Las «células inmortales» de Henrietta Lacks

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Scanning electron micrograph of just-divided HeLa cells.
División células HeLa vista por microscopio electrónico. Zeiss Merlin HR-SEM. NIH (2011)

Hay historias que son imposibles y otras que, además de parecerlo, beneficiaron a toda la humanidad. Os explicaré una de ellas, puede que no tan imposible, porque es real, pero tan increíble como pocas puedan serlo. Su involuntaria protagonista fue Henrietta Lacks, y digo involuntaria porque nadie le pidió permiso para convertirse en… ¡inmortal!

Henrietta Lacks y su cáncer

Todo empezó en un lluvioso día de 1950. David, el marido de nuestra afroamericana protagonista y a los que podemos ver juntos en la fotografía, aparcó nervioso su coche en el Hospital Johns Hopkins en Baltimore, Maryland. Henrietta Lacks llevaba más de un año con sangrados y dolores vaginales, tratados con penicilina al sospechar que su marido le había contagiado la sífilis. En las últimas semanas los dolores se hicieron insoportables y decidieron acudir al hospital.

Allí trabajaba el matrimonio Dr. George Otto Gey y su mujer la Dra. Margaret, que durante años se dedicaron a buscar sin éxito cultivos de células malignas que sobrevivieran fuera del cuerpo. Atendieron a Henrietta y le diagnosticaron un cáncer de cérvix (cuello del útero) agresivo y en grado avanzado con metástasis. Antes de iniciar la radioterapia -tratamiento habitual entonces para este tipo de cáncer- se realizaron dos biopsias, una de células del tejido cervical sano y otra de células malignas. Esta última la cultivaron en un medio adecuado y consiguieron crear la primera línea celular humana capaz de reproducirse in vitro. Henrietta fue tratada durante días, sin embargo, su estado empeoró y falleció el 4 de octubre de 1951, a la edad de treinta y un años. La enterraron en el cementerio de Lackstown sin lápida y sin conocerse el lugar exacto de su sepultura.

La particularidad de las células HeLa

El Dr. Gey no podía creer lo que estaba viendo: las células seguían vivas y creciendo, sin morir a pesar de dividirse celularmente. Les dio el nombre de células » HeLa» -en recuerdo a Henrietta Lacks- y decidió donarlas a cualquier científico que las solicitara. Durante años permanecieron en una incubadora, donde las células tumorales seguían vivas reproduciéndose a gran velocidad, duplicándose cada veinticuatro horas. En un año enviaron más de seis billones de estas células y hoy se encuentran disponibles en laboratorios de todo el mundo.

Primera imagen de células HeLa tomada por el Dr. Gey (1951)

«Quien estudie estas células vencerá al cáncer», solía decir el Dr. Gey, pero se quedó corto en su predicción. Las células HeLa han permitido producir la vacuna contra la poliomielitis, medicamentos contra el cáncer de mama, el Parkinson, la hemofilia, el herpes, la tuberculosis, la leucemia… y se han desarrollado terapias génicas.

A principios de los años 60 del pasado siglo el investigador de Filadelfia, el Dr. Leonard Hayflick, postuló que la cantidad de veces que las células humanas podían dividirse era limitada, algo que podía explicar la vejez y la mortalidad o inmortalidad de las células, base de los estudios sobre el cáncer. En cada división celular se acortan los extremos de los cromosomas (telómeros), una de las razones del envejecimiento de las células, y cuando los extremos son demasiado cortos se llega al «límite de Hayflick» en el que solo pueden ya morir.

Pues bien, la particularidad de las células HeLa y que a día de hoy se desconoce todavía el motivo, radica en eludir este límite, convirtiéndose en inmortales, no solo esto, al proliferar lo hacen incluso más rápido que otras células cancerígenas, algo que también tiene su lado negativo al ser difíciles de controlar contaminando otras cepas, entre el 10-20 % de todos los cultivos in vitro del mundo lo están por células HeLa.

Foto: Archivo THP Salud

A día de hoy se han producido veinte toneladas de células HeLa, se han publicado más de 60 000 artículos científicos acerca de investigaciones con células HeLa y existen más de 17 000 patentes.

