Retarse a un duelo, ¿exclusivo de hombres?

Combate de mujeres, José de Ribera (1636) Se representa un episodio legendario ocurrido en Nápoles en 1552: dos mujeres, Isabella de Carazzi y Diambra de Pottinella, en presencia del Marqués del Vasto, se retan a un duelo por el amor de un hombre llamado Fabio Zeresola.

La expresión «arrojar el guante» viene a significar desafiar o retar a una persona para que luche o compita y aunque se considere algo exclusivo del honor y venganza de los hombres, las mujeres también se enfrentaban entre ellas, resultando ser mucho más sangrientos y sofisticados.

Retarse para salvar el honor

Todos recordamos cómo en el París de inicios del siglo XVII, D’Artagnan es retado a duelo por los tres mosqueteros: Athos, Porthos y Aramis, uno de los 10.000 duelos sucedidos en Francia en aquellos tiempos, sin embargo, los humanos nos retamos desde tiempos mucho más remotos.

En la Iliada de Homero encontramos uno de los primeros duelos descritos entre Paris y Menelao o el de Aquiles y Héctor, y en la antigua Roma, el historiador Tito Livio, describe un singular combate entre Horacios y Curiacios para resolver la guera entre Roma y Alba Longa, eso sin olvidarnos del combate entre David y Goliath narrado en la Biblia.

Jurídicamente en la Edad Media el duelo tenía que ver con la ordalía o juicio de Dios y a partir del siglo XV se formalizó en occidente como una evolución de los torneos o justas. En realidad, el objetivo no era matar al oponente, sino restaurar el propio honor. Francia sería el primer país en regularizarlos, aunque encontramos antecedentes en el renacimiento italiano y en Alemania. Habitualmente se retaban las altas clases, pero no era exclusivo de ellas, gitanos, indios de Norteamérica, etnias euroasiáticas y clases bajas de otros países, también se retaban.

Si el duelo se realizaba correctamente planteado, habitualmente nadie era perseguido. A pesar de la aceptación social que tenían las autoridades eclesiásticas y civiles los condenaban, ilegalizándolos a principios del siglo XX.

Los caballeros podían elegir espadas, sables y desde el siglo XVIII también pistolas. Cada uno escogía un representante de confianza conocido como padrino (en francés se llamaba segundo), encargado de elegir el lugar del duelo, verificar las armas, las reglas y si falleciera su representado, entregar el cuerpo a sus familiares, así como informar a las autoridades. No siempre debían tener como resultado la muerte del contrincante, sino que podría hacerse «a primera sangre», finalizando cuando uno de los dos duelistas resultaba herido.

Cuando se utilizaban pistolas se disparaba un tiro. Si ninguno acertaba y el desafiante se consideraba satisfecho (como habitualmente sucedía) se terminaba el duelo. Pensemos que la idea no era tanto matar al oponente, sino reestablecer el honor perdido en una situación potencialmente mortal. Generalmente algo más de un tercio de los duelos no se realizaron porque se llegó antes a un acuerdo, un tercio no fueron mortales y el resto terminó con la muerte de algún caballero. En 1892 murió un capitán judío a manos de un marqués antisemita en el último duelo mortal sucedido en Francia.

Duelos curiosos, duelos famosos

Durante El Siglo de Oro proliferaron en España estos retos, desvirtuándose los motivos que en muchas ocasiones no tenían nada que ver con el honor. El propio Quevedo tuvo que huir de Venecia tras retar a unos cuantos en sus días de espía.

En 1808 dos caballeros franceses decidieron batirse subidos en globos aerostáticos tratando de pinchar el globo del oponente para derribarlo. El problema fue que el padrino también se encontraba en la cesta y cuando fue derribado murieron ambos al caer a tierra.

El poeta ruso Aleksandr Pushkin murió en un controvertido duelo con un oficial francés de quien se rumoreaba que era amante de su mujer; en 1870, el duque de Montpensier, Antonio de Orleans, y el duque de Sevilla, Enrique de Borbon, se retaron en el conocido Duelo de Carabanchel, dos primos infantes de España, en el que el primero perdió sus opciones de reinar y el segundo murió en el enfrentamiento; más reciente, el 6 de agosto de 1952, el último duelo de honor registrado de Chile entre los senadores Salvador Allende y Raúl Rettig, ambos dispararon a matar, ambos erraron sus disparos.

También los hay que se libraron de morir en un duelo, como Mark Twain, que en 1864 evitó enfrentarse con el editor de un periódico rival gracias a que su padrino exageró la excelente puntería que tenía con la pistola. Probablemente, eso le salvó la vida.

