Han pasado 150 años desde que se patentó el primer papel higiénico. Un invento que tuvo muchas reservas al principio, pero al final, y como no podía ser de otra manera, triunfó. ¡Buf, menos mal!
Ingenios como los coches, maravillas arquitectónicas como los acueductos romanos, tecnologías como el internet… ¡hasta hemos pisado la Luna! Pero no es hasta bien poco que hemos desarrollado la «avanzada ciencia» de limpiarnos cómodamente el trasero (perdón). Desde tiempos lejanos teníamos que alejarnos de nuestras casas para defecar y después asearnos con lo que encontrábamos más a mano. Los antiguos griegos usaban trozos de arcilla y piedras; los pueblos esquimales de los inuit, musgo en verano y nieve en invierno; los poblados costeros conchas marinas y algas, y los antiguos romanos pudientes, lana empapada en agua de rosas mientras que los que no se la podían permitir, esponjas empapadas en agua salada, eso sí, reutilizables, tanto en baños privados como públicos (me pido ser el primero, por favor).
Dicen que los primeros en usar papel higiénico fueron los chinos allá por el siglo II a. C. (podéis comprobar que lo de la escribir en papel era sólo un uso más de muchos otros) siendo copiado después por los árabes. Modernas excavaciones arqueológicas en el desierto de Aravá han puesto de manifiesto un papel de baño hecho de trozos de tela cuadrados de diez centímetros de lado, aparentemente recortados de viejas ropas, en vertederos de basura utilizados como antiguos inodoros durante los siglos VII y VIII por las rutas de caravanas que por allí pasaban.
Mucho más cercano a nuestro tiempo, las clases pudientes utilizaban encajes y sedas, así como hojas de cáñamo y los no tan acaudalados, diarios o incluso páginas de libros, con la ventaja de poder leer mientras… Pero tenían un gran inconveniente: no debía ser muy agradable limpiarse con ese material, y menos si se sufría de hemorroides. Es entonces que Joseph Gayetty, quizás movido por un problema de almorranas, patentó su «papel medicado» como cura para este incómodo mal.
Los médicos de la época no lo tenían tan claro, mucho menos la sociedad, y muestra de ello es el artículo que se publicó en The Lancet, ironizando sobre ello:
Es bueno que los cirujanos sepan que todos sus esfuerzos para tratar las hemorroides son inútiles, ya que todo lo que se necesita es un simple papel que diga Gayetty.
Lo cierto es que en 1857 desarrolló en New York su papel vendiéndolo en paquetes de 500 hojas de 14 x 21 cm. por un precio más que prohibitivo. Se le conocía como «Medicado Papel de Gayetty» conteniendo láminas de papel de fibra de manila humedecidas con aloe y comercializándose para curar llagas y prevenir las incómodas hemorroides. Aproximadamente el 95% de su producción se enviaba a Inglaterra y el resto era vendido en Estados Unidos.
El primer intento de lanzar al mercado el rollo de papel sería del inglés Walter Alcock, en 1879, pero sin éxito, y un año después, los hermanos Edward y Clarence Scott de Filadelfia darían una vuelta (o muchas) al invento comercializando los rollos que conocemos hoy en día. Inicialmente eran de color café para ser usados en «el cuarto más pequeño de la casa». Sin embargo, en esa época se consideraba inmoral y pernicioso exhibirlos en las tiendas a la vista de todos, así que eran vendidos por intermediarios, etiquetadoras privadas y farmacias. Más tarde, Waldorf Tissue irrumpiría en el mercado con un producto mucho más suave y popular, aunque no lograron publicitarse como querían, ya que muchas revistas se negaban a hacerlo. Pero todavía no habíamos conseguido la finura y calidad de los actuales rollos de papel higiénico, y era frecuente encontrar alguna que otra desagradable astilla. Así aparece en 1930 un papel de baño que se anunciaría como «sin astillas» y a partir de la Segunda Guerra Mundial su uso se popularizaría, mejorándose su resistencia y finura. En 1964 se perfumaría y en 1973, la patente Charmin lo produciría mediante secado por aire en lugar de apretarlo.
Con el tiempo se descubrieron otros usos muy distintos a los «clásicos» y así podemos comprobar cómo en la Guerra del Golfo se utilizó en la Operación Tormenta del Desierto para camuflar rápidamente los tanques estadounidenses cuyo color verde contrastaba con las blancas arenas del desierto. Y es que su uso ha llegado hasta en la moda y el arte, muestra de ello son las creaciones de Yuken Teruya, Anastassia Elias y Christo así como el certamen Cheap Chic Weddings Toilet Wedding Dress Contest que se celebra cada año en los Estados Unidos.
Y el futuro, ¿qué nos deparará? No sé, pero en Japón más del 70% de los hogares ya no se limpian con rollos de papel sino que utilizan el Washlet. Al paso que vamos puede que encuentren algún otro uso al móvil. 😉
Links fotos:
Armando Sotoca; Armin Kübelbeck
Para saber más:
Información basada en artículo de Muy interesante
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