El artículo de hoy trata sobre una curiosidad que puede resultar difícil de creer, pero que en su momento gozaba de tanta relevancia como cualquier otra profesión. Nos referimos a una ocupación que ha desaparecido en la actualidad (al menos que sepamos) y que durante cuatro siglos fue altamente codiciada en Inglaterra. Nos referimos al «Groom of the Stool», que en español se traduce como «ayudante de cámara de la WC real».
El título parece autoexplicativo, y seguramente os estáis preguntando si efectivamente se refiere a limpiar al monarca. El primer soberano en establecer este cargo fue el influyente e instruido Enrique VII, el visionario fundador de la dinastía Tudor. No obstante, resulta menos claro por qué delegó esta tarea (es comprensible que cause cierta incomodidad que otro individuo se encargue de esta labor, ¿no os parece?).
Puede parecer trivial, pero se trataba del ano del Rey, y en esos momentos de «intimidad», era necesario contar con la habilidad suficiente para hacer más relajado ese crucial momento del día. Esto requería poseer un nivel mínimo de educación y habilidades sociales, así como la capacidad de entablar una conversación. Algunos de estos sirvientes llegaron a convertirse en secretarios personales del monarca, e incluso uno de ellos, John Stuart, llegó a ser Primer Ministro Británico.
El papel higiénico no abundaba -se patentó siglos después-, así que el puesto implicaba estar bien preparado con toallas, palanganas y una silla especial para la «faena» donde depositaba sus regias deposiciones. Sin duda, un trabajo que requería estar siempre preparado y una dedicación exclusiva.
Esta profesión se mantuvo durante cuatro siglos hasta que acabó abolirse en 1901 bajo el reinado de Eduardo VII.
¡Lo que había que hacer para ascender en la Corte!
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