Desde la antigüedad se elaboran recetas. En Mesopotamia, China, Egipto… se escribía en algún tipo de soporte las instrucciones para aliviar o curar de un mal al paciente. Para unos su origen proviene del «ojo de Horus» egipcio, para otros del dios Júpiter, y también los hay que dicen que es una abreviatura de la palabra latina recipere que vendría a significar algo así como «tomar esto», una instrucción al farmacéutico para preparar un medicamento que precedía a la receta propiamente dicha.
Su simbología ha evolucionado con el transcurrir del tiempo apareciendo la actual ya en tiempos de Nerón -dicen que introducido por el médico Krinas- para indicar que el galeno estaba sometido a la autoridad del emperador, y será durante el Medievo que la Iglesia obligaría a los galenos a sustituir el signo pagano de Júpiter por las iniciales de Responsum Raphalis (Rp), que simbolizaría al arcángel Rafael, cuyo nombre significaba «medicina de Dios».
En la actualidad, solo en los Estados Unidos se prescriben más de 3200 millones de recetas anuales, pero hasta la mejor prescripción puede ser inútil e incluso resultar fatal, por una mala interpretación debido a la mala letra del médico. Hace unos años se hizo un estudio en Chile donde se reconocieron 3,4 % de recetas ilegibles, en el Reino Unido, el 1 % de los pacientes está en riesgo de recibir una receta equivocada, y según un artículo de la revista Time (2007), la mala letra de las recetas es causa directa de la muerte de unas 7000 personas cada año en los EE. UU.
El problema no viene de ahora, sino de tiempo atrás. Así lo comprobamos cuando el rey Jaime I de Aragón en su «Llibre del Repartiment» en el siglo XIII aseguraba que se multaría a los médicos de su reino que no escribieran sus recetas de manera que sus letras fueran entendibles. Y me pregunto, ¿cuál es el motivo por el que los médicos (entre los que me incluyo) escriban mal algo tan importante como una receta?
Las teorías
Hay muchas, algunas sorprendentes como las que culpan a la Inquisición por el miedo de los médicos a ser descubiertos y condenados por sanar enfermedades con productos naturales más allá de la fe y sus creencias, o como las que especulan que durante siglos ha sido una manera de ocultar los componentes y cantidades exactas de fórmulas secretas.
Tampoco es cierto que tener una letra ilegible sea un requisito imprescindible para que te den el título de licenciado en Medicina y Cirugía, no, y tampoco lo es que sea alguna forma de protección gremial, pero los años de estudiante pueden tener parte de culpa en ello.
Aunque existen otras profesiones que también puedan decir lo mismo, el tener que anotar miles de páginas y escribir a gran velocidad y sin descanso, jornada tras jornada, semana tras semana, año tras año, tampoco ayuda para tener después una buena caligrafía. A eso hay que añadir que el día a día de la profesión médica, con sus prisas, el estrés, las urgencias… hace que consciente o inconscientemente los médicos quieran escribir esa receta lo más rápido posible.
Una posible solución al problema
Ciertamente los hay que conservan una buena caligrafía -los menos-, y para los que no tienen esta suerte encontramos en las nuevas tecnologías parte de solución al problema. Existen más de 17 000 marcas farmacéuticas y genéricos y cada vez más países incorporan la informática en la prescripción, algo que, aunque presenta evidentes ventajas en lo que a gestión se refiere, en mi opinión resta humanismo al acto médico.
Requiere una infraestructura no disponible en todos los países pero que puede disminuir -que no eliminar- las consecuencias negativas de una letra ilegible. Y es que… fuera bromas, la prescripción de un medicamento es algo importantísimo, y el nombre, la dosis y la duración deben ser claras y no albergar ninguna confusión.
Yo me inclino a pensar que no hay una sola teoría sino que es la suma de muchas lo que explica el perpetuo «misterio» de la mala letra de los médicos. Seguro que cada uno de vosotros tendréis una explicación al mismo, así que os animo a que lo compartáis en los comentarios, porque que los médicos tengan fama de escribir mal es algo que corroboro y nos lo hemos ganado a pulso durante siglos. Por cierto, ¿quién se anima a traducir la receta de arriba?
Dos artículos de PubMed.gov (en inglés)
La reputación y la legibilidad de la escritura de los médicos en situ, Scott Med J. 2001 Jun; 46 (3): 79-80.
Hechos sobre la legibilidad de las escritura de los médicos, Med. J. Aust. 1976 Sep 18; 2 (12): 462-3.
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