Generalmente se trata de reyes, generales, militares de la antigua Roma o alguien que destacó en alguna batalla, las representaciones ecuestres son un homenaje que ya se les brindaba desde la Antigüedad.
Existe la creencia generalizada de que la posición de las patas del caballo muestra la causa de la muerte del ilustre personaje que lo monta. Así, si tiene las dos patas de delante levantadas, la persona murió en un glorioso combate; si el caballo tiene solo una en esa posición, la muerte fue consecuencia de las heridas recibidas en combate; y si tiene las cuatro patas en el suelo, la persona murió de causas naturales. Pero esto no es más que una leyenda, por otra parte fácil de desmontar. Solo tenemos que buscar por el mundo muestras de ello.
La imagen de arriba corresponde a la única estatua de bronce que ha llegado a nuestros días de un emperador romano de la época pre-cristiana, la estatua ecuestre de Marco Aurelio. La original se encuentra en el Museo Capitolino y la que se encuentra en la Piazza del Campidoglio en Roma es una copia, y en ella vemos al emperador saludando con su imponente caballo levantando la pata derecha. Su muerte se sucedió en el año 180 en la ciudad de Vindobona, en compañía de su hijo Cómodo, aunque la causa de la muerte parece ser que fue la viruela. La razón de que la estatua sobreviviera al paso del tiempo se debió a un error. En la Edad Media, las estatuas de los emperadores se fundían para hacer otras destinadas a las iglesias cristianas, y en el caso de Marco Aurelio, se pensó que se trataba de una estatua de Constantino I el Grande, quien cristianizó Roma, así fue respetada.
Ya que hablamos de estatuas ecuestres, no puedo dejar de mencionar la más grande del mundo: la de Gengis Kan en Mongolia. En esta estatua, se observa que las cuatro patas están apoyadas en el suelo, lo que sugiere que no murió en combate. Aunque su muerte sigue siendo un misterio, se cree que sufrió un accidente con su caballo mientras avanzaba hacia China con su ejército.
En el caso del rey de España y Portugal Felipe III «el Piadoso», sabemos que no murió a consecuencia de las heridas de ninguna batalla sino que su repentina muerte fuera probablemente debida a una enfermedad infecciosa que le causó fiebres ¿erisipela? a los cuarenta y tres años.
La muerte de Simón Bolívar no fue resultado del campo de batalla, sino de una tisis tuberculosa causada por un «catarro pulmonar» mal curado, según informa la autopsia realizada por el Dr. Alejandro Próspero Révèrend al Libertador.
Felipe IV «el Rey Planeta», mecenas del arte, amigo de Velázquez, inteligente y adicto al sexo (se cuenta que tuvo 46 hijos, pero solo dejó un heredero) falleció por la disentería, es decir, nos dejó de una forma mucho menos heroica de lo que el equino refleja.
Así que, el mito de las estatuas ecuestres queda desmontado al hacer un simple ejercicio de búsqueda, y podríamos continuar haciéndolo, pero os dejo a vosotros que lo hagáis en los comentarios.
Links fotos:
Rosco; Megaconstrucciones.net; Tam tam; MarcusObal; Omerta-ve
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