Según lo inscrito por el constructor del Puente de Alcántara, Caius Iulius Lacer, la desaparición de puentes romanos se debe más a la conducta humana que a fallos estructurales en su construcción. Según un estudio realizado por el ingeniero civil de la Universidad de La Coruña, el Dr. Manuel Durán Fuentes, y sus colaboradores, existen treinta y seis puentes de origen romano confirmados en el territorio de la antigua Hispania. Muchos otros son atribuidos erróneamente a los romanos simplemente debido a su antigüedad, la presencia de bóvedas de piedra, o porque la gente local los ha considerado así durante siglos. También es plausible que en el futuro se descubran y rescaten del olvido otros puentes de tamaño mediano o pequeño.
Escasa documentación
Son hermosos, todos ellos gracias a su significado histórico, algunos incluso monumentales. Puede que los puentes romanos no hayan recibido la atención que merecían, ni por parte de los aficionados a la antigua Roma ni por los expertos, en comparación con otras obras arquitectónicas. Esto podría deberse en parte a la falta de documentación de aquella época, ya que solo contamos con la aportada por Julio César en su obra «Comentarios de la guerra de Las Galias», donde menciona los puentes de madera construidos sobre el Rin. Si examinamos las obras de los autores clásicos, encontraremos algunas referencias en textos de Plinio, Tito Livio, Plutarco y Dionisio de Halicarnaso. No debemos olvidar la importancia de la Columna de Trajano en el Foro Imperial de Roma, donde se representa información sobre los puentes construidos durante las campañas militares.
Si bien la datación precisa de estos elementos presenta ciertas complicaciones, su identificación también resulta un desafío. Entre la maleza y afectados por el paso del tiempo, yacen restos que podrían ser descubiertos con la debida financiación y la realización de estudios más exhaustivos. Es innegable que estos vestigios se encuentran presentes en diversas vías romanas o en las proximidades de antiguos núcleos urbanos romanos.
Características constructivas
Los puentes romanos son conocidos por ser construidos principalmente en piedra, aunque en la antigüedad el material más comúnmente utilizado fue la madera. El desafío radica en la escasez de restos conservados, siendo A Pontóriga (Ourense) uno de los pocos lugares donde se pueden encontrar vestigios de estos puentes de madera.
Desde la construcción del primer puente de piedra en Roma, el Pons Aemilius (181-179 a. C.), todos presentan similitudes en su construcción, no solo en Hispania, sino en todos los territorios conquistados. Siguiendo los tres consejos de Vitrubio a la hora de edificar (solidez, utilidad y belleza), generalmente se encargaba la obra a algún profesional del ejército romano que así la ejecutaba, acuñándose con el tiempo el término «obra de romano» a cualquier obra bien realizada.
Según las investigaciones del Dr. Manuel Durán Fuentes, en términos generales, el 95% de los puentes romanos en Hispania tienen una anchura superior a 4 metros. El 67% de estos puentes son construidos con el aparejo de hiladas alternas de piezas dispuestas a soga y tizón, y están reforzados con grapas emplomadas, metálicas y de madera. A excepción del puente del Diablo en Martorell y del Ponte Bibei, así como del puente del Segura que está construido con sillería almohadillada y arcos de medio punto, la mayoría de estos puentes de piedra se caracterizan principalmente por este último aspecto. Cabe mencionar que las piedras empleadas en su mayoría son granito, caliza y arenisca, y posiblemente esquisto (aunque no se ha identificado ninguno construido con este material). Adicionalmente, algunos puentes incorporan ladrillo, como es el caso de la Alcantarilla de Mérida.
Una de las características distintivas de los puentes romanos, en contraste con los puentes medievales, es la notable amplitud de sus calzadas, que a menudo superaban los 5 metros de ancho. Sin embargo, no se sabe con certeza si estas calzadas contaban con aceras ni cuál era su tipo de pavimento. Hay escasas inscripciones conservadas, y además, los puentes romanos carecían de elementos decorativos elaborados, ya que su enfoque práctico les llevaba a descuidar estos aspectos; en el mejor de los casos, colocaban cornisas para adornarlos. En Hispania, son pocas las muestras conservadas de esta arquitectura, como el arco de triunfo del puente del Diablo de Martorell.
Los artesanos especializados del período medieval, al igual que los expertos del Renacimiento, encontraron inspiración en los puentes romanos, particularmente en sus bóvedas, al desarrollar sus propias construcciones. Este legado de la antigua Roma, a pesar de no recibir tanta atención como otros logros, constituye una brillante muestra de ingenio.
Si me lo permitís, concluiré con una pregunta para todos vosotros que ilustra lo difícil que resulta a veces incluso para los expertos discernir el origen de un puente. ¿Alguna duda sobre el origen romano del puente de abajo? Una pista: se encuentra en Pollença, Mallorca (España) y…
Dos libros
Los diez libros de arquitectura. Vitrubio Polion, M. 1997. Trad. J. L. Oliver Domingo. Madrid. Ed. Alianza
Historia del puente en España. Puentes Romanos, Fernández Casado, C. 1980. Madrid. Instituto Eduardo Torroja.
Para saber más
Links imágenes
elcorreodeburgos.com: shaorang; David Daguerro; David Oliver; Olaf Tausch
Información basada en el estudio del Dr. Manuel Durán Fuentes. traianvs.net
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