Central Park, sus orígenes

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Panorama de el norte de Manhattan, desde el Rockefeller Center, New York. Haz clic en la imagen para ampliarla.

¡New York, New York! cantaría Sinatra, y ¿qué sería de New York sin su Central Park? Probablemente seguiría siendo una gran ciudad, aunque no me negaréis que echaríamos algo de menos.

Un gran parque para una gran ciudad

Cuando llegaron un grupo de holandeses en 1626 a esas fértiles tierras ocupadas por los nativos metoac, reckgawawanc y manhatta, la bautizaron como Nueva Ámsterdam (ciertamente, no pensaron mucho el nombre). Eran tiempos de rivalidad con Inglaterra y en 1665 los ingleses terminaron por imponerse. Poco después, el rey Carlos II entregó esta tierra a su hermano el Duque de York, rebautizándola como Nueva York.

La trama original de 1811. H. Ballon, “The Greatest Grid: the Master Plan of Manhattan 1811-2011”

A principios del siglo XIX la ciudad contaba con 100 000 habitantes y hacía tiempo que superó el antiguo asentamiento amurallado del sur de la isla. La previsión de crecimiento del mercado por las exportaciones hizo que se planificara en 1811 el actual entramado urbano, un sinfín de avenidas y manzanas con una extensión de 4600 hectáreas, en las que los parques brillaban por su ausencia y donde los jardines privados eran privilegios de muy pocos, claro está, este proyecto fue muy criticado en su momento.

Entre 1821 y 1855 se cuadruplicó la población y el redactor del periódico Evening Post (actual New York Post), William Cullen Bryant, expresó la necesidad de construir un gran parque público, idea recogida unos años después en 1844, por el que sería el primer arquitecto paisajístico estadounidense, Andrew Jackson Downing.

Mapa del Central Park en New York (1875)
5% del Fondo del Parque Central, emitido el 30 de mayo de 1868. Haz clic en la imagen para ampliarla.

Sale a concurso su construcción y se presentaron treinta y cuatro proyectos, saliendo eligido el conocido como «Greensward», diseñado por el agrónomo Frederik Law Olmsted y el arquitecto Calvert Vaux, con clara influencia británica. Se tuvo que desalojar a 1600 personas que ocupaban la zona donde se construiría, la mayoría afroamericanos libres e inmigrantes irlandeses y alemanes que terminaron desahuciados. En 1857 comenzó su construcción y en el año 1873 se inauguraró oficialmente.

Central Park

Poco duró la alegría tras la finalización del parque al degradarse en pocos años y convertirse en casi una selva abandonada, hasta que, en 1934, el entonces alcalde de la ciudad Fiorello LaGuardia, encargó su reorganización al que algunos consideran que «destruyó New York en busca de su grandeza», el urbanista Robert Moses.

Convertido en el pulmón de la ciudad y en el parque más visitado de los Estados Unidos., sus 341 hectáreas -dos veces más grande que Mónaco y casi ocho veces que la Ciudad del Vaticano-, cuatro kilómetros de largo, 45 kilómetros de caminos para peatones, cuatro millones de árboles, arbustos y plantas de 1500 especies distintas, 51 estatuas, su zoológico, 300 especies de animales, más de 280 especies de aves, sus cerca de 80 000 peces y siete lagos, invitan a perderse envolviéndonos en paz y tranquilidad.

No pretendo reseñar todo lo que en él podemos encontrar paseando, eso lo dejo para descubrirlo personalmente, pero me gustaría mencionaros cuatro de los lugares del Central Park con más antigüedad:

  • En su interior encontramos un auténtico Obelisco egipcio que, junto con otro idéntico que se encuentra en Londres, se conoce como «Las Agujas de Cleopatra» -en realidad, no tiene ninguna relación con la última gobernante de la dinastía ptolemaica-, construidos ambos por orden del faraón Tutmosis III en el siglo XV a. C. en Heliópolis. Por deseo de César Augusto se trasladó a Alejandría y tras la apertura del canal de Suez en 1869, Ismail Pasha, virrey de Egipto, lo donó a los Estados Unidos para mejorar sus relaciones, el 22 de febrero de 1881.
  • La Fuente de Bethesda, que conmemora la llegada de agua potable a New York en 1842, en pleno centro de Central Park y protagonista de numerosas escenas cinematográficas.
  • El Castillo Belvedere, de estilo Victoriano, diseñado en 1865 y situado en el punto más alto del parque y el estanque-lago más grande, el Reservoir, construido en 1862 y que desde hace pocos años recibe el nombre de Jacqueline Kennedy Onassis porque le encantaba correr por allí.

Mantener el Central Park implica coordinar muchos departamentos y personas, además de un presupuesto anual de 58 millones de dólares, sin embargo, ¿qué sería de New York sin él?

Un video:

Link foto:

Martin St-Amant

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