Dentro de la sección dedicada a esta ciudad, mi ciudad, hoy me enfocaré en sus inicios como colonia romana. Fue alrededor del año 14 d.C. cuando el emperador Augusto le otorgó el estatus de colonia romana.
Con el mar Mediterráneo bañando sus costas entre dos cadenas montañosas, se encontraba una extensa llanura situada entre los ríos Baetulo y Rubricatus. En este lugar se alzaba un pequeño montículo sobre el cual se estableció la ciudad. Dentro de sus diez hectáreas de extensión y con forma rectangular, se ubicaba el pomerium de la ciudad, delimitado por una sencilla muralla con torres en sus esquinas y en las puertas de acceso. Dos acueductos en construcción llevaban las aguas del río Baetulo, confluyendo frente a la puerta situada al noroeste. Estas aguas serían utilizadas para fines domésticos, y una red de cañerías y alcantarillas las conduciría hacia el mar. La mayoría de sus colonos provenían del centro de Italia y del sur de la Galia. Tras finalizar las guerras cántabras, se asentaron colonos hispanos y veteranos legionarios de la Legio IV Macedonica, la Legio VI Victrix y la Legio X Gemina. Aunque no superaban los mil habitantes, disfrutaban de un elevado nivel de vida. La ciudad era una sociedad abierta, con oportunidades de progreso incluso para los libertos.
La ciudad estaba diseñada siguiendo el modelo de los castrum romanos, con dos calles principales: el Cardus Maximus, que iba de norte a sur, y el Decumanus Maximus, que corría de este a oeste. Estas calles se cruzaban en el foro de la ciudad, y su trazado seguía una cuadrícula con la característica estructura hipodámica que los romanos, en repetidas ocasiones, habían tomado del arquitecto griego Hipódamo de Mileto.
Su ubicación privilegiada la convirtió en un lugar de encuentro gracias a la vía Herculea (posteriormente llamada Augusta) y al astillero construido en su puerto. Sus vinos, cereales y la pesca de ostras eran conocidos en todo el Imperio, y gracias a su próspero comercio, comenzaron a erigirse estatuas y monumentos a los dioses y personas ilustres de la ciudad. Ganó tanta importancia que superó a la capital romana de Tarraco y, cinco siglos después, se convirtió en la capital del reino visigodo.
Fue durante el reinado de Tiberio cuando se tomó la decisión de erigir un templo para el culto imperial de César Augusto en el corazón del Foro, el centro político, religioso y administrativo de la ciudad, en el cruce del Decumanus con el Cardo, en las actuales calles de la Llibreteria, de la Pietat, de Sant Domènech del Call y de la Freneria, donde se encuentra el actual Palau de la Generalitat. Los responsables del culto imperial eran los flamen augustal y los séviros augustales, cargos públicos de designación anual que ofrecían la oportunidad de ascender socialmente a individuos de origen humilde, como los libertos.
Será a partir del siglo V que el Foro pierde su importancia y acaba por ser desmontado, reutilizando sus mármoles y piedras en la construcción del palacio del obispo, entre otras edificaciones. El paso del tiempo fue inexorable, siendo constatado que en el siglo XI aún permanecía parcialmente en pie, conocido como «El Miraculum» debido a la impresión que todavía causaba a quienes lo contemplaban. A fines del siglo XIX, durante las obras de construcción de la sede del Centro Excursionista de Cataluña en la actual calle Paradís número 10, se encontraron tres de sus columnas de nueve metros de altura en su sitio original. Este descubrimiento tuvo lugar en un rincón del Barrio Gótico, un secreto escondido de 2000 años, tantos como tiene la ciudad de Barcelona.
El arquitecto Lluís Domènech i Montaner construyó un patio interior dentro del edificio recién construido con el fin de preservar el monumento. Para lograrlo, añadió una cuarta columna que originalmente se encontraba en la plaça del Rei, a pocos metros de allí. En la actualidad, este patio constituye todo lo que queda del Templo, junto con algunos fragmentos del transepto y del podio sobre el cual se erigía, todo ello resguardado en el interior de un edificio medieval. En la misma calle Paradís (Paraíso en castellano) se ubicaba un jardín, y un punto destacado de la ciudad romana, el monte Táber, queda marcado por una piedra de molino en ese lugar.
La plaza del Foro estaba rodeada por un pórtico que exhibía pedestales con inscripciones honoríficas y estatuas en honor a la familia imperial y a destacados ciudadanos. Entre ellas se encontraba una estatua en honor a Lucius Minicius Natalis, ilustre barcelonés y campeón olímpico de carrera de cuadrigas en el año 129 d.C. Sin embargo, esta es otra historia…
No dejes de entrar en el video de este link ¡Te sumergerás en la Barcino romana en 3D!
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento al arqueólogo Toni Juárez Villena por dedicarme su tiempo para mostrarme la Barcino oculta en el subsuelo. Ha sido un verdadero honor ser guiado por alguien con sus vastos conocimientos.
Para saber más
Barcino, un recorrido por barcelona (en catalán)
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