La enfermedad inglesa del sudor

Imagen de Milos Duskic 

Corría el año 1485 cuando comenzaron a surgir casos de pacientes afectos de una extraña enfermedad no conocida hasta entonces, y tan solo siete años después desapareció tal como llegó, repentinamente. Se inició en Inglaterra y se extendió rápidamente por Europa, conociéndose como «la enfermedad inglesa del Sudor» o «pestis sudorosa» y causó pánico entre la población, además de afectar el curso de la política de Inglaterra y de otros países. Desde el último caso conocido cayó en el olvido y no fue hasta mediados del siglo XIX que algunos investigadores la redescubrieron tras el estudio de documentos y crónicas de la época.

El contexto histórico

A finales de la Edad Media podéis imaginaros el miedo y la hipocondría que reinaba entre la gente tras las terribles epidemias sufridas de lepra, tifus y sífilis que diezmaron a la población. Terminada la Guerra de los Cien Años Inglaterra mantenía su rivalidad con Francia, ambas pugnaban por controlar el comercio con Flandes y estalló la Guerra de las Dos Rosas (1455-1485) que enfrentó a las familias inglesas de York y Lancaster por el trono, ambas descendientes del rey Eduardo III.

El país, hacinado e insalubre y Londres sin alcantarillado ni servicios sanitarios, eran caldo de cultivo para nuevas epidemias, y así ocurrió, aunque en esta ocasión los síntomas y la afectación eran distintas a las anteriores. Algunos historiadores apuntan a que se inició en la ciudad de Londres el 26 de agosto de 1485 tras la llegada de las tropas del Duque de Richmond (probablemente ya infectados), siendo el alcalde (Lord Mayor) de Londres y sus concejales algunas de sus primeras víctimas.

Una enfermedad mortal

Encontramos la primera descripción de la enfermedad en un manuscrito publicado cinco años después por el médico Thomas Forrestier que se encontraba en Londres:

(…) el exterior es calmado, el interior excitado (…), el calor en esta fiebre perstilente muchas veces no parece excesivo para e médico y el sudor en sí tampoco es muy caliente, pero los enfermos exhalan vapores fétidos, corruptos, pútridos y nauseabundos cerca de la región del corazón y de los pulmones. Hay sudoración profusa y fétida, enrojecimiento de la cara y de todo el cuerpo, mucha sed, fiebre alta, dolor de cabeza y a veces manchas negras en la piel.

Ciertamente sus síntomas podrían pasar por un proceso gripal severo, pero la diferenciaba por su elevada tasa de mortalidad -entre el 30 % y el 50 %- y que en tan solo cuatro y doce horas de iniciar los primeros síntomas fallecían por agotamiento general o convulsiones, desplomándose al suelo en la calle. Letal, diezmó algunas ciudades inglesas a más de un tercio de sus habitantes, pero a diferencia de otras epidemias afectó en su mayoría a hombres jóvenes, sanos y de buena posición social. Lo cierto es que 15 000 personas murieron solo en Londres, entre ellos la persona que debía reinar en Inglaterra, el príncipe Arturo Tudor, hermano de Enrique VIII, y la coronación del nuevo Rey de Inglaterra tuvo que posponerse.

Al igual que con otras epidemias se sucedieron varios brotes: el segundo, entre los meses de julio y agosto de 1508 , este de menor impacto, aunque hizo que la Corte abandonara Londres; el tercero, entre julio y diciembre de 1517, mucho más grave al producir la muerte en dos o tres horas y matar a 10 000 personas en poco menos de dos semanas y afectando con especial virulencia a los estudiantes de la Universidad de Oxford, donde murieron 400; la cuarta oleada, entre junio y agosto de1528, en este caso afectó especialmente a las órdenes religiosas, falleciendo 2000 personas en la ciudad. A partir de entonces la epidemia llegó al continente europeo el 25 de julio de 1529 en el interior de un barco procedente de Inglaterra a Hamburgo, donde doce hombres llegaron muertos o agonizando a puerto. En tan solo seis meses se propagó por gran parte del norte y este del continente. Pero tal como irrumpió desapareció misteriosamente en 1552.

