Martha Harper, la inventora de las peluquerías (actuales)

¿Una peluquería pública? Menuda idea descabellada, o al menos eso pensaban a finales del siglo XIX hasta que a Martha Harper se le ocurrió abrir una, y esa llevó a otra, y aquella a otra más… así hasta conseguir una franquicia con quinientos salones en varios países, como si de McDonald’s se tratara, de hecho, fue la primera franquicia minorista de nuestros tiempos.

Sus orígenes humildes

Su nombre completo era Martha Matilda Harper y nació en 1857 (la fecha varía según las fuentes) en Canadá. Su familia era tan pobre que no podía permitirse tenerla en casa y la enviaron con tan solo siete años de edad a trabajar como sirvienta de una rica familia adinerada y después a casa de un médico alemán cuyo nombre se desconoce. Pues bien, este médico fue quien le cambió el destino de su vida. El doctor en cuestión, en contra de lo que se pensaba hasta entonces, propugnaba que para mantener sano el cabello era imprescindible lavarlo y cepillarlo, de esta forma se estimulaba que circulara la sangre al cuero cabelludo y aceleraba su crecimiento, algo que Martha probó con su propio pelo consiguiendo unos increíbles resultados como podéis comprobar en la imagen de arriba. Según se cuenta, poco antes de fallecer el doctor le confió en un papel escrito un tónico especial para el pelo con una fórmula secreta…

El «método Harper»

Lo cierto es que Martha se tomó muy en serio todo esto y después de trabajar como sirvienta tres años más, elaboró en el patio de la casa de los señores donde servía los primeros lotes de su tónico, probándolo ella, su patrona y alguna que otra mujer cercana a la familia con excelentes resultados. Fue así como en 1888 invirtió todos sus ahorros, 360 dólares, en abrir su primer salón de belleza en el centro de Rochester, en el norte del estado de Nueva York.

Como decía al principio, era un negocio novedoso y arriesgado, ya que hasta entonces la cultura de la higiene capilar brillaba por su ausencia y quien quería limpiarse y arreglarse el pelo lo tenía que hacer en su casa contratando a un peluquero o con la ayuda de sus propias criadas. Para ello utilizaban una solución de amoníaco o de jugo de cebolla… ¡ya podéis imaginaros el olor que desprendían cuando se lo aplicaban!

Como reclamo colgó una fotografía suya de cuerpo entero en la entrada de la peluquería donde podía admirarse su larga cabellera, digo larga porque le llegaba hasta los talones. Sin embargo, los clientes no parecían confiar mucho en acudir. Al lado de la peluquería había una escuela musical donde esperaban numerosas jóvenes madres a que salieran sus hijos de las clases, y fue entonces que se le ocurrió invitarlas a su salón. Las mujeres, tras conocer el servicio que allí se prestaba se convirtieron en clientas habituales.

Foto del salón Harper, Rochester, Nueva York, alrededor de 1920. De la colección Martha Matilda Harper. 
Museo y Centro de Ciencias de Rochester, Rochester (Nueva York)

Y es que el servicio que ofrecía Martha Harper podríamos considerarlo bien completo. Aplicaba su tónico milagroso, totalmente orgánico y con ingredientes naturales, un masaje facial y para el cuero cabelludo, dentro de un ambiente tranquilo y relajante. No solo eso, como los salones trabajaban por la tarde -con el tiempo abrieron también durante las noches- contrató a empleados que se encargaban de los niños de las clientas para que pudiera disfrutar totalmente de su estancia.

El boca a boca funcionó y con el tiempo conoció a la filántropa Bertha Palmer, quien le recomendó abrir otro salón en Búfalo, Nueva York. El éxito no se hizo esperar e inauguró una red de peluquerías en todo Chicago y de allí a todo el país, en 1920 contaba con 500 peluquerías por todo el mundo. Entre sus clientes se encontraban mujeres de la realeza británica y alguna que otra Kennedy.

Pionera de las franquicias

Martha nunca olvidó sus orígenes humildes y pensó que podría ayudar a salir de la pobreza a otras mujeres. Al principio contrató como empleadas de sus salones exsirvientas a las que les proporcionaba un horario laboral, las incentivaba y les pagaba sus vacaciones. Abrió cinco escuelas de belleza donde les enseñaba a cuidar de su cabello con su método, una fábrica de productos cosméticos e inventó el sistema de franquicias con el que las mujeres podían tener su propio negocio.

Buscó a mujeres pobres para dirigir las primeras cien tiendas, muchas veces les prestaba dinero inicialmente para ponerlo en marcha, así se convertían en dueñas de sus negocios, eso sí, debían seguir el método de Martha Harper, comprarles sus productos cosméticos y una silla y lavabo con un corte semicircular que inventó para que el enjuagado del pelo fuera lo más cómodo posible, vamos, las que podemos ver en la actualidad en cualquier peluquería, lástima que no se le ocurrió patentarlo, por cierto, a estas mujeres se las conoció como «Harperitas».

Imagen de Jane Plitt, autora de tres biografías sobre Martha Matilda Harper y una de las personas responsables por rescatarla del olvido

El injusto olvido de su iniciativa

Martha se dedicó en cuerpo y alma al negocio desde que abrió su primer salón con 31 años. No tuvo tiempo para su vida privada hasta que se casó a los 63 años con Robert MacBain, un oficial mucho más joven que ella. Siguió liderando su negocio hasta los 78 años, pasando su marido a dirigirlo quien comenzó a introducir colorantes químicos y poco a poco abandonó el método ideado por su mujer, algo que resultó fatal para los intereses de la empresa.

Martha falleció en 1950 y veinte años después Robert vendió el negocio. Con el tiempo su imperio se desintegró hasta que la última tienda de franquicia del «método Harper» situada en Rochester se convirtió en el salón de belleza más antiguo del país, cerrando definitivamente a principios de la década de 2000.

Hoy encontramos su tumba en el cementerio de Riverside, en Rochester, y aunque su labor fue reconocida incluyéndola en el Salón de la Fama Nacional de la Mujer y en el Salón de la Fama Empresarial Estadounidense, pasó al injusto olvido del tiempo.

Un video:

El verdadero origen de la franquicia 

Un libro:

Martha Matilda Harper y el sueño americano: Cómo una mujer cambió el rostro de los negocios modernos 

Para saber más:

marthamatildaharper.org

Productos de martamatildaharper

Link imagen:

businessinsider.mx

4 respuestas a “Martha Harper, la inventora de las peluquerías (actuales)”

    1. Avatar de franciscojaviertostado

      Hola libreoyente,
      todo al final tiene su origen y explicación.
      Saludos

  1. Avatar de etarrago - etfreixes

    Reblogueó esto en Esas pequeñas cosasy comentado:
    Siempre atrayente. Una historia más para conocer y divulgar, claro.
    Magnífico e interesante artículo, FJT

    1. Avatar de franciscojaviertostado

      Hola Enrique,
      no sé tú, pero siempre que voy a una peluquería para mí es un momento de relax. Puede que debamos dar las gracias a Harper en ello.
      Saludos 😉

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