
Shoah en hebreo significa «catástrofe», término con el que los judíos se refieren al Holocausto. Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis asesinaron a casi seis millones de judíos, pero no todas las víctimas caminaron hacia su muerte sin oponer resistencia, muchos intentaron huir de su fatal destino, como una dama llamada Franceska Mann y que aquí os presento.
Ciertamente, los alemanes tenían poco conocimiento de la existencia de los campos de exterminación, el secreto de su existencia se mantuvo excepto para los aldeanos que vivían cerca de ellos. Tampoco los nazis mataron solo judíos, sino que pusieron en su punto de mira a discapacitados, homosexuales, eslavos, gitanos romaníes, sinti, Testigos de Jehová y cualquiera que se opusiera a su política y régimen dictatorial.
Una de estas personas bien pudo pasar por anónima al igual que otros millones de ejecutados por los nazis, pero su nombre se recuerda no tanto por su heroísmo, sino por su instinto de supervivencia que le empujó a enfrentarse a los nazis demostrando que se les podía hacer frente, que no eran invencibles y ni mucho menos inmortales. Así lo explicaron algunos de los supervivientes del campo de concentración de Auschwitz.
Franciszka Mann era una joven bailarina judía polaca que antes del inicio de la guerra estudiaba danzas en la escuela de baile de Irena Prusicka. Le auguraban un gran futuro en su profesión tanto en la danza clásica como moderna. Cuando estalló el conflicto trabajaba en el club nocturno Melody Palace, en Varsovia, y fue hecha prisionera en el gueto de la ciudad. En julio de 1943 la arrestaron y el 23 de octubre de 1943 la trasladaron junto a 1700 judíos polacos al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en el sur de Polonia, engañados por los nazis, que les habían dicho que irían a un campo desde donde les trasladarían a Suiza para ser intercambiados por prisioneros de guerra alemanes. Lo cierto es que la realidad era mucho más cruel y la cámara de gas su destino final.

Colección de fotos: Yad Vashem, Israel.
Al llegar a Auschwitz los alemanes les dijeron que antes de dirigirse a Suiza debían ser desinfectados y a Franciszka Mann la llevaron junto a otras mujeres a un cuarto contiguo a una cámara de gas. Después de ordenarlas que se desnudaran fue cuando reaccionó al comprobar que todo era mentira. En este punto las versiones de lo realmente ocurrido son diferentes según quien lo cuenta:
Dos de los alemanes que allí estaban vigilándolas, el oficial Josef Schillinger y el sargento Wilhelm Emmerich, miraban lujuriosamente a Franciszka mientras se quitaba la ropa. Decidió seducirlos bailando y cuando estuvo a su lado se quitó uno de los zapatos y clavó el tacón de aguja en el ojo del oficial arrebatándole su arma y disparándole en dos ocasiones al estómago hiriéndole mortalmente. Después, disparó al sargento, aunque este sobrevivió.
Este acto fue como una señal para el resto de mujeres que allí se encontraban y comenzaron a enfrentarse a los alemanes golpeándoles hasta el punto de que el mismo comandante del campo, Rudolf Höss, conocido como «el animal de Auschwitz», tuvo que hacer acto de presencia con refuerzos empleando granadas y ametralladoras para poder poner fin a la rebelión. Todas las mujeres fueron asesinadas o llevadas a la cámara de gas, pero quedó acreditada la muerte del oficial Josef Schillinger.
Puede que muchos consideremos este acto poco significativo si lo comparamos con muchos otros ocurridos durante la guerra, pero el incidente pasó de boca en boca y demostró que cualquiera podía hacer frente a los nazis si una débil mujer lo había hecho, además de infundirles apoyo moral al comprobar que los alemanes también eran mortales, como cualquiera de ellos.
Un libro:
La zorra que mató a un nazi: la historia de Franceska Mann, que disparó contra el guardia de las SS Josef Schillinger, en Auschwitz-Birkenau, de Cynthia Southern
Para saber más:
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