos
En 1791 el químico Nicolas Leblanc inventa un método para obtener carbonato de sodio a partir de la sal marina facilitando su producción a escala industrial y extendiendo su uso a todas las clases sociales de Europa.
Con la aparición de la primera lavadora mecánica a mediados del siglo XIX, los primeros detergentes en la Alemania de 1916 y los detergentes sintéticos a mediados del siglo XX, entre otros, se ampliaría su utilización por todo el mundo, en cada cada de cada ciudad y pueblo, surgiendo un nuevo problema: sus efectos en el medio ambiente. Pero esto es otro tema…
Links imágenes:
Soapy Soap Company; Museo del objeto
Información basada en jabonesbeltran
FJ: ¿y el deplorable uso metafórico del jabón cuando se alaba inmerecidamente a alguien sin virtudes ni méritos? Vamos lo que hacen los llamados pelotas
Hola astolgus,
ese ya es otro uso bien distinto que daría para muchos artículos históricos y no históricos 😉
Saludos
Hola Javier, otro de nuestros temas comunes, como supondrás a mí me interesa la historia de la higiene y del jabón de este lado del charco, pues los aztecas o mexicas usaban el jabón también desde siglos antes de la llegada de los españoles
Buscando imágenes para mi comentario, me encontré con un artículo que tuve que «rebloguear», te mando el enlace, pues tiene muchos datos del Códice Florentino acerca del uso del jabón por parte de los mexicas/aztecas, espero sea tanto de tu interés, como el de tus lectores:
https://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/2017/11/14/10-sorprendentes-habitos-de-higiene-de-los-aztecas-que-contrastaban-con-los-europeos/
Va sin ofender a nadie y con todo respeto.
Abrazos de luz.
Hola Silvia,
lo encontré interesantísimo, y tal como dices, el concepto de limpieza que tenían los aztecas o mexicas fue muy adelantado a su tiempo (diría que incluso a nuestros días). Del artículo me llamó especialmente la atención lo de los axolotes, unos pececitos endémicos de los lagos del Valle de México, dicen que ahora solo pueden encontrarse en el de Xochimilco, que los utilizaron para comer los detritus y mantener así el agua que utilizaban para su consumo en «perfectas condiciones». Unos animalitos muy curiosos que alcanzan los 15 años de vida y que tienen tendencia a satisfacer su hambre con otros axolotes, y lo más intrigante que ha llamado la atención incluso de los científicos, su capacidad de regeneración, que le permite volver a crecer sus extremidades, mandíbula, piel y hasta el cerebro y espina dorsal.
Abrazos de luz
Hola Javier, me encanta este intercambio de información, no sabía esas características de los axolotls (ajolotes), no me eran desconocidos, pero me diste información valiosa por si vuelvo al tema algún día.
Abrazos de luz.
Creo recordar que hay también unos pececillos que puestos en un lavapiés te «muerden» muy, muy suavemente toda la piel muerta y gruesa de los pies dejándotelos mucho más suaves y cuidados que con una lima especial para pies y sin necesidad de retorcer tus articulaciones tarsometatarsianas para llegar a la zona. Un buen o buena pedicuros también te lo hacen muy bien y de paso te recortan esas uñas que con tanta frecuencia se encarnan (clavan por los lados) ¡con la moda de llevar zapatos finos! ¿A que sí?
¡Claro que sí!, creo que hablas de los ajolotes, aunque no estoy muy segura, algo he leído al respecto, pero escapa a mi memoria.
Gracias por tu comentario.
Abrazo de luz
Por lo que he podido averiguar son conocidos como peces garra rufa y son originarios de las cuencas termales de Kangal (Turquía). Utilizados desde hace siglos por los habitantes de esa zona para tratar psoriasis y durezas de los pies, ahora están de moda en algunas clínicas y se conoce como ictioterapia. Pero hay controversia en su utilización, ya que especialistas alertan del riesgo de contraer el VIH o la hepatitis al utilizar los mismos peces en distintas personas, de hecho, en algunos estados de EE. UU. y en Canadá está prohibida su utilización, creo que en Alemania se exige un análisis de sangre previo para poder hacerlo.
En Puerto Rico bañábamos a los niños con jabón de castilla. Me olió a jabón.
Hola melbag,
¡… y qué gustazo sentir esa sensación tras un buen baño!
Un abrazo
Bien que sí.
hola me gusto la historia
😉
Otra cosa que recuerdo ahora, releyendo lo del jabón, es lo que me parece se decía de la Reina Isabel la Católica ¡que no se lavaba nunca! algo que una investigadora catalana se encargó de demostrar que era una falacia
Hola Astolgus,
ciertamente, y en su vida encontramos episodios que nos hacen pensar que cuidó de su higiene, como cuando su confesor, fray Hernando de Talavera, le reprochó en más de una ocasión el excesivo cuidado que prestaba a su cuerpo y alimentación, o lo mucho que le afectó el saber que su hija Juana “La Loca” se negaba a cambiarse de ropa interior.
Un saludo