A ninguna mujer en la actualidad se le ocurriría presentarse de esta forma delante del ginecólogo, y mucho menos una detrás de la otra marcando una «fila india», pero en los burdeles parisinos del siglo XIX, esta era una escena habitual.
El cuadro que nos ocupa se conoce como «La inspección médica», no podía ser de otra manera, y su autor es el pintor francés Toulouse-Lautrec. En él podemos distinguir no dos, sino tres mujeres. Las dos primeras están pintadas con colores vivos, mientras que, a su derecha y de espaldas, como si de una sombra se tratara, una mujer parece esconderse sin querer saber nada de lo que va a ocurrir. La de delante es Gabrielle la Danseuse y, al igual que su compañera, es una prostituta que se dispone a que el doctor realice su revisión, mientras que la tercera protagonista es la madame del prostíbulo.
El autor nos muestra con mucha naturalidad una escena que es fiel reflejo de su obra. Obra que él mismo calificaba como de «crónica de una sociedad». El rostro de las mujeres parece manifestar una cierta tristeza que manifiesta probablemente dos cosas: la vergüenza por la que van a pasar y el riesgo de que no superen «la prueba». Si el doctor comprobaba que estaban enfermas serían internadas en las Hermanas de Saint-Lazare, y si además habían estado ejerciendo su profesión a pesar de ya haber sido diagnosticadas con anterioridad, serían condenadas entre tres y doce meses de prisión.
El autor
Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec Montfa, más conocido como Toulouse-Lautrec (1864-1901), fue un pintor y cartelista francés de la generación del postimpresionismo. Proveniente de la aristocracia francesa, sus padres eran primos en primer grado, y esto condicionó su salud el resto de su vida. Padecía una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos conocida como picnodisostosis. Consistía en un mal genético que le ocasionaba enanismo, dedos anchos y cortos, mandíbula pequeña y unos huesos osteoporóticos (frágiles). A los catorce años de edad sufrió dos fracturas en los fémures de ambas piernas que le impidieron sobrepasar los 152 cm de altura.
En 1884, se trasladó al barrio de Montmartre, donde conoció a Degas, de quien se nota su influencia. Empezó a frecuentar la noche parisina y se hizo cliente habitual del Moulin Rouge, el Folies Bergère y muchos de los prostíbulos de la ciudad. Sus obras retrataron los bajos fondos de París, pintando actores, bailarines y prostitutas, mientras ridiculizaba la hipocresía de las personas que rechazaban los vicios que disfrutaban en privado.
A diferencia de otros pintores impresionistas, no pintó paisajes sino que retrató ambientes cerrados e iluminados con luz artificial. Marcó genialmente los trazos de las figuras, influenciado por el arte japonés, pintando de manera rápida y con una memoria fotográfica.
Su fama llegó en vida, sobre todo por los carteles que dibujaba para anunciar los espectáculos de los cabarets que frecuentaba. Contrajo sífilis y comenzó a tener problemas serios con el alcohol, lo que le llevó a depresiones y neurosis maníacas. En 1899 lo internaron en un sanatorio mental, pero eso no impidió que continuara pintando con mano firme hasta que el 9 de septiembre de 1901 falleció.
En 1922, su madre y su marchante abrieron el Museo Toulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie, donde se puede apreciar toda su obra.
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