El debate ético

Llegados a este punto no me negaréis la importancia del descubrimiento de estas células por parte del matrimonio Dr. George Otto Gey y la Dra. Margaret, sin embargo, esta historia también nos muestra los problemas ético-legales de la investigación biomédica. Ciertamente, no solicitaron ningún tipo de permiso para obtener la muestra, ni a la paciente ni a los familiares, algo que no tenían obligación de hacer en aquellos tiempos. Será a principios de 1970 que algunos investigadores solicitaron a la familia de Henrietta Lacks muestras de su sangre para estudiar su genética y descubrir si sus células también tenían dicha particularidad, fue entonces que se enteraron de las biopsias y el estudio posterior efectuado por el Dr. Gey. Por cierto, su estudio comprobó que ningún otro familiar presentaba la singularidad de Henrietta y se tiene por un «accidente biológico».

El debate se avivó en la sociedad y finalmente la Corte Suprema de California determinó que el tejido y las células desechadas de una persona no son de su propiedad y pueden ser comercializadas. Está claro que los descubrimientos posteriores gracias a estas células han resultado ser muy lucrativos, pero ni el Dr. Gey, ni la familia de Henrietta recibieron ningún apoyo financiero.

Consentimiento informado

Es cada vez más habitual que en cualquier diagnóstico, prueba o tratamiento médico nos hagan firmar un consentimiento para la misma. En él nos explican el proceso, los riesgos y toda la información relevante al mismo. La Declaración de Helsinki de 1964 promulgada por la Asamblea Médica Mundial (modificada en varias ocasiones desde entonces) representó un antes y un después en los protocolos de investigación con seres humanos, pero sus raíces las encontramos en el Código de Núremberg de 1947, tras el juicio a médicos acusados de realizar experimentos con prisioneros de guerra de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

Como os decía al principio, la historia de Henrietta Lacks es increíble por dos motivos. Aunque murió hace setenta años, sigue viva en todos los rincones del mundo y sus células siguen reproduciéndose para siempre, literalmente inmortal. Por otra parte, y aunque nunca supo de ello, dejó un inmenso legado para la humanidad. Millones de personas de todo el mundo debemos estar agradecidos por ello.

Un video: (en inglés)

Link foto:

noticias24.com

8 comentarios

  1. FJT, nuevamente traes temas de un extraordinario interés, las células eternas de la Dra. Henrietta Lacks pero la genética nos guarda sorpresas, o no tan sorpresas, sobre los cromosomas que ya se sabía podían modificarse sus brazos para dominar la herencia genética y surge la noticia de que un científico, creo que japonés, ha conseguido manipularlos, e incluso CREAR una persona sin espermatozoides ni óvulos, aunque luego se ha puesto en entredicho que fuera real y existiese semejante barbaridad. Ahí lo dejo y tú torea ese toro.

    1. Hola Astolgus,
      existen toros imposibles de lidiar. Como bien sabes la ciencia y la genética es buena muestra de ello, van dos pasos por delante respecto a la ética. Pienso que en esta cuestión debería haber una legislación a nivel supranacional, mundial. No puede ser que existan vacíos legales en según que estados. Tampoco todo vale por la ciencia aunque se hace especialmente necesaria y urgente una mayor sensibilidad ética, una creciente conexión
      entre la ciencia y la conciencia. Es mi opinión, claro.
      Abrazos

    1. Hola Amira,
      solo las células cancerosas. Además, tienen la particularidad respecto otras células cancerosas del resto de los «mortales» que crecen de forma indefinida en los cultivos de los laboratorios.
      Saludos

  2. Hola Francisco, gran artículo.

    Habría que hacerle un monumento a esta señora por lo menos para recordarla, ya que no tiene ni lápida. Y es curioso como conocía un caso parecido la de la niña Margaret Tracy cuyas células dieron origen a un compuesto químico y que hoy es un antibiótico muy utilizado: la bacitracina.

    Un saludo.

    P.D. Este es el enlace donde lo explica aunque yo lo encontré en la Enciclopedia Larousse:

    http://etimologias.dechile.net/?bacitracina

    1. Hola Juan Carlos,
      hay una película protagonizada por Oprah Winfrey de hace unos años que pretende deshacer en parte el agravio, su título «La vida inmortal de Henrietta Lacks» . Corresponde a una adaptación del libro que publicó Rebecca Skloot en 2010, la periodista que desenmascaró el origen de estas células inmortales. Aquí dejo el enlace.

      Por otra parte, desconocía el origen de la bacitracina y me ha parecido de lo más interesante, muchas gracias por aportar la información, de veras.

      Saludos y gracias por comentar.

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