Los oasis de Egipto

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Este oasis no pertenece a ninguno de los que menciono en el artículo pero me pareció tan hermoso que no pude evitar compartirlo con vosotros. Es La laguna de Huacachina, un oasis ubicado a cinco kilómetros al oeste de la ciudad de Ica, en el Perú. Haz clic en la imagen para ampliarla.

Cuando hablamos del Antiguo Egipto todos pensamos en la civilización que surgió a orillas del Nilo y en sus pirámides, los faraones, las necrópolis… Pero más alejados de allí, en medio del desierto del Sáhara, encontramos unos oasis que tuvieron gran importancia en la historia del valle del Nilo aunque fueron olvidados durante mucho tiempo.

Mapa de los oasis de Egipto

Donde ahora no hay más que arena antes se podían encontrar abundantes cursos de agua. Hace 12.000 años el cambio climático que azotó el planeta provocó que los lagos de la sabana se secaran permaneciendo en el subsuelo bolsas de agua, origen de los actuales oasis. Se estima que existen unos ¡5 millones de oasis! en el desierto del Sáhara, pero hoy hablaremos de solo cinco de ellos. Por su localización cercana al Nilo veremos que estos recónditos lugares en medio de la nada también tuvieron su influencia en la historia. Son el de Siwa (el más septentrional), el Dakhla (el más grande) y los de Farafra, Bahariya y Kharga.

Tenían sus propios gobernadores desde la época de Tutmosis III (1490-1436 a.C.) aunque anteriormente a esa fecha era el nomarca de la provincia de Tinis (Abydos) quien se encargaba de administrarlos.

Los situados al sur, Dakhla y Kharga, eran lugares de paso para las rutas de caravanas que se dirigían al interior del continente africano en busca del marfil, oro, ébano, incienso… motivo por el que el contacto fue continuo.

Los tjemehu, como llamaban los egipcios a los libios, hacían incursiones en el rico valle del Nilo ya fuera para saquearlo o para asentarse en él, partiendo desde los oasis de Bahariya y Farafra.

Pero es el oasis de Siwa (Amón) el más fascinante de todos, el que robó protagonismo al resto a pesar de ser el que está más alejado del valle del Nilo, y esto se debe a las descripciones que han dejado los autores clásicos (Heródoto, Estrabón, Claudio Ptolomeo y Plinio el Viejo).

Capital de reyes libios, no sería hasta la época saíta (Dinastía XXVI) que se construye una necrópolis faraónica, es a partir de entonces que se transformaría en un lugar de cruce entre la cultura egipcia, helenística y romana.

Dos hechos extraordinarios determinarían que acabara teniendo su lugar en la historia:

El primero ocurrió en el año 524 a.C. cuando la expedición militar enviada por el rey persa Cambises II se cruzó con una tormenta de arena que duró varios días ocasionando la muerte de sus 50.000 soldados. Su intención era destruir el oráculo pero quien acabó destruido fue su ejército, ayudando este hecho a incrementar la fama del mismo. Uno de los grandes retos de la arqueología actual es el de encontrar los restos de este inmenso ejército sepultado en la arena. Con la tecnología actual se deberían poder hallar los restos de tantos miles de personas aunque hay un factor que juega en contra, la inmensidad del desierto. A pesar de que se puede acotar la zona donde se encuentra sigue siendo un territorio demasiado extenso.

El otro acontecimiento fue la visita de Alejandro Magno en el año 331 a.C. para confirmar lo que el propio Alejandro sospechaba: era un semidiós.

 …porque su madre Olimpia había confesado a Filipo que Alejandro no era su hijo, sino de una serpiente enorme; el mismo Filipo, pocos instantes antes de su fallecimiento, había declarado que Alejandro no era su hijo, y estas sospechas le habían llevado a repudiar a su esposa como convicta de adulterio… (Justino XI,11)

Aunque Alejandro consultó al oráculo separado de sus hombres. Lo que preguntó se mantuvo en privado, pero la tradición posterior dice que el oráculo del templo del dios Zeus-Amón lo reafirmó como faraón, confirmando su origen divino y el augurio de que se convertiría en señor de un gran imperio.

La ciudad de Siwa da su nombre al oasis y cerca de ella se encuentran las ruinas de Omn-Beydah, rodeadas de un bosque de palmeras. Hace un par de siglos, Siwa era un territorio aislado en el que vivían tribus norteafricanas, pero ahora habitan unas 20.000 personas. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el Long Range Desert Group del ejército Británico tuvo una base en este oasis, aunque las unidades de Rommel del Afrika Korps la ocuparon en tres ocasiones, bañándose sus soldados desnudos en el lago del oráculo hecho que representó un sacrilegio para los nativos.