Portada de Der Englische Schweiß, estudio sobre el sudor inglés de Euricius Cordus en 1529

La controversia

En 1755 se describió una enfermedad muy similar, con una letalidad menor, entre 4 y 50 %, que asoló las regiones de Normandía y Picardía extendiéndose a Italia y Alemania, conocida como «sudor de Picardía» o «sudor miliar» y que se presentó en oleadas entre 1718 y 1861 registrándose algún que otro caso hasta mediados del siglo XX. El profesor de Historia de la Medicina, el francés Charles Victor Daremberg, concluyó que el sudor de Picardía ya existía en el siglo XV y que el sudor inglés bien pudo permanecer más allá del siglo XVI, es decir, es probable que el sudor de Picardía fuera la continuación del sudor inglés transformando su fenotipo y convirtiéndose en endémica, menos mortal y con mayor duración. Más aún, puede que la enfermedad descrita por Galeno como una sudoración insoportable que afectó en Asia Menor en tiempos de Alejandro Magno conocida como morbus cardiacus abona la hipótesis de que «la enfermedad inglesa del Sudor» no sea una enfermedad individual, sino que ya se encontraba confundida con otras plagas epidémicas.

¿Qué la originó?

Las primeras hipótesis apuntaron al aire corrompido por la putrefacción de la tierra, al consumo de alimentos de mala calidad y a la mala higiene. Con la influencia médica todavía de Avicena y Galeno se prescribieron purgantes, dietas, flebotomías y hasta el médico inglés John Caius recomendó en 1551 como tratamiento eficaz aplicar el Principio de la Semejanza y hacían sudar a los pacientes cubriéndolos durante 24 horas con ropa de cama rellena con plumas de ganso, vaya, ¡toda una tortura para alguien que ya sudaba en exceso!

En el siglo XIX se postuló que la clínica podría corresponder a un tipo de peste negra, tifus o meningitis y se barajaron como posibles candidatos a gérmenes como la Yersinia pestis, la Neisseria meningitidis o la Rickettsia proazekii. Después, en el siglo XX, se sospechó que el origen real podría ser un virus causante de la gripe como el influenza o un virus intestinal, incluso un virus que infectaba a roedores y se transmitía a los humanos, los hantavirus, descubiertos a mediados del siglo XX durante la Guerra de Corea y que se sabe que ya circulaban por Rusia, Siberia y Escandinavia antes del siglo XV.

Tras la pandemia de gripe A de 2009 ocasionada por el virus de la influenza (H1N1), un grupo de investigadores argentinos y norteamericanos publicaron en la revista Nature Medicine en 2012 que el hecho de que «la enfermedad inglesa del Sudor» afectara especialmente a los pulmones de adultos sanos se debía a una reacción exagerada de su sistema inmune, y los afectados, que tenían anticuerpos contra otros virus gripales, no los tenían contra este tipo de gripe.

Sigue siendo un misterio la causa exacta de esta epidemia y a día de hoy es una de las epidemias menos conocida y con más interrogantes abiertos. No hay duda de que las epidemias nos han acompañado, lo siguen haciendo y seguirán estando entre nosotros, así que, adelantémonos, actuemos y preparémonos.

Información basada en el artículo Concerning the enigmatic English sweating disease, de Charles Volcy. Iatreia vol.23 no.4 Medellín Oct./Dec. 2010

6 respuestas a “La enfermedad inglesa del sudor”

  1. Avatar de astolgus

    Amigo FJT, he leído el tema de la enfermedad inglesa del sudor pero yo quiero aportar lo que ocurre con algunas personas que les sudan patológicamente la cara con goteo sobre el texto cuando lo escriben utilizando pluma o bolígrafo pero lo peor es lo que adolecen otros pacientes que les sudan las manos con lo que no pueden dar esa mano sin provocar un rechazo..Esto lo resolvíamos inyectando Botox en sucesivas ocasiones. De momento está solucionado con la pandemia en la que evitamos completamente el saludo manual. Por cierto nos ponemos mascarillas pero si no llevamos gafas los virones de una tos o un estornudo irán a parar a la mucosa de nuestros párpados..

    1. Avatar de franciscojaviertostado

      Hola Astolgus,
      cuando los desodorantes no ayudan solo quedan medidas más drásticas. Corrígeme si me equivoco pero en estos casos el bótox solo es más efectivo en el caso de sudoraciones excesivas axilares, pero no tanto en otras localizaciones, ¿verdad?
      Saludos

  2. Avatar de astolgus

    Lo que dices es cierto: las axilas es otra situación que provoca grandes apuros a las mujeres con telas suaves, porque el hombre suele llevar camisa, pero lo que yo te decía era la horrible sensación de darte la mano alguien con hipersudoración palmar. ¿recuerdas al presidente Sánchez limpiarse o secarse la mano después de habérsela dado a un elector?

  3. Avatar de astolgus

    Seguro que recuerdas que el uso del Botox comenzó cuando se inyectaba a algunos pacientes con tics faciales muy marcados y detectar que eliminaban la desaparición del fruncimiento de cejas o guiños de ojo indeseados que propiciaban

  4. Avatar de astolgus

    …algo más que palabras de un furibundo novio o marido!!

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