Cuando hablamos del Antiguo Egipto todos pensamos en la civilización que surgió a orillas del Nilo y en sus pirámides, los faraones, las necrópolis… Pero más alejados de allí, en medio del desierto del Sáhara, encontramos unos oasis que tuvieron gran importancia en la historia del valle del Nilo aunque fueron olvidados durante mucho tiempo.
Donde ahora no hay más que arena antes se podían encontrar abundantes cursos de agua. Hace 12.000 años el cambio climático que azotó el planeta provocó que los lagos de la sabana se secaran permaneciendo en el subsuelo bolsas de agua, origen de los actuales oasis. Se estima que existen unos ¡5 millones de oasis! en el desierto del Sáhara, pero hoy hablaremos de solo cinco de ellos. Por su localización cercana al Nilo veremos que estos recónditos lugares en medio de la nada también tuvieron su influencia en la historia. Son el de Siwa (el más septentrional), el Dakhla (el más grande) y los de Farafra, Bahariya y Kharga.
Tenían sus propios gobernadores desde la época de Tutmosis III (1490-1436 a.C.) aunque anteriormente a esa fecha era el nomarca de la provincia de Tinis (Abydos) quien se encargaba de administrarlos.
Los situados al sur, Dakhla y Kharga, eran lugares de paso para las rutas de caravanas que se dirigían al interior del continente africano en busca del marfil, oro, ébano, incienso… motivo por el que el contacto fue continuo.
Los tjemehu, como llamaban los egipcios a los libios, hacían incursiones en el rico valle del Nilo ya fuera para saquearlo o para asentarse en él, partiendo desde los oasis de Bahariya y Farafra.
Pero es el oasis de Siwa (Amón) el más fascinante de todos, el que robó protagonismo al resto a pesar de ser el que está más alejado del valle del Nilo, y esto se debe a las descripciones que han dejado los autores clásicos (Heródoto, Estrabón, Claudio Ptolomeo y Plinio el Viejo).
Capital de reyes libios, no sería hasta la época saíta (Dinastía XXVI) que se construye una necrópolis faraónica, es a partir de entonces que se transformaría en un lugar de cruce entre la cultura egipcia, helenística y romana.
Dos hechos extraordinarios determinarían que acabara teniendo su lugar en la historia:
El primero ocurrió en el año 524 a.C. cuando la expedición militar enviada por el rey persa Cambises II se cruzó con una tormenta de arena que duró varios días ocasionando la muerte de sus 50.000 soldados. Su intención era destruir el oráculo pero quien acabó destruido fue su ejército, ayudando este hecho a incrementar la fama del mismo. Uno de los grandes retos de la arqueología actual es el de encontrar los restos de este inmenso ejército sepultado en la arena. Con la tecnología actual se deberían poder hallar los restos de tantos miles de personas aunque hay un factor que juega en contra, la inmensidad del desierto. A pesar de que se puede acotar la zona donde se encuentra sigue siendo un territorio demasiado extenso.
El otro acontecimiento fue la visita de Alejandro Magno en el año 331 a.C. para confirmar lo que el propio Alejandro sospechaba: era un semidiós.
…porque su madre Olimpia había confesado a Filipo que Alejandro no era su hijo, sino de una serpiente enorme; el mismo Filipo, pocos instantes antes de su fallecimiento, había declarado que Alejandro no era su hijo, y estas sospechas le habían llevado a repudiar a su esposa como convicta de adulterio… (Justino XI,11)
Aunque Alejandro consultó al oráculo separado de sus hombres. Lo que preguntó se mantuvo en privado, pero la tradición posterior dice que el oráculo del templo del dios Zeus-Amón lo reafirmó como faraón, confirmando su origen divino y el augurio de que se convertiría en señor de un gran imperio.
La ciudad de Siwa da su nombre al oasis y cerca de ella se encuentran las ruinas de Omn-Beydah, rodeadas de un bosque de palmeras. Hace un par de siglos, Siwa era un territorio aislado en el que vivían tribus norteafricanas, pero ahora habitan unas 20.000 personas. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el Long Range Desert Group del ejército Británico tuvo una base en este oasis, aunque las unidades de Rommel del Afrika Korps la ocuparon en tres ocasiones, bañándose sus soldados desnudos en el lago del oráculo hecho que representó un sacrilegio para los nativos.
A pesar de todo sigue siendo un lugar alejado de los típicos circuitos turísticos. Las ruinas que quedan tienen el aspecto de las típicas construcciones egipcias quedando en pie una gran puerta cubierta de grabados que representan a sus dioses y al dios supremo Amón. Sin duda es un lugar con mucha historia que no podemos dejar de visitar si planificamos un viaje a Egipto.
Para saber más:
Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica. Gustave Lefebvre. Madrid, Akal, 2003.
Una novela:
Los oasis de Egipto, de Jordi Esteva. Lunwerg Editories, S.A.
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