A pesar de todo sigue siendo un lugar alejado de los típicos circuitos turísticos. Las ruinas que quedan tienen el aspecto de las típicas construcciones egipcias quedando en pie una gran puerta cubierta de grabados que representan a sus dioses y al dios supremo Amón. Sin duda es un lugar con mucha historia que no podemos dejar de visitar si planificamos un viaje a Egipto.

Oráculo de Amón en Siwa.

Para saber más:

egiptomania

Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica. Gustave Lefebvre. Madrid, Akal, 2003.

Una novela:

Los oasis de Egipto, de Jordi Esteva. Lunwerg Editories, S.A.

Links fotos:

Charles GadboisThom ChandlerTaguelmoust

33 comentarios

  1. Fenomenal entrada 🙂 y qué grande Tutmosis III, un tipo sobre el que merece muy mucho la pena leer, Alejandro ya es más conocidillo, pero la historia está llena de anécdotas y hechos como para llenar horas y horas de lectura y que ni sospechamos que existen.

    Abrazos.

    1. Hola Dess,
      dices bien.Tutmosis III (dinastía XVIII) fue uno de los más importantes y poderosos faraones de la civilización egipcia coronado tras la muerte de Hatshepsut. Durante su reinado dejó las bases del auténtico Imperio egipcio y sin duda merece desgranar su figura en un post junto con la de su predecesora.
      Un saludo

  2. Excelente artículo Francisco, has logrado transportarme a esos parajes tan ásperos como atractivos que algún día espero pode visitar fisicamente. Un diez.
    Gracias y un saludo.

    1. Hola Jesús,
      creo que se merecían una entrada. De Egipto no dejamos de oir hablar de sus pirámides, sus faraones… pero pocas veces nos explican nada de lo que representaron estos oasis para su civilización. Espero haber aportado un granito de arena en todo este desierto egipcio. 😉
      Un saludo

    1. Hola Héctor,
      quien ha tenido la oportunidad de re-encontrarse en un oasis o en medio del desierto pude llegar a entender la «experiencia» que esto significa. Ese silencio, esa inmensidad… abruma. Hace cinco años pude hacerlo y es una de las vivencias más gratificantes (aunque sudorosa y polvorienta) que he vivido.
      Un saludo

  3. Me apasiona Egipto, estuve allí hace años, es un país donde nunca se acaba su historia. He leído bastante sobre este faraones y otras muchas cosas que no tienen nada que ver con ellos, pero queda tanto por conocer!!!! Cosas que explicas no las sabía. Como otras veces mil gracias por tus entradas.

    1. Hola Rosa,
      me alegra que me comentes que has conocido algo nuevo de Egipto. Personas que como tú han leído mucho sobre esta gran civilización, es difícil dar a conocer algún aspecto desconocido de ella. Mil gracias (y una más) a ti por seguir leyéndome.
      Un saludo

  4. Hola Francisco Javier,
    Me encanta Egipto, creo recordar, que de muy pequeño, guardaba recortes de las revistas y periódicos, que traian descubrimientos arqueológicos, en él. Es un pais que te hace pensar en la Historia con mayúsculas. Muy interesante el tema de los oasis, no conocia, mucho sobre ellos. Sobre Cambises II, en el librito «El asombro de Herodoto» de Werner Keller; dá profusión de apuntes sobre él y la desaparición de su ejército en el desierto.
    Voy a seguir investigando sobre oasis. Me ha picado el «gusanillo».Gracias por el post.
    Un saludo
    Antonio

    1. Hola Antonio,
      eres de los míos, sin duda alguna. Me encanta que te haya picado el «gusanillo» e incluso espero que te muerda (pero sanamente) 😉
      Te invito a que si encuentras alguna cosa interesante, alguna anécdota… lo compartas con nosotros y podamos contagiarnos de esa «higiénica» picadura.

      Un abrazo.

  5. Muy interesante artículo, Francisco Javier. Los oasis – en este caso los de Egipto – siempre han tenido un encanto especial, nos hacen viajar a otros tiempos y civilizaciones, y sin duda están plagados de asombrosos misterios. Tanto la literatura como el cine se han hecho eco no pocas veces de estos paraísos entre las tórridas arenas.

