Tracoma, la ceguera silenciosa de la historia

Imagen de maryannandco photography en Pixabay

Puede que en la actualidad, el tracoma no sea una de las enfermedades de las que más se hable, pero no por ello es infrecuente. Ha tenido un impacto significativo en la historia de la humanidad y está entre nosotros desde la Antigüedad. Desde los tiempos antiguos hasta el presente, ha afectado a individuos y comunidades en todo el mundo y hoy hablaré de ella.

¿Qué es?

El tracoma, es una enfermedad ocular crónica caracterizada por la inflamación del interior del párpado y el daño a la córnea, ha sido y continúa siendo una causa significativa de ceguera irreversible a nivel mundial. Esto es especialmente cierto en áreas con condiciones de vida precarias y acceso limitado a atención médica, por lo que se conoce comúnmente como la «enfermedad de los pobres» o la «enfermedad olvidada».

El término «tracoma» se deriva de las características granulaciones visibles en el interior de los párpados. Hipócrates las describió como similares a los granos de un higo abierto, y Dioscórides la mencionó en el siglo I con la palabra griega «trachoma».

Pálpebra infectada por Chlamydia trachomatis, imagen de Jonathan Trobe, MD – Centro oftalmológico Kellogg de la Universidad de Michigans

¿Cuándo y dónde apareció?

Este tipo de ceguera, documentada desde tiempos antiguos, se menciona en textos médicos egipcios, chinos y mesopotámicos. En el siglo X, Ali Ibn-el-Aissa de Bagdad escribió un tratado detallado sobre las enfermedades oculares, en el cual la describe con gran precisión. Uno de los personajes más destacados que la padecieron fue San Francisco de Asís, quien contrajo la enfermedad durante su estancia en Egipto y Palestina, y falleció ciego a la edad de 45 años.

A lo largo de la historia, diversas expediciones o movimientos migratorios procedentes de regiones donde el tracoma era una enfermedad común, contribuyeron a su propagación. Este fenómeno se observó durante las Cruzadas, las invasiones mongoles, así como durante la expedición de Bonaparte en Egipto, la cual afectó significativamente al ejército francés. A su regreso a Europa, dichas fuerzas armadas propagaron la enfermedad por todo el continente. En las últimas décadas, la emigración también ha sido un factor clave en su expansión.

¿Qué la origina y cómo se trata?

Antes de que se asociara la enfermedad con una infección causada por la bacteria Chlamydia trachomatis, se sugería que podría ser ocasionada por la exposición directa al sol, al polvo y a las moscas. También se planteaba que el cuello de la guerrera de los soldados comprimía los vasos sanguíneos del cuello, lo que a su vez producía trastornos circulatorios en los ojos. Además, había quienes sostenían que la enfermedad se producía por los miasmas.

Los elementos que comúnmente actúan como vehículos de contagio son los dedos, pañuelos, toallas, las moscas, y también, en las naciones musulmanas, el lápiz de kohl utilizado para ennegrecer los párpados. Comienza como una simple conjuntivitis (ojo rojo, irritado, hinchado) por contacto de persona a persona y en niños que viven en condiciones de gran pobreza es frecuente que la infección sea recurrente.

En la actualidad, es responsable de la ceguera o discapacidad visual de casi dos millones de personas en el mundo, a pesar de la implementación de medidas de control: higiene facial, mejoramiento ambiental, cirugía  de ojos y administración del antibiótico azitromicina.

Por cierto, la Chlamydia trachomatis produce también la infección de transmisión sexual bacteriana más frecuente en todo el mundo (clamidiasis). Aquí, os dejo un enlace al respecto.

Un curioso hallazgo

El tracoma era una enfermedad común entre los legionarios romanos y la población en general. Para tratarla, se empleaba la extracción de vellos de los párpados con una pinza llamada «vulsella» en latín (en griego, «tricholabis»). Tanto Plinio el Viejo en su obra «Historia Natural» como Dioscórides en «De materia medica» describieron diferentes tipos de «cadmia» obtenida de las bóvedas o paredes de los hornos durante la producción de cobre. Estos autores explicaron cómo este subproducto era útil para preparar medicamentos para los ojos, a pesar de que ya en tiempos de Hipócrates se utilizaba el acetato de cobre para tratarla.

Un barco hundido hace 2000 años frente a las costas de la Toscana, el Relitto del Pozzino, transportaba un cargamento de vasijas de cerámica para transportar vino, copas de vidrio y lámparas de Asia Menor. No fue hasta hace dos décadas que se descubrió en su carga algo que les llamó la atención: ¡los restos de un botiquín!

Museo Arqueológico del Territorio Populoniensis. Imagen de Sailko

Se trata de un cofre, probablemente perteneciente a un médico, que contenía un gancho quirúrgico, un mortero, 136 viales de madera para medicamentos y varios recipientes cilíndricos de estaño (píxidos). Después de radiografiarlos, descubrieron que uno de ellos tenía varios objetos en capas en su interior: cinco tabletas medicinales grises, circulares y planas. Por fortuna, los recipientes permanecían sellados y las píldoras se habían mantenido secas.

A ) El frente y ( B ) el perfil de una tableta encontrada en el píxis A/6 
C ) Impresión en la superficie de la tableta dejada por la presión de algún tipo de tela.
Imagen vía PNAS/Giachi et. Alabama

En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences por un equipo de químicos italianos revelaron, tras el análisis de las tabletas que contienen zinc, óxido de hierro, almidón, cera de abejas, resina de pino y otros materiales de origen vegetal. Por su forma y composición, se cree que las pastillas podrían corresponder a algún tipo de medicamento para los ojos.

El nombre latino del colirio (collyrium), de hecho, proviene de la palabra griega κoλλυρα, que significa “pequeños panes redondos”

Para saber más

World Health Organization Objetivos de Desarrollo Sostenible: una hoja de ruta para las enfermedades tropicales desatendidas 2021-2030

Etnooftalmología en el delta egipcio: una aproximación sistémica histórica a la etnomedicina en Oriente Medio, de Marcia Inhorn Millar, Sandra D. Lane. Departamento de Antropología, Universidad de California, Berkeley, CA 94720, Estados Unidos.

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