Las mujeres también defendían su honor

No se dispone de fuentes que lo confirmen, aunque es más que probable que desde la antigüedad las mujeres también se retaran en duelos. Encontramos el 27 de mayo de 1571 en el convento milanés de San Benito, a dos mujeres nobles que llegaron al monasterio y solicitaron a la abadesa una habitación donde poder orar. Una vez en el interior, en lugar de rezar, sacaron unas dagas y comenzaron a luchar entre ellas. Tras los ruidos las monjas entraron en la habitación y vieron a una de ellas muerta, la otra, ensangrentada y a punto de morir.

A diferencia de los duelos entre hombres, las mujeres no solían tenían reglas y sus segundos se unían también a la lucha, además, solían terminar con la muerte de alguno de los participantes. De cada diez duelos entre mujeres, ocho morían, en cambio, los duelos de hombres terminaban en muerte cuatro de cada diez peleas.

Hacia 1675, Hortensia de Mancini, duquesa de Mazarino, célebre esgrimista y pistolera, mantenía una relación con Anne, condesa de Sussex, hija ilegítima del rey. Ambas se retaron públicamente en el parque de St. James y después del duelo el marido de Anne le ordenó que abandonase la ciudad.

Puede que el duelo entre mujeres más célebre fue el ocurrido al amanecer del 14 de marzo de 1719 entre la condesa de Polignac y la marquesa de Nesle. Llegaron al Bois de Boulogne vestidas de amazonas batiéndose por su común amor el duque de Richelieu. Primero disparó Nesle y su disparo rompió la rama de un árbol que cayó sobre la condesa de Polignac, después le tocó disparar a la condesa quien solo hirió a la marquesa gracias a que la bala no atravesó su corsé. Ambas sobrevivieron al duelo.

En Rusia los duelos femeninos en la corte se convirtieron en habituales, solo en 1765 hubo 20 duelos, y la misma reina participó en ocho como segundo. Princesas, condesas y duquesas quisieron mantener su honor enfrentándose en ellos, en ocasiones por disputas vanales como la ocurrida en 1886 entre la francesa Marie-Rose Astié de Valsayre y la estadounidense miss Shelby sobre si las doctoras de sus respectivos países superaban en conocimientos a la contraria.

Duelo en París a principios del siglo XX

Muchos duelos femeninos se realizaron a pecho descubierto a partir de finales del siglo XIX a raíz del sucedido en agosto de 1892 entre las aristócratas de la corte de Viena Paulina de Metternich y la rusa Anastasia Kielmansegg en Vaduz, capital de Liechtenstein. La rivalidad entre ellas era bien manifiesta y conocida por todos y el motivo de este duelo fue el arreglo floral para un evento. Las testigos fueron una princesa y una condesa, y el médico que las asistió les recomendó que fueran a pecho descubierto, para evitar que un tejido entrara en las heridas y las infectara. No se sabe con certeza quién ganó, pero el duelo lo perdía quien primero fuese herida.

Terminaré con el duelo a florete a finales del siglo XIX en topless ocurrido en el parque del Retiro de Madrid junto la estatua del Ángel Caído entre Paz Villavicencio y Lolita «la de las canas», por una disputa sucedida en el Café Fornos.

En España los duelos persistieron hasta los años veinte del pasado siglo, aunque en Uruguay y Argentina se celebraron hasta los años setenta. El último de los duelos documentado que acabó con la muerte de un contendiente fue en Zaragoza en 1906, los duelistas fueron dos periodistas que se batieron, uno murió de un tiro en la espalda y el otro, Benigno Varela, pasó casi un año en la cárcel hasta ser amnistiado por Alfonso XIII.

Un video:

El Duelo de Carabanchel

Para saber más:

El duelo en la historia de Europa. V. Kiernan. Alianza, Madrid, 1992.

Link foto:

tapasdeciencia.blogspost.com

2 respuestas a “Retarse a un duelo, ¿exclusivo de hombres?”

  1. Avatar de jlua
    jlua

    Un lugar interesante y poco conocido en Madrid es el Parterre de los Duelistas, en el antiguo Palacio de los Marqueses de Osuna, hoy convertido en el Parque del Capricho. Cerca de la entrada, hay un bello y amplio parterre, con dos altas columnas de piedra o mármol separadas exactamente 40 pasos, que es la distancia reglamentaria para los duelos. Un lugar preparado y perfecto para organizar un duelo. Ver: http://www.secretosdemadrid.es/el-parterre-de-los-duelistas/

    1. Avatar de franciscojaviertostado

      Hola Jose Luis,
      qué interesante aporte. Desconocía ese lugar y me lo apunto en mi próxima escapada a la capital.
      Saludos

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