
Ubicación actual en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (272 cm × 513 cm). Haz clic en la imagen para ampliarla.
Es hermoso vivir con valor y morir dejando tras de sí fama imperecedera
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Alejandro III de Macedonia es considerado el creador de una nueva época histórica: El Período Helenístico y su breve vida marcó un antes y un después en la historia entre Oriente y Occidente.
Principalmente sus fuentes son las literarias y esto implica que se deben coger sus datos con cautela. Fueron contemporáneos y algunos colaboradores de él como Anaxímenes de Lámpsaco, Ptolomeo, Aristóbulo… En ellos se fijaron para los posteriores relatos de Arriano de Nicomedia (Anábasis de Alejandro,s.II d.C.), Plutarco de Queronea (Vida de Alejandro) y Diodoro de Sicilia.
Su vida antes de iniciar sus legendarias expediciones podría resumirla así: Nació en Pella, capital del reino de Macedonia (norte de Grecia), en el año 356 a. C. Hijo del rey Filipo II y de Polixena, princesa de la casa real de Épiro, también conocida como Olimpia, entre otros nombres. Tuvo una hermana, Cleopatra y otra no reconocida por su padre, Tesalónice. Educado como príncipe heredero, bajo las órdenes de Anaxímenes y Aristóteles, fue este último el que le influyó en su manera de actuar. De carácter fuerte, concurrieron en él la prudencia, la inspiración, la reflexión y la intuición. Se le consideraba como un dios debido a que algunos le reconocían como descendiente de Pirro, el hijo de Aquiles.
En el año 336 a. C., a la muerte de su padre, fue proclamado rey a veinte años. Apoyado por los militares que colaboraron con su padre, a los dos años de llegar al trono preparó el objetivo de conquistar Asia.
El factor determinante de la conquista del Imperio Persa fue el ejército creado por su padre. Nunca fue numeroso (19 000 infantes, 4000 jinetes, 7000 arqueros y 900 unidades de tropas auxiliares) En total, 40 000 hombres en el desembarco, 120 000 en la India, 80 000 al morir. En cambio, el Imperio Persa contaba con un ejército infinitamente superior.
Su base era la célebre falange macedonia y su arma introducida por Filipo, la sarissa (lanza de madera de cornejo de más de cuatro metros).
En la primavera del año 334 a. C., salió de la ciudad de Pella disponiéndose a iniciar una de las empresas más complicadas de la Historia Antigua que, en tan sólo once años, la consiguió.

Como curiosidad decir que al inicio de ellas, en la ciudad de Gordion existía una curiosa leyenda: Quien desatara el nudo del yugo del carro de Midas se convertiría en el dueño de Asia. Alejando sacó su espada y lo cortó. Esta anécdota, quizá falsa, se aprovechó como propaganda real.
Cuando llegó al fértil Delta del Nilo, decidió que aquel lugar se denominara Alexandropolis (la ciudad de Alejandro) o Alejandría, a modo de la metrópolis griega de Atenas.
Visitó el oráculo del dios Amón, revelándole que en realidad era hijo de Olimpia y del propio Zeus-Amón, pero no de Filipo, como ya aseguraba su madre. Alejandro volvió a Menfis convencido de su origen divino.
Buscó el enfrentamiento contra el inmenso ejército del rey Darío III de Persia en Gaugamela (ver cuadro superior) donde lo venció.
En Babilonia fue recibido como un libertador y se le colmó de honores, para después conquistar Media y Partia, tomando sus capitales imperiales Susa y Persépolis. Dominó al pueblo de los nardos tras capturar antes la ciudad de Ecbátana y por último emprendió su viaje hacia la India.
La muerte de Alejandro llegó el 13 de junio del 323 a. C, en Babilonia, a los 33 años, probablemente envenenado aunque no se descarta que fuera de malaria u otra enfermedad. Su cuerpo sin vida regresó a Alejandría para no volver nunca más a Macedonia.
Su imperio se lo repartieron sus generales, Seleuco, Antígono Ptolomeo, Casandro y Lisímaco (Diádocos) abriéndose el nuevo período Helenístico.
Alejandro siempre fue el personaje histórico más admirado. Se convirtió en el modelo del «Prínceps» al que imitaban los emperadores romanos, el caballero medieval que persigue desesperadamente la inmortalidad, el personaje romántico y legendario por excelencia.
En algunos momentos los grandes hombres dirigen la Historia
Plutarco
Creo que, Alejandro Magno, ha hecho méritos para entrar en nuestra encuesta como uno de los «Personajes más influyentes de la humanidad», ¿no creéis?.
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