    Un saludo

    1. Hola Jose,
      los oasis siempre han tenido ese extraño encanto que tú dices. Para los que habitan en él son un presidio pero para los que lo divisan de lejos o lo ven sólo con la imaginación, un paraíso.
      Un saludo caluroso.

  6. No creo que Alejandro se considerara un semidios, pero había liberado a los egipcios de los persas y por tradición debía serlo si iba a ser nombrado faraón. Que lo explotara fue oportuno pero también consecuente con el helenismo, y le trajo predecibles problemas con griegos y macedonios.

    De la leyenda (hay tantas, como la del nudo gordiano que desharía quien dominaRÏA Asia y al no poder con él lo rompió con la espada y arreglado): No recuerdo bien la historia pero creo que se dijo que hizo el trayecto a pie hasta el oráculo, emulando a algún mito clásico (no recuerdo desde dónde). Que llegó cuando era tarde para ser atendido y que él insistió en que debía entrar haciéndolo por la fuerza y que le dijeron: «Alejandro, contigo no hay quien pueda» quedándose él con esta premonición tan oportuna.

    Un saludo.

    1. Hola Eduardo,
      nadie podrá saber con certeza lo que sentía Alejandro en este sentido aunque muchos eran los que le veían como un semidios, alimentando aún más su leyenda. Gracias por tu aportación de la leyenda del nudo gordiano, sin duda sorprendente.
      Un saludo

  7. Hola Francisco Javier. Datos muy interesantes, como siempre, sobre los oasis. Lo que más me llamó fue lo que mencionas de Alejandro, yo sabía que se decía un semidios y lo del oráculo, pero lo nuevo para mí, fue que su madre dijera que Alejandro era hijo de una «serpiente»; si antes no creía mucho en la leyenda, ahora me lo pienso dos veces ¿sería?, para pensarse e investigarse, aunque nunca sepamos la verdad.

    1. Hola Silvia,
      la figura de Olimpia (su nombre se lo cambió en tres ocasiones: Políxena de soltera; Myrtale al casarse con Filipo II; Olimpia al nacer Alejandro y Estratonice) merece una entrada para ella sola. Aunque muchos la han identificado como bruja e instigadora en realidad fue una buena política que aprovechó las circunstancias para conseguir el trono de Macedonia para su hijo.

      La madre de Alejandro se identificaba con la diosa Hera y se le relacionaba con los dioses y héroes de la guerra de Troya. Siempre tenía a su alrededor serpientes domesticadas pues estos animales la enlazaban con su antepasado Aquiles (cuyo nombre proviene del término «echis» que significa serpiente celeste). Sostuvo que Alejandro no era hijo de Filipo sino del dios Zeus-Amón encarnado en una serpiente que se había deslizado en su cama, y así se lo inculcó a su hijo. Desde pequeño, Alejandro, ya intuía que era más que un simple mortal. La leyenda del nacimiento de Alejandro parece sostenerse también en el hecho del sueño que confesó Filipo II a los adivinos de su corte en el que durante la misma noche del nacimiento de su hijo, soñó que un sello con el signo de Leo tapaba los genitales de Olimpia impidiéndole unirse a ella.
      Como puedes comprobar, la figura de la madre de Alejandro fue importantísima para el futuro helénico y las leyendas que la envuelven son de lo más interesantes.

      Un saludo

      1. Gracias Francisco Javier, tenía conocimientos generales de Olimpia, pero, de nuevo, no sabía lo de las serpientes, eso me pone a pensar, en Enki y sus descendientes, por ejemplo.

  8. «Hablando de desiertos y oasis», quiero compartir esto con vosotros:

    Dice una leyenda, que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: «Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro». Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado comenzó a ahogarse, y le salvó su amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: «Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida». Intrigado, el amigo preguntó: «¿Por qué después que te pegué escribiste en la arena y ahora en cambio escribes en una piedra?». Sonriendo, el otro amigo respondió: «Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo. Pero cuando nos ayuda, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento podrá borrarlo».

    Un abrazo a tod@s. Suso.

    1. Hola Suso,
      una sabia leyenda que deberíamos aplicarnos todos, aunque en muchas ocasiones por envidia, rencor y egoísmo no queremos aprender a perdonar.

      Gracias por compartir y un abrazo también para ti.

  9. La cultura egipcia, tan atractiva, tan enigmática, me recuerda esta faceta de la vida de Alejandro a la de Hércules, me gustaría viajar por esos lugares tan repletos de historia
    Abrazos

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