
Leyla me proponía dar a conocer la Historia de mi ciudad, Barcelona. Y más que explicarla de una manera enciclopédica lo que haré es dar a conocer esos rincones, esos lugares con encanto y cargados de historia. Quizás no sean los monumentos o espacios más visitados o conocidos, pero para mí son lugares imprescindibles que también explican ese cruce de culturas que también tiene esta maravillosa capital. Pero permitidme que antes de enseñaros uno de esos espacios, haga una breve reseña de la ciudad y del origen de su nombre.
Barcelona es la segunda ciudad más poblada de España después de Madrid denominándola en ocasiones ciudad Condal por haber sido capital del condado de Barcelona. En la actualidad se la conoce no solo por su cultura e importancia financiera y comercial sino también por su proyección turística y organizativa de grandes eventos como la Exposición Universal de 1888, la Exposición Internacional de 1929, los Juegos Olímpicos de 1992 y el Fórum Universal de las Culturas el 2004.
Es en el Neolítico que encontramos a sus primeros pobladores y se sabe que en el siglo VII-VI a. C. el pueblo íbero de los layetanos ocuparon esta zona. Como pasa con otras grandes urbes existen varias hipótesis sobre el origen de su nombre pero yo destacaría la que según la tradición cuenta que, durante la Segunda Guerra Púnica, los cartagineses toman la ciudad, refundada por el padre de Aníbal, Amílcar Barca, tomando de él su nombre. No hay pruebas de esta presencia cartaginesa en el territorio, encontrando por primera vez el nombre de Barcino con Ptolomeo. Leyendas a parte, fue fundada por el emperador Augusto hacia el año 14 a. C. para instalar a sus soldados tras finalizar las guerras cántabras. Se encontraba en plena reforma administrativa y viaria del noreste de la península y la rebautiza como COLONIA IVLIA AVGVSTA FAVENTIA PATERNA BARCINO (quizás los más observadores os habréis dado cuenta de que el fondo de pantalla de este blog tiene reflejado este nombre). Originalmente se construyó como fortificación militar pero con el tiempo fue adquiriendo importancia comercial, siendo amurallada por primera vez en el siglo II por orden del emperador romano Claudio.

Paseando por su casco antiguo podemos encontrar innumerables tiendecitas en los bajos de los edificios más antiguos de la ciudad pero para los que nos gusta la Historia, podemos encontrar restos del paso del tiempo: desde la época romana a la medieval, de la medieval a la Moderna y de esta a la actual. Muestra de ello es que en su subsuelo se encuentran cada año restos arqueológicos que nos enseñan esos tiempos pasados, hallazgos que en los últimos años han permitido tomar conciencia de su importancia.
En pleno Barrio Gótico encontramos el barrio judío (Call, en catalán) y al pasear entre sus callecitas no es difícil enamorarse de su encanto mientras nos impregnamos de la Historia. Antiguamente esa zona había sido una judería hasta que fue asaltada tras la revuelta antijudía de 1391, obligando a la conversión a todos los que quisieran permanecer en ella. Por casualidad se ha descubierto recientemente la Sinagoga Mayor (actualmente se puede visitar solo la planta subterránea) de la época de Barcino y del Imperio Romano, siendo así el templo religioso judío más antiguo de España y de Europa.
En esa misma calle encontramos otro lugar singular a pesar de que los turistas pasan de largo sin fijarse en él. En la confluencia de las calles Sant Domènec del Call, Mariet y de la Fruita, se encuentra la casa más antigua de Barcelona, habitada ya en el siglo XII y cuya pared da muestra de las vicisitudes que ha sufrido por el paso del tiempo.
Se utilizó como burdel durante la postguerra y desde hace catorce años se reformó por un particular como domicilio privado, y si nos fijamos en la foto con atención, podremos observar la inclinación de su fachada principal, desafiante a las leyes de la gravedad, vestigio de las cicatrices que dejó en el siglo XV un hecho extraordinario en Cataluña, el terremoto del 2 de febrero de 1428, el más intenso registrado hasta la fecha y conocido como el terratrèmol de la candelera al producirse durante la Candelaria, aunque durante el año que le precedió ya se produjeron varios avisos sísmicos.
Eran las 9 de la mañana y el epicentro se localizó en los alrededores del pueblo de Queralbs, en el Pirineo, pero su rastro de destrucción se notó en casi toda Cataluña llegando a sentirse en Barcelona con una intensidad que podría corresponder a 6 en la escala de Richter.
Muchos edificios sucumbieron al temblor, las sólidas murallas se resintieron pero donde la tragedia se hizo notar más fue en la Basílica Menor de Santa Maria del Mar (muchos la reconoceréis por la novela la catedral del mar de Ildefonso Falcones) al caer su rosetón provocando la muerte de casi treinta personas -entre ellas una mujer embarazada- que se encontraban en su interior en ese momento. Aún hoy se ven fisuras que se abren y cierran diariamente según las oscilaciones de temperatura estacional.

No era la primera vez que Cataluña sufría terremotos de esa intensidad aunque según la documentación que se dispone, nunca afectó con esa magnitud un lugar tan cercano a la costa. Según los expertos se puede repetir aunque sus intensidades no superarían el nivel 5 de la escala de Richter en Barcelona.
Esta es la causa de la desafiante curvatura de la fachada en esa esquina, signo vivo de supervivencia del paso de los años y del fatal terremoto. Quizás sea el edificio más antiguo de la ciudad pero también se ha ganado el de ser el más resistente jamás construido en ella.
Una novela:
Serena, editorial Cruïlla, de Dolors Garcia Cornellà.
Para saber más:
Carta Arqueológica de Barcelona
Servei d´Arqueologia de Barcelona
Mapa terremotos con daños en Cataluña
Una investigación sorprendente bajo la basílica
Links imágenes:
Turol Jones (I); Turol Jones (II); Antoni Castells
Información lavanguardia.com
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