Reyes (Carlos VIII y Francisco I, de Francia), Papas (Alejandro VI, Julio II, León X), Erasmo de Rótterdam… todos ellos sobrevivieron a la sífilis sin secuelas, pero la enfermedad hizo estragos a finales del siglo XV produciendo graves epidemias en toda la población y difundiéndose rápidamente a través de la vía sexual.
El nombre de «sífilis» fue creado por el poeta y cirujano Girolamo Fracastoro en 1530 aunque antes se la conocía con otros nombres: gran viruela, león negro, gran coágulo… y, con el deseo de echar las culpas a los países vecinos: mal napolitano, mal francés, mal portugués, mal español…
Considerada castigo divino por blasfemar, el primer documento que supone su origen americano es de un profesor austriaco en el año 1518. En él se afirmaba que si la corteza del guayaco –originaria de las Indias- curaba la enfermedad es que de allí debía venir. Una de las causas de su rápida propagación fue la urbanización que sufrió Europa durante los siglos XV y XVI.
Actualmente se conocen perfectamente sus causas, sus vías de propagación, su prevención y su tratamiento, pero lo que no se sabe todavía con certeza es dónde se originó. Durante siglos se admitió que apareció en Europa importada de América por Colón y su tripulación, aunque recientemente un estudio arqueológico efectuado sobre los restos de personas enterradas en el cementerio medieval de Saint Mary Spital, en Londres, demuestra que ya existía en Europa antes del siglo XV. Los restos óseos afectos de sífilis han sido datados con la prueba del carbono 14, entre el año 1200 y 1450. También se han encontrado restos óseos sifilíticos en otros esqueletos como los de las ruinas de Pompeya (año 79 d.C.) e incluso en Rusia (2000 a.C.). Esto no hace más que desmentir lo que durante 500 años se decía: Colón trajo la enfermedad a raíz de su descubrimiento.
Hoy en día es cada vez más aceptada la denominada teoría unitaria o del viejo mundo:
Hace miles de años un único microorganismo se originó en África produciendo la enfermedad conocida como yaws. Tras expandirse hacia el este y el norte del continente -a consecuencia del tráfico de esclavos-, se extendió a Mesopotamia y a la península arábiga, pasándose a llamar bejel. Durante los siglos XIII y XIV las Cruzadas la propagarían al este de Europa.
A raíz de estos estudios creo que sería injusto seguir culpando a Cristóbal Colón de traer la sífilis con su descubrimiento, ¿no creéis?
Una curiosidad histórica:
El cruel rey Enrique VIII (1491-1547) pudo sufrir sífilis y haberla transmitido a sus mujeres e hijos. Los que defienden esta hipótesis se basan en los numerosos abortos que sufrieron sus esposas. La primera, Catalina de Aragón, tuvo un varón que murió a los pocos días de nacer y después tuvo al menos tres abortos. Ana Bolena, sufrió dos abortos. Su cuarto matrimonio con Ana de Cléves no llegó a consumarse y, con Catalina Howard y Catalina Parr no tuvo ningún hijo probablemente a que se volvió impotente o estéril.
Casi todos sus descendientes nacían muertos o enfermos. Su hija Isabel manifestó síntomas de sífilis como miopía, erupciones en la piel y esterilidad, y su otra hija, María, sordera y nariz achatada.
Se divorció de cuatro de las seis mujeres con las que se casó e hizo ejecutar a tres de ellas. Reprimió con una dureza inusitada a católicos y protestantes llegando a condenarlos a morir hervidos. Mandó ahorcar, quemar o decapitar a numerosos compatriotas por los más diversos motivos. ¿Fue la enfermedad la causante de su cambio de carácter? Aunque no se puede afirmar que así fuera tampoco puede alegarse lo contrario.
Para saber más:
Un ensayo:
Las seis mujeres de Enrique VIII. Antonia Fraser. Zeta, Barcelona, 2007.
Un libro:
Enrique VIII, de John Bowle. Editorial Grijalbo S.A., Barcelona, 1970.
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